Menos es más, una mirada sobre el ex Batallón 141
En el marco de las polémicas desatadas por la aprobación del plan de inversiones en el ex Batallón 141, compartimos la mirada de unos de los vecinos de la zona, el poeta Gastón Sironi.
Nuestra ciudad no puede cometer el error irreparable de perder un espacio verde más. Mucho menos tratándose de casi 24 hectáreas en su área central, última oportunidad de extender el Parque Sarmiento, para beneficio de todos los ciudadanos. Voy a exponer argumentos en tres temas principales.
Patrimonio público
El predio del que se trata era de todos, y ahora pertenece a uno. Un gobernador decidió venderlo, en lo que quizá acabe considerándose un acto legal, pero de ninguna manera legítimo, al decidir de manera discrecional enajenar patrimonio público, sin consultar a la ciudadanía. Luego un intendente decidió ordenar a sus concejales (que deberían ser nuestros representantes, no los suyos) que habilitaran la construcción en ese predio de numerosos edificios, un centro comercial, un hipermercado.
¿Cómo puede ser legítimo que una empresa de otra ciudad se quede con un espacio verde imprescindible y público, lo convierta en un barrio exclusivo, y altere toda la zona sin importar más que ganar dinero?
Se trata de un área sensible, sobrecargada ya de tránsito y de población, y un emprendimiento de esta magnitud sólo redundará en perjuicios a los barrios circundantes, a sus vecinos, a los pequeños comercios, motor verdadero de una vida en común. Este emprendimiento es ilegítimo: es la clara primacía del lucro privado por sobre el bien común, avalada por un gobernador, un intendente y sus concejales.
Por cierto, y aunque sea legal, es también obscenamente ilegítimo el proceso de aprobación de este proyecto urbanístico. ¿Cómo puede ser legítimo que el mismo empresario sea el encargado de contratar, a otra empresa, la confección del informe de impacto ambiental? ¿Cuándo será el día en que nuestros legisladores dejen de urdir leyes que beneficien a las empresas?
En la misma temática de ambiente, esto nos recuerda a nuestra ley de bosques, ilegítima si las hay, que permite la explotación de una zona protegida si ésta se ha incendiado, lo que explica la proliferación de incendios que hubo en los últimos años, hasta llegar a esta situación, una provincia con sólo el dos por ciento de bosque nativo, un mar de soja, dinero, sequías e inundaciones. ¿Qué sabemos de la empresa que hace el informe de impacto ambiental?
¿Por qué no lo hace un ente público, neutral, sin fines de lucro, como la Universidad Nacional? Es de una obscenidad imperdonable, no se comprende cómo ningún funcionario no actúa de oficio, por propia ética. La misma ley deja en manos de la propia empresa encargada del informe de impacto ambiental, la difusión de la audiencia pública requerida para la autorización final, lo que llevó a la fracasada y casi desértica primera audiencia pública, que por muy poco no cumplió en silencio su cometido, como sucederá en tantos casos que no llegamos a conocer. Obsceno, ilegítimo, vergonzoso. ¿Cuánto ha hecho la Secretaría de Ambiente por invitar a la comunidad a esta nueva audiencia pública? ¿A ninguno de nuestros funcionarios públicos su ética lo llevará a cumplir con su deber?
En estos últimos tiempos, parte de la comunidad de vecinos y vecinas ha venido manteniendo reuniones sobre el tema. Ha habido una asamblea de vecinos en el lugar. Pero no han participado nuestros representantes, nuestros gobernantes. Señor secretario de Ambiente, señores empleados de la Secretaría de Ambiente de la Provincia, señores funcionarios de las áreas respectivas de la Municipalidad: es en esas asambleas donde ustedes tienen que estar, acompañando a los vecinos, y no enviando a la policía como sucedió el pasado jueves, frente a la misma Secretaría de Ambiente.
Ustedes deben honrar el cargo que la sociedad les ha conferido, y que pagamos entre todos. La definición de sus cargos es la de servidores públicos. Parecen haberlo olvidado. Esperamos nos demuestren lo contrario.
Memoria colectiva
En el ex Batallón de Comunicaciones 141 se centralizaban las tareas de “inteligencia” de la dictadura militar en Córdoba. Era la pieza principal del engranaje de información.
Allí se planificaron crímenes, durante años. Allí trabajaron criminales, pagados por todos nosotros, amparados por un poder también ilegítimo. Cualquiera que desee informarse podrá encontrar testimonios de atrocidades directamente planificadas aquí. También, podrá saber de la existencia de un quincho en “Base”, como se conocía al lugar, para festejar los “triunfos de la represión”. Fácilmente puede hallarse en Internet un video donde en el “Patio de Armas” el general Luciano Benjamín Menéndez, múltiples veces condenado por la Justicia por sus crímenes aberrantes, pasa revista a las tropas formadas en su honor. Todo, por supuesto, costeado con dineros públicos.
Hoy, como si fuera una provocación, el proyecto incluye una “Plaza de Armas”, con ese nombre. No son inocentes las palabras, no.
¿Cómo puede construirse allí un polo habitacional privado, como si nada hubiera sucedido? ¿Cómo puede nuestra sociedad permitir que suceda algo así? ¿Irán nuestros niños a jugar a la nueva “Plaza de Armas”? ¿Pasearán nuestros abuelos en el mismo lugar donde se urdieron secuestros, torturas, desapariciones? Los nuevos vecinos, ¿construirán otro quincho para sus reuniones, ignorando la cercanía con el horror?
Vecinos, empresarios autodenominados “desarrollistas”, funcionarios públicos: ¿cómo podemos permitirnos algo así?
Propuesta de recuperación. Responsabilidad de los funcionarios públicos
El Estado tiene la potestad y la obligación de recuperar el patrimonio público. El predio debe volver al patrimonio de todos los ciudadanos de la provincia, mediante una expropiación a un precio acorde al efectivamente pagado por su enajenación. Es responsabilidad de los funcionarios públicos velar por los intereses de todos.
Señor secretario de Ambiente, señores funcionarios y técnicos involucrados en la decisión de aprobar este proyecto: este predio no debe ser otro negocio más. Debe volver al patrimonio público y servir de pulmón verde a una ciudad agotada. Debe también preservar la memoria, que es también patrimonio, que es también ambiente.
Este lugar debe ser una reserva verde, un lugar de paz y tranquilidad, con árboles y pájaros, sin autos ni más comercios, no los necesitamos. Vivimos en una sociedad manejada por empresarios, un país-empresa cuyo fin es ganar más, concentrar más, y no vivir mejor. Más no necesariamente es mejor. Muchas veces, por lo contrario, menos es más.
Por Gastón Sironi