“Masculinidades en fuga”: Desechando privilegios

“Masculinidades en fuga”: Desechando privilegios
22 diciembre, 2016 por Redacción La tinta

Puto. La tenés chica. No se te para. La tenés adentro. Para ser un hombre de verdad hay que tenerla clara: ser un ponedor incansable, musculoso que se haga respetar y si no, lo recagabas a piñas y fue. Hay que cuidar a la minita que tenemos al lado (porque, claro tiene que ser una mujer. Nada de andarse volviendo puto). El patriarcado impone una serie de mandatos, cumplir esos mandatos da privilegios.

¿Qué lectura se hace desde el feminismo al rol que cumple el varón en pos de una sociedad igualitaria? Replantearse el rol del “hombre”, separarse de la hegemonía del varón heteronormativizado, escapar a los mandatos socialmente establecidos. Ésa es la propuesta de “Masculinidades en Fuga“, el espacio que los Varones Antripatriarcales llevan adelante desde el 2015. “Nuestras referentes en la Patagonia son las ‘Fugitivas del Desierto’, un grupo feminista que hubo en Neuquén”, cuenta Juan Pablo Lema.

“El feminismo es tomado por el colectivo de mujeres como un instrumento de liberación. Ofrece liberación y empoderamiento de la mujer”, explica Juan Pablo y agrega que “para un varón las ideas del feminismo implican renunciar a los privilegios que los colocan en un lugar. Puede sonar difícil de llegar pero apunta a una sociedad más justa”.

Cuestionar los privilegios del varón en la sociedad machista implica evidenciar que la naturalización de los mandatos conlleva costos: “Cuando se estudia la masculinidad suelen aparecer tres títulos: proveedor, protector y procreador”, aclara Juan Pablo. Los mandatos en las mujeres las colocan en un lugar de inferioridad.

El costo del privilegio

varomnes-antoiaptrairacalesSer proveedor implica llevar el pan a la mesa de una familia. Esto genera independencia económica y relega a la mujer a un plano meramente doméstico. “Los hombres sostienen su experiencia laboral, la mujer tiene que pensar bien en cómo financiar su economía”, reafirma Juan Pablo. Sin embargo, el costo de soportar la carga de un trabajo es estar condicionado por la explotación laboral.

El varón protector se vincula a la superioridad física. Deriva en un estereotipo físico que hay que sostener mientras coloca a la mujer en un plano de vulnerabilidad. Ella es incapaz de defenderse por sí sola. El protector tiene que ser fornido, musculoso y alto. “El privilegio es ser dueños de la calle, dueños de la noche, sentirnos más seguros. La mujer no tiene esa libertad. El costo sería tener que encajar en este modelo, hay todo un estereotipo que cuesta sostener, algunos lo sostienen mediante la vigorexia o escondiendo la sensibilidad que todos tenemos”, aporta Juan Pablo.

Si se es un tipo heterosexual, el que gusta de todas las mujeres, sexualmente activo, el que primero debuta, que funciona como una máquina, es el procreador ideal. Tiene el privilegio de poder elegir. En muchas parejas el que decide lo que hace y lo que no se hace, en la cama, es el varón. Ser dueño de la sexualidad que en realidad es compartida. El porno es una sexualidad preparada para el goce del varón. El porno que miramos es patriarcal. “Acariciar es de marica, ese es el molde de la sexualidad masculina, totalmente concentrada en el pene. Encajar en este modelo cuesta, tiene un costo que es abuso del viagra, el modelo nos pide que se nos pare”, continúa Juan Pablo.

No le pego, no la mato. No soy machista

Hay machismos por todos lados. Los micromachismos son las expresiones mínimas de machismo.

Las últimas movilizaciones han hecho hincapié en los femicidios y violencia física. “Quienes no ejercemos esa violencia tan evidente nos sentimos como que no somos eso. Hay una línea muy marcada entre el ‘varón violento’ y ‘nosotros’. Nos colocamos fuera de esa vereda”, dice Juan Pablo. Ahí vienen otras violencias y micro violencias que atraviesan diariamente. “Podemos citar algunos como el paternalismo, que es una herramienta para obtener beneficios, manipular y ejercer poder. Colocar a la mujer siempre en el mismo lugar. Son actitudes que no permiten que la mujer se empodere”, afirma.

Otro ejemplo de micro machismo es el silencio: los varones creen tener la libertad de elegir cuando hablar y cuando no. “A veces con la excusa de la imposibilidad de trasmitir sentimientos. Elegir no hablar es controlar la situación escudándonos en una imposibilidad. La solución es trabajar sobre los sentimientos”, propone Juan Pablo y explica “ocultar los sentimientos es algo que nos enseñan desde niños. En lugar del silencio el consejo es actuar y hablar de cómo nos estamos sintiendo”.

*Por Daniel Font Thomas y Nadia Ramírez Osses para 8300. Foto: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Patriarcado

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