«A veces somos plástico y otras veces somos piel»
“Cómo devolverle su cuerpo a la niña, al niño, a la mujer y al hombre? ¿Cómo arrebatárselo a esta sociedad que se lo apropia, lo imagina, lo dicta y lo contiene? ¿Como despatologizar los espejos? ¿Qué cuerpo hay que tener? ¿Cómo saltar el dogma de fe de ciertas estéticas o gustos convenientes para ciertos estamentos sociales, políticos y culturales? ¿Cómo volverle a contar al individuo la idea del Bien y la Belleza? ¿Qué cuerpo hay que mostrar? ¿Cómo se de-muestra la verdad? ¿Construirse o dejarse? ¿Nos imponemos al cuerpo o él se nos impone? ¿Dónde queda el deseo? ¿Cómo se de-muestra un cuerpo? ¿Quedarse o escapar? ¿De quién es mi cuerpo?”
Del prólogo de Gabo Ferro en el libro Communitas de Emilio García Wehbi y Nora Lezano.
El pasado 30 de julio se realizó en el Centro Cultural Córdoba la performance «Somos piel», dirigida por Laura Faner y Mariana Saur, intervención ejecutada en el marco de la finalización de la obra de sitio específico “Te regalo la luz de este viaje hacia el centro” de la artista Romina Castiñeira.
Los materiales utilizados en la obra fueron sal, asfalto y film. Castiñeira va a la esencia del plástico para mostrar su materia prima. Sal y petróleo, junto con la intervención del ser humano, devienen en este material.
La instalación inspiró a Faner y Saur a pensar en los orígenes y la naturaleza de las cosas. Es por esto que les surgió la necesidad de poner en escena al cuerpo humano, como primer elemento de la composición, a partir de la piel, su material más visible.
La acción performática constó de un recorrido por dicho espacio, realizado por un grupo de personas que no necesariamente contaban con experiencia escénica previa. Debieron despojarse de todo lo material, desnudarse por completo y recorrer la instalación. Para las artistas la vestimenta es socialmente expresiva y psicológicamente simbólica, la cual denota identidad de un grupo cultural. Esta es una realidad de la que se quisieron despojar, mostrándose desnudos por completo, para ir hacia el “origen”, representados a través de la piel, esta capa de tejido resistente y flexible que nos hace visibles, nos cubre, nos protege y nos contiene.
«La verdad, es la piel. Está en la piel, hace la piel:
auténtica extensión expuesta,
completamente orientada al afuera
al mismo tiempo que envoltorio del adentro»
Jean-Luc Nancy.
La piel como posibilidad. La piel como material y como órgano sensitivo, como lazo que nos unió en esta experiencia colectiva. De ésta devinieron una serie de reflexiones y palabras por parte de quienes participamos: performers, espectadores y creadoras.
Lo que más resonó luego de realizada la acción artística fue el agradecimiento, el respeto, la conciencia, la ruptura de prejuicios, lo sublime, lo natural. La alegría de ser parte, movidos por el placer de ver y crear, una experiencia muy movilizadora que produjo una mezcla de sensaciones que pasaron por los cuerpos, tanto de espectadores como de quienes estábamos “siendo piel“.
Nos dejamos atravesar por el concepto, los cuerpos y la piel. Y haciendo carne lo que la fotógrafa Natalia Roca -quien registró el acontecimiento- expresó: “Detrás de toda esta parafernalia tecnológica, de toda estruendosa virtualidad, detrás de cada des-conexión, de cada categoría, clasificación, cada traje, trapo, ahí detrás; somos la misma materia.”
Testimonio de performers y espectadores
“El día amaneció luminoso y cálido. La mañana anticipa la tarde y la noche. Parece que será un día largo y feliz“, expresó la artista visual Romina Castiñeira, quien después de terminada la acción, con los ojos llenos de lágrimas de emoción, nos saludó y nos dijo que fue una experiencia impresionante, fuerte y emocionante.
No cabe duda de la intensidad con la que se vivieron los diferentes momentos del día. Había nervios, incertidumbre, intriga y adrenalina hasta que todo empezó a hacerse realidad; nos conocimos, mostramos el espacio y enseñamos el recorrido y así las sensaciones iban mutando hacia el disfrute de lo que estábamos haciendo.
“A la hora de desnudarnos me demoré. Veía gente muy desprejuiciada, gente que se demoró, gente muy distinta. Yo observaba mucho, y empecé a desvestirme. Empecé a correr, estaba nervioso. Cuando nos llamaron para hacer ejercicios me saque el bóxer y me acerqué al grupo. Recién ahí empecé a sentirme cómodo. Sentí una libertad que no me imaginaba, libertad y comodidad. Me fui dejando llevar por los distintos ejercicios y miraba cómo eran de distintos los cuerpos y las posturas“, relató Matías Bordone.
Hernán Bravo contó cómo había configurado preconceptos de la gente, que durante el “calentamiento“, es decir, el momento previo a salir a escena, éstos se fueron derrumbando.
Durante dicho calentamiento, las que habíamos planeado las actividades del día pensando en el pudor ajeno, nos dimos cuenta de que éramos las más atemorizadas sobre el hecho de desnudarnos. Al respecto Milagros Arguello escribió: “Mientras nos íbamos preparando para la presentación, despojándonos de nuestra ropa, el animarse de cada uno contagiaba al resto del grupo. Éramos materia pura, todos iguales y con belleza“.
