Si no robás, te matan
A días de cumplirse tres años de la muerte de Jorge Reyna, se realizó en Capilla del Monte un encuentro para recuperar la memoria y las banderas de la lucha que despertó el asesinato cometido por la policía provincial en el año 2013.
Por la vida y en contra de la impune violencia policial, el reclamo siempre vigente de justicia movilizó una vez más al grupo de Familiares y amigos de Jorge Reyna y a un conjunto de organizaciones sociales a convocar a una charla-debate a casi tres años de la muerte de Jorge. Junto a la Coordinadora de Familiares de víctimas de gatillo fácil, el Frente Organizado Contra el Código de Faltas (FOCCOF) y Carlos Orzaocoa, abogado y militante de Derechos Humanos, Olga Tallaprieta, mamá de Jorge Reyna reavivó la lucha que la interpeló años atrás, movilizando emotivamente energías que se desgastan con los vaivenes de la burocracia judicial y la impunidad del aparato policial.
En pleno auge de los diseños de nuevas políticas de seguridad y de la guerra contra el narcotráfico, recordar a Jorge Reyna nos obliga a recordar que murió denunciando un aparato de corrupción que no deja a los pibes en paz.
Un cuerpo lleno de verdades
El Comisario Juan Castro estaba a cargo de la comisaría de Capilla del Monte en el momento en que Jorjito apareció muerto en una celda, el sábado 26 de octubre de 2013. La policía no permitió que Olga, su madre, se acercara a ver el cuerpo ya sin vida que fue y volvió, autopsia de por medio, a la ciudad de Córdoba de la que volvió en un cajón cerrado que Olga Tallapietra logró abrir para comprobar que no había marcas de ahorcamiento, sino hematomas y signos de una golpiza letal. Le habían dicho que Jorge se había ahorcado con una campera.
La fiscal Alejandra Hillman confirmó que fue muerte por asfixia mecánica y excusó los golpes como producto del traslado de la ambulancia por el camino sinuoso que separa a Capilla del Monte de Córdoba capital. Así de absurdo es todo el escenario que circunda la muerte de este adolescente de 17 años que se hartó de ser hostigado por la policía provincial y decidió arriesgarse a denunciarla.
Los horarios que informó la policía a la familia y las supuestas causas que le adjudicaron a Jorge para su detención se contradijeron una y otra vez y la irresponsabilidad del accionar policial quedó en evidencia en las respuestas frente a los reclamos que despertó el asesinato: reprimir a quienes se manifestaron y sitiar la ciudad con un operativo de la infantería de la provincia. Ésta es una respuesta conocida de las fuerzas de seguridad que se mueven en la impune ambigüedad de culpabilizar a los pibes por sus muertes y entorpecer los procesos de esclarecimiento de las causas.
Creer o desaparecer
Los jóvenes vulnerados son el blanco de las políticas de seguridad, viejas y nuevas. Inclusión o represión, siempre se piensa qué hacer con los pibes. Jorge Reyna denunció en la fiscalía de la ciudad de Cosquín una alternativa extraoficial orquestada por la policía: acosar y perseguir a los pibes para que roben y vendan drogas.
El reverso de la guerra contra el narcotráfico es una cadena de corrupción en la que los poderes de gobierno, las fuerzas de seguridad y las redes del narcotráfico cuentan con la venia de la Justicia para, en el cotidiano, hacer y deshacer vidas en función de sus intereses. Jorge Reyna intentó abrirse de la persecución policial y denunció el sistema que tiene como rehenes a los pibes. Su muerte fue la respuesta, y después de ésta: el maltrato a su familia, las contradictorias explicaciones judiciales y la represión a quienes reclamaron justicia.
*Por el Frente Organizado Contra el Código de Faltas (FOCCOF) para La Tinta