“La primera vez que voté en mi vida, voté a Scioli”
No bien llega a la cita, Fernando Esteche aclara que vino de civil. “Me olvidé la boina”, bromea cuando ve a la fotógrafa. La posibilidad de volverse “irreconocible” cobrará otra significación a medida que avance la charla y Esteche, líder de Quebracho, una organización política que supo hacer de la insubordinación y la protesta una marca de identidad, diga que la agrupación está atravesando un momento de comprensión de la “democracia liberal”, que está intentando aprender sus reglas básicas (aunque a veces le cueste, como sugieren sus recientes e “inconvenientes” declaraciones contra el gobierno de Macri y su posterior pedido de disculpas públicas) o, como si fuera un dirigente peronista de larga data, elogie a los “gordos”, salude la unidad de la CGT y asegure que una cuestión “de clase y de calle” llevó al kirchnerismo a despreciar al movimiento obrero y menospreciar el “complejísimo dispositivo de producción de poder” del Partido Justicialista.
Nada de eso le impide, en paralelo, reivindicar el liderazgo de Cristina, señalar a la ex presidenta como la única antítesis de Macri o denunciar la defección de dirigentes abocados a “constituir gobernabilidad” o “sacarse fotos” con funcionarios del actual gobierno. A poco de haber lanzado Miles por Tierra, Techo y Trabajo, un partido político donde convive junto a Luis D’Elía, Amado Boudou y Gabriel Mariotto, entre otros, Esteche explica en esta entrevista cuál será, en medio de la dispersión del FpV, uno de los derroteros electorales posibles del kirchnerismo “duro” -aunque en su caso, admita, sea un kirchnerismo “tardío”-, qué pasó con las famosas escuchas de Nisman y por qué para él Martín Sabbatella es “un Urquiza inexplicable”.
Hace algunas semanas oficializaron el lanzamiento del partido Miles por Tierra, Techo y Trabajo. ¿Con qué perspectivas se formó este espacio?
A partir de la victoria del macrismo percibimos una dinámica de dispersión muy grande de todo un acumulado político popular que se había logrado durante estos años y que estaba básicamente expresado en lo que se llama el kirchnerismo.
Eso para nosotros constituía una subjetividad política de mucho valor para pensar cualquier política, sea de retorno o de enfrentamiento a la restitución neoliberal. Y esa dispersión acelerada nos preocupó y nos convocó a conversar con distintos sectores, que es lo que termina constituyendo Miles 3T, que son disímiles trayectorias.
Para que te des una idea está el “Vasco” [Fernando] Vaca Narvaja, el “gordo” [Luis] D’Elía o nosotros que expresamos, por ahí desde distintos lugares, los ’80 y los ’90, Gabriel Mariotto que expresa una manera de abordar la institucionalidad y el peronismo, con su propia trayectoria y su experiencia en lo que fue la construcción de la ley de medios, compañeros de gremios que estuvieron de alguna manera expulsados de la producción de la política oficial durante mucho tiempo, como el “gordo” [Adolfo] Barja del SUTAP o el “gordo” [Néstor] Segovia de subtes, compañeros de La Bancaria, una cantidad de compañeros que además se los convocó en términos de darle una centralidad al movimiento obrero en este armado.
Y desde esas trayectorias y experiencias nos planteamos distintas cuestiones, fundamentalmente una tenía que ver con la comprensión de que hay una forma que nuestro pueblo recorre de producción de la política que es en el espacio de lo demoliberal, de la democracia liberal, con todas las limitaciones que tiene pero también con todas las potencialidades.
Cuando nosotros hacia los ’90 y en las salidas de las dictaduras hacia los ’80 hablábamos de las recuperaciones institucionales en términos de democracias restringidas o tuteladas, esto ya encorsetaba demasiado ese espacio como para pensarlo como un lugar de producción política del mundo de lo popular. Sin embargo, Chávez mediante, Evo mediante, Correa mediante, estas democracias tuteladas se autonomizaron, se refundaron, se recrearon y se pudieron lograr modificaciones de institucionalidad e incluso una política de integración nuestroamericana que pudo poner, por ejemplo, un freno a una política estratégica e histórica de los Estados Unidos como el ALCA.
