
Cielo rojinegro (“Si me muero, que sea de Lepra”)
Lo malo es cuando se me mezclan los recuerdos tristes. Como el clásico que perdimos por goleada en el ‘97, que aunque no lo viví me duele más que el pinchazo de la anestesia. No, tenés razón, mejor no hablemos de eso. Además, ¿sabés qué? A medida que crece el grito siento que los recuerdos feos se diluyen, de a poco se van borrando y solo quedan los lindos: Messi de chiquito jugando con la rojinegra, Bielsa emocionado diciendo que algún día va a volver, el entrenamiento del Diego en el que llevamos más de 10 mil hinchas, el día en el que mamá me dijo que para mis quince iba a dejar que me tatuara un escudo chiquitito.