Argentina-Uruguay en Tel Aviv: otra mancha a la pelota
No hay ingenuidad posible. La poca conciencia y activa corrupción que azota al fútbol argentino desde hace décadas y que corroe especialmente a la AFA, bloquea cualquier gesto humanitario. Messi ya estuvo en Israel en otras ocasiones. Sus multimillonarios contratos incluyen ser la cara pública de la tecnológica israelí Sirin Labs. «¿Qué decidirán las selecciones argentina y uruguaya después de los bombardeos indiscriminados en Gaza?», se preguntaban días antes desde el Comité de Solidaridad con el Pueblo Palestino.
Por Jorge Montero para El Furgón
“En fútbol, el peor ciego es el que sólo ve el balón”.
Nelson Rodrigues, cronista brasileño
El Fútbol otra vez con sus múltiples vergüenzas y sus escasas dignidades.
Mientras Israel continúa con una de sus habituales operaciones de exterminio contra la población palestina de Gaza, por tierra, mar y aire, que se ha cobrado en los últimos días otra treintena de víctimas asesinadas, entre ellas niñas y niños y más de 80 heridos; las selecciones de Argentina y Uruguay disputaron en Tel Aviv un partido ‘amistoso’ de fútbol.
Una vez más, observamos con dolor e impotencia las imágenes del horror, destrucción de la infraestructura, incluyendo viviendas, escuelas, hasta la oficina de la comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, devastadas por los bombardeos del Estado sionista, sobre la Franja de Gaza, considerada el mayor campo de concentración a cielo abierto. Una lonja de tierra de 365 kilómetros cuadrados donde sobreviven malamente dos millones de personas. Otra vez la barbarie cometida bajo la mirada impávida y cómplice de las mal llamadas democracias occidentales que abonan la teoría de los dos demonios: mientras justifican el genocidio del ocupante israelí, condenan el derecho a la resistencia del pueblo palestino.
“Este reino de la lealtad humana ejercida al aire libre”, frase con la que Antonio Gramsci homenajeó al fútbol, hace años que es difícil de sostener en Palestina. En el delgado territorio sitiado de Gaza, los escombros no dejan ver el pasto. Y si un niño se arriesga a meter un pase o una gambeta a ras del piso, puede transformarse en otro mártir, víctima de los bombardeos aéreos o del disparo certero de alguno de los francotiradores israelíes, implacables con sus proyectiles dirigidos a los ojos o las piernas de quienes seguramente emulaban a sus héroes deportivos… Messi o Suárez entre ellos.
No hay ingenuidad posible. La poca conciencia y activa corrupción que azota al fútbol argentino desde hace décadas, que corroe especialmente a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), desde las épocas del führer Julio Grondona hasta la ‘triada’ Claudio Tapia-Daniel Angelici-Hugo Moyano, con numerosos ‘progresistas’ dentro de la bolsa -como el actual director de selecciones nacionales, el inefable César Luis Menotti-; bloquea cualquier gesto humanitario.
El contrato de una millonada de dólares, el vuelo chárter que trasladó a la selección desde Riad, Arabia Saudita, donde disputó otro amistoso con Brasil en tierras de la democrática casa de Saúd, el lujoso hotel con más de 90 habitaciones para alojar a la delegación. Los negocios son los negocios. El clásico rioplatense que terminó 2-2 se disputó en el New Bloomfield de Tel Aviv. Ariel Raber, director asociado de la empresa Comtec Group, organizadora del encuentro, se ocupó de llevar tranquilidad en los días previos: “todo está tranquilo en Tel Aviv”. Las 29 mil entradas se agotaron.
Nada puede salir mal. Lionel Messi ya estuvo en Israel en otras ocasiones. Los sionistas atesoran sus fotos de 2013 con kipá en el Muro de los Lamentos. Sus multimillonarios contratos incluyen ser la cara pública de la tecnológica israelí Sirin Labs. En ocasiones, como durante su casamiento en Rosario, agencias israelíes con personal de la Mossad, se hacen cargo de su seguridad personal.