De ahí nosotros, como organización, hacemos un replanteo de ese escenario y del tránsito que nuestro pueblo hace en ese escenario, un replanteo tardío, si se quiere, porque a nosotros nos costó. La relación nuestra con el kirchnerismo fue muy compleja, fue una relación muy expulsiva de parte del oficialismo hacia nosotros…
¿Por qué?
Yo creo que fueron decisiones políticas que fueron tomando quienes armaban la convocatoria a los movimientos populares. Y alguien habrá hecho un cálculo de la inconveniencia o de que no seríamos integrables, no sé cómo fue.
Cuando Néstor Kirchner convoca a todos los movimientos piqueteros…
A nosotros no nos convoca, para nada. Y a partir de ahí sí tuvimos una relación compleja porque además lo que sucedía era que nosotros quedábamos permanentemente excluidos del acceso a las políticas públicas solo por ser nosotros. Y esto dicho de manera manifiesta por los funcionarios públicos, que además eran amigos nuestros y habían sido compañeros nuestros muchos de ellos.
Entonces era una situación muy traumática que además arrinconaba a nuestros compañeros en una suerte de negación rebelde, que hacía difícil cualquier posibilidad de identificarte. Yo estuve clandestino y dos veces en cana con gobiernos kirchneristas. Pero como no nos atraviesa lo personal a la hora de calcular la proyección política, sino que nos preguntamos por dónde andan los sectores populares, desde ahí podemos despojarnos de lo que nos pasó como vivencia personal. Eso no tiñe la valoración de la política que hacemos en general.
Sí explica, si se quiere, la complejidad que tuvimos para poder comprender, abordar y abonar el proceso político, algo sobre lo cual ayudó mucho el nivel de contradicciones que se fue planteando en la sociedad, en la medida en que fue cada vez más claro el enfrentamiento entre una derecha restituyente neoliberal y lo nacional y popular muy abrazado y expresado en el kirchnerismo.
Ahí no hay terceros lugares, no hay un lugar independiente. Desde ahí fue una discusión que incluso sorprendió a la propia dirección de nuestra organización, el sentido común de nuestros compañeros. Por ejemplo, nosotros votar a Scioli no nos costó más que un plenario, no fue un proceso de discusión eterno, fue una cosa en la que todo el mundo dijo: “es por acá”.
Y fijate un tipo como yo que nunca voté, por distintos motivos, porque cuando hubiera votado era menor, en el 83, después he perdido los documentos y después he decidido no votar porque era una política nuestra, la primera vez que voto, voy a votar a Scioli.
A no todo el kirchnerismo le resultó tan sencillo ese voto
No, por eso te digo, el proceso distinto que hicimos. Nosotros como organización tuvimos la posibilidad de ponernos por afuera incluso de la producción interna del kirchnerismo, donde a veces había compañeros que tenían como más enemigo a Scioli o no comprendieron que Scioli, con todo lo que él expresa, pero también con todo lo que contenía y expresaba el acumulado que estaba detrás de eso, no era lo mismo que Macri, como dijo el PTS y como hoy vemos en Argentina, donde claramente el país sería distinto, más allá de lo que quisiera hacer él como persona.
Para nosotros no son los hombres los que determinan los movimientos, son las fuerzas sociales en general. En ese sentido reconocemos virtudes en los hombres que expresan los tiempos pero los que construyen los tiempos son los pueblos. Desde ahí entendemos a Perón, entendemos a Evita, entendemos a Néstor Kirchner y a Cristina, más allá de qué evaluación puedas tener vos de ellos como individuos, si le gustan las carteras, si el otro usaba mocasines, esas cosas que no tienen que ver con lo que son en política.
Por eso no nos costó mucho, porque estaba muy claro aunque sí entendemos que le haya costado a otros compañeros que estaban metidos en una dinámica distinta, incluso con intereses creados y con intereses propios de defensa de posiciones de poder o de no comprensión del nivel de contradicción que se estaba planteando en la Argentina.
