Una tomografía de la lucha docente

Una tomografía de la lucha docente
17 marzo, 2017 por Gonzalo Assusa

Por Facundo Miño y Gonzalo Assusa para La tinta

Sólo quien ha recibido siempre ya todo hecho, terminado, empaquetado y masticado puede prescindir de preguntarse ¿Cómo llegó ahí? ¿Cómo es que se fabricó? Y sobre todo ¿Quién lo hizo? Sólo quien tiene las condiciones dadas por el trabajo de muchos otros a los que muy probablemente nunca llegará a conocer puede creer con soberbia certeza que no le debe nada a nadie, que se hizo a sí mismo y que aprendió solo. Sólo él y ella. Sólo ellos.

Como llegar a un lugar limpio y no preguntarse quién lo limpió. Como llegar y encontrar comida lista y no preguntarse quién cocinó. Como llegar y tener camisas planchadas y no preguntarse quién las planchó. Como llegar a un lugar limpio, con camisas planchadas y con comida hecha y pensar, sin culpa alguna, que el único que trabaja, se esfuerza y merece es él: el que llegó y encontró todo hecho. Sólo él y ella. Sólo ellos.

 Sólo ellos pueden tomarse licencia y no preguntarse cómo, con qué y quiénes suceden entre que ingresan alumnos al sistema educativo y, luego de años de trayecto, egresan ciudadanos. 

Los hechos

El Gobierno Nacional no llama a paritarias a CTERA violando la Ley de Financiamiento Educativo. Propone además un techo del 18%, apoyado por la mayoría de los gobernadores.

El Gobierno Provincial no cumple con los acuerdos firmados en 2015 (blanqueo de material docente y aumento en la antigüedad de personas con más de 28 años en el cargo). Tampoco cumple con lo firmado en 2016 (renegociación de aumentos si la inflación superaba el 25%, según el propio gobierno fue del 34,4%, según el índice Congreso fue de 40,3%).

El Gobierno Provincial ofrece un 19,5% en cuotas para 2017. La inflación proyectada para este año ronda alrededor del 25%. En lo que va del año la electricidad, el transporte (urbano e interurbano), los impuestos municipales aumentaron 30%.

Problemas de educación, valores o lo que sea

Desde el recital del Indio hasta la delincuencia juvenil, todos y cada uno de los problemas son educativos, y todas y cada una de las soluciones empiezan por la educación. Parece una moda ya instalada en estos tiempos la de diseñar (¿o sólo declamar?) políticas públicas y abordar problemas sociales desde el paradigma de pensamiento mágico del sí-se-puede.

La educación está en boca de todos como preocupación y como proyecto. Pero por un artilugio discursivo tan falso como irreal, se imaginan soluciones educativas sin educadores, como un “que se vayan todos” recargado.

Triste desilusión para los distraídos que imaginaron que en la revolución educativa amarilla había una suerte de reedición de la revolución cultural maoíta: esta que nos está sucediendo es una revolución que se pretende hacer sin historia, sin Estado, y sin un solo chino. Para las políticas públicas de Cambiemos bastan un medio de comunicación amigo, un globo y un troll.

Aún cuando se haya invertido gran esfuerzo mediático en centrar la discusión en la actitud beligerante de los gremios, la postura del gobierno ante las negociaciones paritarias resulta del todo coherente con su visión general de la política. El Paradigma Cambiemos pretende hacer de éste un conflicto aleccionador que sirva como plataforma para una propuesta de flexibilización laboral global que viene construyendo con la paciencia de quien es dueño del tiempo y los ritmos.  Privar a los docentes de su condición de trabajadores sigue aquella línea argumental que sostiene que los problemas de la pobreza y la educación radican en cerebros sin cuerpo, en individuos sin condiciones sociales, y que se resuelven con políticas públicas sin trabajadores del Estado . Pero el Estado sin trabajadores no es nada: apenas una fórmula vacía, una imagen fácilmente demonizable, un cartel a medio caer de los restos del Ministerio de Modernización. Gobernar no es equivalente a ganar elecciones.