Todos los demás performers que pusieron el cuerpo, que fueron piel y que compartieron este día con nosotras, se mostraron abiertos a la naturalidad de la desnudez, al hecho de compartir una acción artística de tales dimensiones, y cada uno lo percibió de manera diferente.
“Hicimos la fila y salimos, alegres alentándonos entre todos y listos. Una vez afuera todo fluyó, las luces, la mirada a lo lejos, el divertirse e ir soltando el cuerpo. No hundir la panza, y relajarse. Fui disfrutando, del fluir, de la acción, de un ritual hipnótico que nos fue llevando por donde iba sucediendo. En algunos momentos los elementos más físicos me distraían del ritual, algún momento de frío, el dolor de las puntas de alquitrán en los pies, pero se iban haciendo y resignificando, finalizando en una cercanía de calor corporal reconfortante y dando por finalizado el elemento mágico“, expuso Matías, otro performer.
Por otro lado, Miguel Suárez, con trayectoria como nudista naturista contó que “cuando caminaba, desapareció el dolor de mi rodilla y me sentía como si fuera flotando». Y agregó: «En las posiciones estáticas, mi mirada se cruzaba con la de los espectadores y percibía su respeto y sorpresa. Fue una experiencia inolvidable».
El intercambio con el público fue lo que terminó de darle sentido a todo el tiempo de trabajo y planificación. El respeto y la reflexión continuaron llenando el espacio. “Con la liberación de nuestro cuerpo podemos lograr muchas cosas“, acotó Dante Torrecillas.
“Al estar despojados de todo lo material, sintiendo con la verdad, con la piel, con actos… no sólo morir en palabras a ‘yo soy libre’ o lo que sea, sino a través de un acto tan sencillo, humano, cotidiano… poder en cierta manera expresarlo“, compartió Francisco Walker.
Milagros, además, nos hizo percibir lo esencial del hecho realizado el pasado sábado, lo grupal, lo colectivo: “Disfruté la conexión grupal, la concentración que había en cada movimiento, pausa y recorrido; lo cual el público percibió y nos respondió con un fuerte aplauso“.
Son diversas las percepciones dentro de un mismo acontecimiento escénico vivido en convivio, en comunidad, “formando parte de esta masa de cuerpos desnudos (algo que hice sin pensarlo porque si no decía que no) me encontré con la relación sincera entre algunxs que estábamos desnudxs y otrxs que estaban vestidxs. Una experiencia sagrada. El arte que busco no es el arte del artista sino este“.
Esas palabras de Hebe Contreras son las que resumen algo que ambas artistas sentimos. La necesidad de volver al arte, al arte que buscamos, el arte que nos hace sentir y nos hace vivir estas experiencias únicas. En palabras de Esteban Mira: “Superan las fronteras físicas y mentales del espacio y la creación y nos regalan belleza y reflexión“.
“PLÁSTICO Y PIEL.
De qué material es la CARETA que usamos
para sobrevivir en sociedad?
Cuál de los CUERPOS desechó las lágrimas
que, evaporadas, relictuales, persisten como mar salino?
El que transitamos, es el ASFALTO
que nos conduce ineludiblemente a la DEBACLE de la irrenovabilidad
A veces somos plástico
y otras veces somos piel”.
Valentina Saur
Fuimos sal, piel y entrega. Los espectadores sintieron la piel, sintieron lo natural. Se olvidaron de la incomodidad, se olvidaron de las connotaciones sociales de las que se carga el cuerpo desnudo. Porque “en definitiva también somos piel, aunque tengamos ropa somos piel“, dijo Jerónimo Faner, un espectador.
Como creadoras, directoras y productoras de la acción escénica, nos llenó de emociones el hecho de poder ver en concreto algo que planeamos y pensamos durante tanto tiempo. A su vez, el hecho de ser parte de la misma con nuestro cuerpos, nuestra piel, nuestro caminar y nuestra respiración, nos llevó a tener fuertes sensaciones felicidad y satisfacción.
En tiempos en que el morbo pareciera reinar por sobre el arte, y la publicidad se adueña de nuestros cuerpos, poder decir “este cuerpo es mío” pero también es colectivo. “Tantos cuerpos desnudos, todos diferentes, todas las posibilidades de formas, edades, estilos terminan siendo nada o todo a la vez”(Romina Castiñeira).
Al finalizar la performance, ingresamos todos los participantes al espacio donde habíamos estado ejercitando previamente. Los aplausos, los gritos de alegría, las caras relajadas de liberación y felicidad son indescriptibles.
Queremos dejar, a modo de cierre, unas palabras que nos regaló Alexo Juarex, uno de los espectadores que sintió y vivió la experiencia: “En un momento de la performance, algunos espectadores quedamos en el medio de un círculo de gente desnuda. Sin querer nos encerró una muralla construida de genitales, pliegues de carne, poros respirantes, tatuajes develados, lunares, estrías, pezones, cicatrices y belleza. En el medio de esa cárcel desnuda, nosotros, la gente vestida. Observando, luchando contra nuestros prejuicios, simulando naturalidad. Tragando saliva en secreto. Dudando por fin, del significado de la palabra libertad. Pero ellos no estaban más desnudos que nosotros. Ellos estaban vestidos de gala.Vestidos con sus propias causas”.
(*) Nota de Laura Faner y Mariana Saur, y fotografía de Natalia Roca para La Tinta.