La candidatura de Scioli se dio en un marco de alianzas políticas y relaciones de fuerza donde participaban muchos actores. ¿Cómo leen ustedes esa alianza hoy?
Esto hay que verlo con la temporalidad que tiene. El Frente para la Victoria nunca fue una organización política popular, de organización de lo popular, y nunca fue la herramienta de disputa con los sectores dominantes. Fue una herramienta electoral.
Y en esa construcción de herramienta electoral, y en esa alianza que podemos llamar kirchnerismo pero que expresa distintas cosas, hay un kirchnerismo genuino, epidérmico, el pibe que da la vida y que le cantaba a Cristina delante del cajón de Néstor. Hay un kirchnerismo conveniente, tacticista, oportunista, los PJ que el 11 de diciembre dejaron inmediatamente de ser kirchneristas y festejaron y se aliviaron, como [Miguel Ángel] Pichetto, que está aliviado de que ahora puede hablar y de que ahora puede opinar. Hay que analizar la manera de producción política que tuvo este kirchnerismo, que yo creo que no alcanzó.
No voy a hacer una valoración personal de si se quiso o no hacerlo: no se hizo. No se empoderó en términos reales, no se construyó organización popular en términos de militancia y de orga.
¿Pero eso tuvo que ver con una decisión política o con una incapacidad?
Yo no voy a hacer la valoración personal. Lo que sí, claramente, no se hizo. No vamos a hacer la evaluación porque ya es meternos en el plano de la subjetividad. Pero hubo situaciones que tienen que ver, incluso, hasta con un problema de clase, de concepción, de cabeza y de calle, si querés.
El desprecio al movimiento obrero, por ejemplo. Te pueden no gustar los gordos, ahora, cualquiera de nosotros que tenga unos años de vida política y de calle, los que pudimos ver por edad, las marchas de la CGT, esas que llenaban la 9 de Julio, los trece paros de Saúl Ubaldini, lo que fue el MTA armando la mesa de enlace en los ’90 contra Menem, bueno, acá se deploró, se despreció, no se empoderó al movimiento obrero.
Tampoco se empoderaron los sectores marginales y excluidos de la política. Hubo un menosprecio sobre lo que es el complejísimo dispositivo de producción de poder del PJ. El PJ no es un señor bueno o malo, más o menos antipático que junta fichas y se presenta a intendente, el PJ es una complejidad en cuanto a la producción de poder en el conurbano y en las provincias que yo creo que también se despreció. El armado de las últimas listas de candidatos produjo mucha expulsión, mucho rencor, mucho desprecio.
¿Eso es algo que ustedes identifican en la totalidad de la experiencia kirchnerista?
Cuando Néstor hace el planteo de la transversalidad, eso quedó a mitad de camino. Unidos y Organizados queda a mitad de camino. El ida y vuelta entre el pueblo, los sectores populares y el liderazgo, por voluntad o por lo que fuera, no existió. Eso en Miles 3T lo tenemos que resolver. Fue una debilidad letal, fue el talón de Aquiles del kirchnerismo, y facilitó la dispersión. Ese desprecio a los dispositivos de poder del sistema político argentino, movimiento obrero, PJ, también facilitó una dispersión que de otra manera resultaría inexplicable.
Después de doce años de ejercicio del poder, en seis meses tenés dos terceras partes construyendo gobernabilidad de una restitución neoliberal. Alguna explicación tiene que haber que vaya más allá de lo psicológico de si son diputados, senadores y presidentes de partidos que estaban maltratados por una señora maltratadora.
Una cosa es tratar de construir gestión, con un gobierno que puede ser de otro signo político, y otra cosa es cogobernar, otra cosa es votar un endeudamiento por 33 mil millones en un país que salió desendeudado. Una cosa es tratar de gestionar en mi municipio porque la gente se me muere de hambre y tengo que resolver y tengo que tener asfalto y una ambulancia o la salita sanitaria, y otra cosa es acompañar a Macri en la venta depredadora de la Argentina. Hay personajes que están diciendo lo contrario a lo que decían hace ocho, nueve meses, sujetos políticos que están construyendo gobernabildiad.