Mientras tanto en Chile la pelota no fue la excepción. Hace cuatro fines de semana que no hay fútbol profesional en el país trasandino. Los clubes “grandes” quieren volver al juego, presionan, los jugadores mantienen el paro. La final de la Copa Libertadores que iba a disputarse en el Estadio Nacional de Santiago, fue dada de baja. Referentes de la selección que más logros ha conseguido con ‘La Roja’, se negaron a disputar los ‘amistosos’ que dispone la FIFA, han hablado y apoyado abiertamente las protestas, sin temor a exponer sus opiniones políticas y sus críticas al sistema chileno y a Piñera.
A charrúas y argentinos los recibió con satisfacción lo más representativo del Likud y del Kahol Laván, los grandes partidos de la derecha conservadora y tradicional sionista que disputan la jefatura de gobierno. El actual premier, Benjamín Netanyahu, ha hecho innumerables negocios con el gobierno de Mauricio Macri, sobre todo en el área de armamentos e instrucción policial, con la ministra Bullrich como abanderada de los intereses del Estado de Israel. Para todos ellos la ecuación cierra perfectamente: Estados Unidos pone los dólares, Argentina el fútbol, Israel las balas y Palestina los muertos.
Tal vez porque “el fútbol es la dinámica de lo impensado”, como decía Dante Panzeri, estábamos esperanzados en que la presión internacional y algún resquicio de conciencia en los futbolistas, impidiera volver a manchar la camiseta argentina, poniendo a rodar la pelota sobre el césped regado con sangre palestina.
“Es como si nosotros celebráramos la ocupación de las islas Malvinas”, declaró alguna vez el embajador palestino en Argentina, Husni Abdel Wahed, con una contundencia que no dejaba margen para dudas.
Mohammed Khaalil Obaid, joven futbolista gazatí, envió un mensaje a la selección argentina: “¡No hay nada ‘amistoso’ en disparar a futbolistas palestinos!” Mientras manifestaba pacíficamente en una de las multitudinarias Marcha del Retorno en Gaza, fue baleado en su rodilla por un francotirador israelí, acabando con su prometedora carrera.
El responsable de la Asociación de Fútbol de Palestina, Yibril Rajub, dirigió una carta a su homólogo argentino, Claudio Tapia, en la que recuerda “Argentina y otros tantos países latinoamericanos saben muy bien cómo el fútbol fue usado por sus respectivas dictaduras militares para blanquear sus graves y sistemáticas violaciones de los derechos humanos. Habríamos esperado que aprender del pasado, hubiera hecho que esto no se repitiera”.
Ya setenta niños de los campos de refugiados de Qalandya, al-Am’ari, Jalazoun y Aida, en Cisjordania, le habían escrito a Messi: “Pero nuestra felicidad se convirtió en lágrimas y se rompieron nuestros corazones. ¿Es acaso lógico que Messi, el héroe, vaya a jugar en un estadio construido sobre las tumbas de nuestros ancestros?”, cuestionaban en su carta.
Que menos podemos hacer que expresar nuestro repudio ante este crimen de lesa humanidad sistemático e incesante, cometido por el Estado de Israel, contra un pueblo palestino, asediado, agredido y ocupado.
“¿Qué decidirán las selecciones argentina y uruguaya después de los bombardeos indiscriminados en Gaza? ¿Jugarán un ‘amistoso’ sabiendo que han muerto varias personas sólo porque se le ocurrió al régimen de Israel que era un buen día para asesinar?”, se preguntó el petitorio del Comité de Solidaridad con el Pueblo Palestino y otras organizaciones, presentado por Norita Cortiñas, en las oficinas de la AFA.
Entre los escombros, el fútbol palestino, aún en medio de bloqueo y muertes, es más importante de lo que muchos suponen. Un palestino lo sintetiza a la revista estadounidense The Nation: “Es nuestro espacio para olvidar donde estamos y recordar quienes somos”.
La pelota vuelve a rodar, no se trata ya de vender ilusiones. Tal vez porque estamos condenados a esperar lo peor del fútbol argentino, es decir, nada.
*Por Jorge Montero para El Furgón