La ideología de la gestión Cambiemos padece de un individualismo a tal punto ridículo que no sólo niega la política (todos somos clientes o consumidores) y las relaciones laborales (todos son “empresarios de sí mismos”), sino que también pretende borrar las relaciones pedagógicas (con conexión a wifi cada uno puede ser su propio mentor autodidacta).

El sector político en el poder declara su intención de terminar de una vez con la violencia de género, pero sin ahorrarse el recorte presupuestario y los despidos de los y las trabajadores y trabajadoras que sostienen los programas realmente existentes en esa lucha. Quieren terminar de una vez con la delincuencia y la violencia social, pero sin que los salarios de los trabajadores de las fuerzas de seguridad del Estado alcancen para llegar a fin de mes. Quieren docentes capacitados, pero sin ahorrarse el cierre del programa Nuestra Escuela en todo el país y el despido de todos sus trabajadores y trabajadoras.

¿Cuántas veces escuchamos que “esto en Dinamarca no pasa”? Eso es el pensamiento mágico: querer tener un Estado nórdico pero quejarse del Impuesto a las Ganancias. Así no hay revolución educativa que aguante. Escuelas sin docentes, países nórdicos sin impuestos, asados sin carne.

Un salario políticamente vergonzoso

Como el gobierno no llamó a paritaria nacional, el acuerdo en la provincia de Buenos Aires se transforma en la referencia para todos los docentes (y en buena medida para los estatales). Vidal ofrece el 19%, rechazado por los gremios.

La primera jugada fue apelar al call center PRO a través de los llamados “voluntarios”, un sinsenstido que les sirvió para correr el eje de la discusión: nada de salarios, pongamos en duda la ética docente. La segunda jugada fue anunciar un aumento extra por presentismo, un premio poco encubierto para quienes no hicieron paro. Una jueza frenó esa medida.

Y a tal punto nos sentimos discursivamente arrinconados, que parece que entre nosotros mismos tuviésemos que pedir disculpas por los reclamos:

“No se trata solamente de un reclamo salarial”, intentamos explicar. Ciertamente, porque la educación pública es mucho más. Pero no debemos olvidar: no puede no tratarse de un reclamo salarial. Que hayamos desarrollado una especie de pudor por el salario es síntoma de hasta qué punto este nuevo discurso ha ganado las pequeñas batallas y ocupado las cotidianas trincheras. Los que trabajamos del salario vivimos. Así de simple, pequeño e indiscutible es el reclamo, como la vida misma.

Baradel (Secretario General de SUTEBA) se transforma en el nuevo cuco. Por supuesto nadie cuenta que en 2014 el gremio hizo 17 días de paro durante la gestión Scioli.

Paralelamente se comienza a instalar la idea de un frente docente desestabilizador contra Cambiemos. No es chiste. El frente se compondría de kirchnerismo (ese que a cada rato los medios declaran muerto pero que revive convenientemente) y la izquierda radicalizada. El detalle que tira abajo la supuesta unión: todavía hoy la izquierda sostiene que Macri y Scioli eran y son lo mismo.

 Entre los docentes hay muchos (montones) que no se piensan a sí mismos como trabajadores. Se quejan del sueldo pero no hacen paro. Critican al gremio y juegan para la patronal . Unos cuantos ni siquiera conocen el término “carneros”, no se consideran rompehuelgas y hasta se permiten poner a circular las operaciones de prensa contra Baradel.

“Son conflictos políticos”: ¿Qué significa eso? ¿Que son orquestados por partidos políticos? ¿Que hay alguien que manipula a los miles de maestros y maestras que ganan las calles marchando? El comportamiento electoral de los docentes, su discurso y su práctica cotidiana difícilmente arroje alguna evidencia en este sentido ¿Por qué no se los manipula siempre? ¿El que manipula gana las elecciones? Ahora bien, si por político se entiende un conflicto gremial que discute si es justo que un Estado que expropia capacidad salarial en 2016 no quiera, ya no digamos mejorar las condiciones de los docentes, sino devolverles el nivel que se perdió el año previo y compensar lo que perderá en el año actual, entonces sí:  es político, porque es injusto. 

* Por Facundo Miño y Gonzalo Assusa para La tinta.
** Fotografía de portada: Lucía Prieto
** Fotografía interior: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: educación, Paro docente

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