Entonces si vos me preguntás a mí como dirigente político o popular o social, si me sacaría una foto al lado de Macri y la justificaría diciendo que le tengo que dar trabajo a mis compañeros, bueno, no me la saco al lado de Videla, no me la saco al lado de Macri, y el trabajo a mis compañeros lo peleo en la calle y lo pelearé desde el lugar de gestión, pero eso no me hace constituir gobernabilidad.
¿Y la posición del Movimiento Evita dónde entra en esa lectura?
El Evita tiene su política. El compañero [Fernando “Chino”] Navarro ha planteado que él cree que el único que le puede ganar a Macri es Massa, que ya perdió con Macri. Para nosotros el limite es la Embajada, es la DEA, son los buitres, ese es el límite con el que no pensamos unidad política. Cuando se habla de unidad política tiene que haber gestos de unidad política.
Nosotros nos estamos juntando, qué sé yo, con D’Elia, con Mariotto, con Boudou, con tipos que a mí me tuvieron en cana. Hay una foto el otro día en la que estaban Boudou, [Daniel] Gollán, [Hernán] Lorenzino y yo. Tres eran ministros cuando yo estaba en cana. Pero nosotros no decimos “queremos la unidad” y le pegamos un cachetazo. No: decimos unidad y vamos a la unidad.
Ahora, si queremos hacer la unidad y el primer gesto de unidad es irte de la trinchera de agregado político del kirchnerismo es muy raro. Capaz que es una gran estrategia que no conocemos pero en principio es raro. El congreso nacional del PJ, que sale lo que ellos llaman una lista de unidad, en las doce intervenciones finales que hubo en ninguna la nombran a Cristina Fernández de Kirchner.
Dos períodos de presidente con el signo del PJ, cómo puede ser que hables de unidad y estés excluyendo al último presidente. Ahí hay gestos que más que de unidad son gestos de exclusión.
Pero además creo que es la unidad de los que constituyen gobernabilidad. Tenés a [Juan Manuel] Urtubey, a [José Luis] Gioja, que tienen discursos que no tienen nada que ver con lo que es la tradición y la trayectoria de producción política real de lo que es un gobierno nacional y popular.
Pero ese entramado también le permitió a Cristina en el 2011 sacar el 54%
Obviamente. Ahí el problema es que se pudo construir una alianza política que diera un 54%, pero después no hubo una política de conducción y contención, hubo una política de exclusión. Ahí tenés el pecado original que creo que nosotros no podemos repetir.
¿Y a todo eso que ‘despreció’, el kirchnerismo le opuso un contrapeso, una alternativa que le permita construir una alianza electoral hoy sin esos sectores?
No, no hubo una política. Sacando las intenciones, claramente no hubo una política de organización popular, de unidad. Tenés tres o cuatro grandes bandas militantes que tampoco quiere decir que eso sea lo popular. Es decir, hay un kirchnerismo que es el de a pie y hay otro que es la orga, las orgas, sea La Cámpora, el Evita, Descamisados… Un kirchnerismo militante y un kirchnerismo de a pie.
En general el que tiene más noción de la necesidad de unidad, el que tiene más identificados los grandes problemas políticos es el kirchnerista de a pie, y no el que viene de una orga militante, que además está cautivo de un sistema de producción de su vida cotidiana y de su organicidad en función de que vienen de doce años de manejar recursos del estado.
¿El kirchnerismo fallaba en hablarle a ese espacio más silvestre?
Sí, sí, no le hablaba. Que es lo contrario a lo que está haciendo Cristina Fernández ahora, que las organizaciones están expectantes de que le den alguna pista y se quedan con toda esa expectativa. Cristina en general está tirando líneas que el de a pie las puede leer, las puede significar, se puede sentir interpelado, aunque es otro paradigma, no el nuestro, el militante.
¿Qué interpretación hacen de esa estrategia de Cristina de hablarle a los empoderados?
Que nosotros decimos que no son empoderados, ojalá estuvieran empoderados. Nosotros creemos que Cristina está en otra dimensión. Uno a veces tiene expectativas y ansiedad de que dé una señal, de que te haga un guiño, porque te facilita la tarea de obrero que tenés que hacer vos, pero la verdad que no corresponde. La verdad es que ella no puede estar entreverada en las pequeñas batallas, ella está para la madre de las batallas, ella está para la guerra, no está para estar peleando una legislativa en 2017.
Lo digo atravesado por las cuestiones personales que nos han atravesado en nuestra relación con el kirchnerismo, pero claramente nuestro pueblo identifica que la única alteridad a Macri es ella. No es Massa, no es Urtubey, no es Bossio, todo lo otro es comparsa de más o menos lo mismo, no es la alteridad.
Eso me parece que es un capital que ella o muy sabiamente lo está preservando o tiene una subjetividad que no le importa nada y hace su vida, que puede ser. Pero eso es otro mambo porque la verdad que los pueblos tienen la responsabilidad de desarrollar su propia historia, entonces Cristina será convocada oportunamente, y si no será Cristina, nacerá otro como ha nacido el propio Néstor Kirchner.
Dentro del kirchnerismo más cercano a Cristina está Nuevo Encuentro. ¿Creés que Martín Sabbatella podría convocar a Quebracho a un espacio de unidad?
No, no, Sabbatella no nos convoca. Sabbatella para nosotros, con el respeto que le tenemos de su trayectoria previa, expresa un pedacito. El problema de la unidad es también entender, no solo el mosaico de lo político, sino el mosaico de lo social. Sabbatella es una propuesta política mesocrática, no van a estar los gordos, no va a estar el movimiento obrero.
No es solo mesocrático sino que además en términos de pelea, de batalla política, nosotros tenemos al mejor de los soldados de la ley de medios en Miles 3T, que es Gabriel Mariotto, el mejor general lo tenemos nosotros, que no hubiera hecho, esta simulación que hacemos con la Batalla de Pavón cuando Urquiza gana la batalla y se retira, bueno, nosotros decimos que Sabbatella es más o menos eso, es un Urquiza inexplicable. Sabbatella es Urquiza, nosotros tenemos a Rosas. Nos parece un compañero, nos parece que tiene que estar, pero nos parece que no es el hombre que va a convocar a la unidad política de los sectores populares, y por eso nosotros estamos haciendo este menjunje que estamos haciendo.
Tiene que haber peronistas peronistas, peronistas de verdad, no peronistas impostados. Y ellos no se consideran peronistas por esa clave mesocrática, porque están pendientes de seducir a una clase media donde parece que no garpa ser peronista. Entonces necesitamos compañeros genuinos expresando cada uno su trayectoria, su experiencia, pero comprendiendo, incluso más allá de algún discurso que alguna vez hizo Cristina, que la columna vertebral es el movimiento obrero. Y los morochos, el territorio. Si no hay territorialidad no hay fuerza política.
La saludamos. Muchos de nuestros compañeros de Miles 3T están metidos en ese proceso, compañeros de La Bancaria, de SUTAP, las listas de ATE que están apostando a la unidad, como los compañeros de ATE Capital.
El movimiento obrero argentino siempre fue ejemplo de unidad política y de unidad orgánica y después vinieron estas modas medio socialdemócratas, socialcristianas, de las divisiones. Nosotros creemos que eso nos debilitó, más allá de que la CTA tuvo formidables y luminosos momentos políticos. Pero una CGT unida y que pueda debatir y que le dé entidad a los regionales.
Yo viví eso, era la CGT de Ubaldini, yo cuando era pibe veía eso y no había con qué darle. Nosotros saludamos que se dé ese proceso.
En la presentación de Miles 3T dijiste que “el gobierno va hacia una crisis segura que ayudaremos a desatar” y tuviste que salir a pedir disculpas
Si, más que pedir disculpas, pedir perdón, me decían algunos, esa cosa religiosa.. y el perdón como mueca de exculpación… Yo me hago autocrítica, me corrijo. Eso fue una formulación que viene de la trayectoria, del repertorio político desde que se fundó Quebracho.
Lo que te decía al principio: nosotros no teníamos esta valoración del escenario demoliberal, de cómo se resuelven las contradicciones de nuestro pueblo, cómo se plantean avances y retrocesos. Nosotros veníamos de una mirada mucho más disruptiuva, suponiendo que teníamos una estrategia que teníamos formulada en papeles pero que en términos reales no la caminábamos. Entonces era un nivel de irresponsabilidad grande.
Eso nos costó mucho aprenderlo, porque es revisarte todo vos, como organización no es sencillo y la frase tiene que ver con eso. Nosotros creemos que es un gobierno que gobierna contra el pueblo, y lo que planteé en ese discurso es que si gobierna contra el pueblo no hay que dejarlo gobernar. En términos de la propuesta política que estamos haciendo es una frase inconveniente. Inconveniente en ese sentido. Pero nos han llamado sediciosos gente como Lanata que en sus monólogos llamaba a tirar abajo el gobierno de Cristina, o Macri que decía que la gente quería tirar a Néstor por la ventana.
Yo creo que el impacto que tiene esa frase tiene más que ver con una maniobra política, incluso hasta de marginar a este espacio. Porque dicen: Esteche dice esto al lado de Boudou y de Mariotto y de Papaleo, entonces es una doble operación de marginarme a mí entre mis compañeros, que eso no lo van a poder hacer, y después de marginar a este espacio.
El espacio formal es el de los mesocráticos, sin hacer ningún nombre, es el de los prolijos, ellos quieren un kirchnerismo de prolijos, y este es el kirchnerismo salvaje, no nos comemos ninguna. Hay una foto en el primer plenario que hacemos donde faltaban las líneas blancas atrás en la pared para hacer una rueda de reconocimiento. Todos compañeros que han estado en cana, procesados. ¿Pero procesados por qué? Porque decimos que quienes nos señalan a nosotros como bandidos son los bandidos. ¿Y cuál es nuestro bandidaje? Pelear contra ellos.
En algún punto Miles 3T parece una selección de figuras, por lo menos, provocativas para cierto sector de los medios y la política.
No fue pensado así. Pero la verdad que espantan, nos espantan ellos y está bien que nos espante porque somos lo contrario. Y hemos sabido hacer no esa autocrítica berreta y cobarde de los que ahora identifican todo lo que no se hizo, ahora descubren que había un José López, nosotros la verdad que reivindicamos los doce años, lo reivindicamos absolutamente, y lo que sí hacemos es una crítica para adelante, no para pegarnos en la espalda. Energía, transporte, infraestructura, nacionalización del comercio exterior, hay cosas que no se hicieron.
Bueno, vamos a hacerlas. Pero podemos identificarlas a partir de que hubo doce años de ejercicio de un gobierno en sentido popular.
¿Creés que al kirchnerismo no le hace falta una autocrítica, una autocrítica hacia dentro al menos?
Pero el error ahí es creer que hay un kirchnerismo orgánico, no lo hay. Ese es el problema.
Porque aquellos sectores más responsables de los grandes falencias que uno puede identificar son los que además tienen ese autismo que parece que no hubiera pasado nada, que siguen comportándose como si todavía fueran gobierno. Nosotros creemos que la orientación del gobierno está bien, ahora hubo problemas.
¿Dónde decimos nosotros que hay que resolver? En infraestructura. Hay un plano que tiene que ver con lo delincuencial, con lo policial, pero hay otro que tiene que ver con falta de políticas. En transporte hay que resolver. El sistema de transporte y de vías de comunicación en Argentina fue un desastre, se podría haber resuelto, teníamos viento de cola… En energía lo mismo. Nosotros no esperamos las críticas porque ya hemos hecho un proceso de identificación de algunos problemas. ¿Por qué a nosotros no nos pasó lo que le pasó a algunos que cuando pasa lo de López que se sintieron todos angustiados? Para mí ver a López robando o ver a Macri robando… Yo no me identifico con Macri, tampoco me identifico con López, tenemos otro paradigma moral.
Y no dejamos de ver que en este gobierno y en cualquier regreso de lo popular van a estar esos elementos porque estamos en un sistema perverso que bestializa, seduce, corrompe, y donde depende de la fortaleza política, ideológica y moral de lo que aparezca. El movimiento nacional tiene sus ciclos, sus contraciclos, ha sufrido traiciones adentro pero hay una orientación histórica, que es un espiral ascendente.
Nosotros la intención que tenemos es ser parte de la construcción y aportar a la construcción de la unidad con los sectores del FPV, con intendentes, con el PJ que no quede cautivo, o sea, no vamos a regalar ese espacio, no porque sea nuestro sino porque no lo vamos regalar a los sectores neoliberales.
En Provincia de Buenos Aires es más sencilla esa disputa, hay lugares donde es más compleja -Salta, San Juan, Córdoba- pero en Provincia es más sencilla. Son compañeros con los que se puede discutir y que habrá que abrazarlos e ir para adelante en el acumulado más grande que se pueda construir. Así que en términos de eso imaginamos listas de gran unidad donde integren compañeros, qué se yo, como Fernando Espinoza, [Jorge] Ferraresi, o Mario Secco, que no viene del PJ, con compañeros diputados provinciales, con compañeros que vengan de la experiencia esta que estamos planteando nosotros, incluso con el espacio del campo del sabbatellismo, que es un pedacito, mesocrático si querés, pero que es importante, interesante.
Y si no se pudiera armar ese espacio, nosotros igual vamos a expresar la política nacional, popular, antiimperialista desde Miles 3T.
Estuviste involucrado en las famosas escuchas del fiscal Nisman. ¿Qué había de mito y qué había de verdad en esas grabaciones?
De mito todo. Para mí lo más serio en las escuchas de Irán es Capusotto, te propongo que lo veas. Si revisás las escuchas, que es una tarea poco feliz y además desagradable porque es espiar a la gente, por lo menos de mí no vas a encontrar valoraciones de nada que no sean valoraciones políticas y ninguna jactancia de relación con nadie.
Conozco a [Mohsen] Rabbani, he viajado a Irán, conozco a [Alejandro] “Yussuf” Khalil, bueno el Gordo obviamente. Lo dije en su momento y a algunos les cae antipático que yo diga esto, pero creo que esas escuchas fueron más pretensiones de algunos de estar jugando un juego que no estaban jugando, de ninguna manera estaban jugando. Fue más humo. Pero te insisto, yo estoy excluido de esa. Porque si escuchás, la más grave mía es que le estoy pidiendo guita a Yussuf para una marcha, esa es la más grave para el que no entiende la lógica política.
Pero yo creo después que lo que hay en esas escuchas son fanfarronerías más que nada, pretensiones de gestiones que no se pueden hacer. Ni Yussuf expresa el gobierno de Irán, ni Luis expresaba no solo al gobierno de Kirchner sino mucho menos a Cancillería. Yo hacía un mes que había salido de la cárcel, fue terrible. Porque además el tipo hace valoraciones en la tele, dice cosas de cada uno de nosotros que nos deja en lugares muy incómodos. Yo ni lo leí el protocolo, de hecho no estaba de acuerdo, no estoy de acuerdo con esa política.
En general tuve muchas críticas a la política referida a Medio Oriente del gobierno kirchnerista, y más con la de [Héctor] Timerman, y eso creo que tuvo que ver más con el acuerdo 5 + 1 de los yanquis que con una muestra de independentismo. Tenía más que ver con la adecuación de la política exterior argentina a un pedacito de la política exterior de Obama, ni siquiera de Hillary, que era el acuerdo 5 + 1.
Como conozco algo de cómo se construye la política internacional, porque trabajo de eso, dije que si no era Irán entonces habrá que encontrar un culpable, si no es Irán tendrá que ser Siria, que también le conviene a la construcción política de Estados Unidos, Eso lo dije pero no es un secreto, lo digo también en mis clases, abiertamente, no es nada oculto. Fue incómoda la situación, fue un momento incómodo.
Por Diego Sánchez para Revista Zoom. Fotografía de Georgina García.