Un movimiento audaz que puede evitar una guerra en Latinoamérica
El gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana alcanzaron un primer acuerdo para normalizar las relaciones y encaminar un diálogo que intente estabilizar al país.
Por José Negrón Valera para Sputnik
El maestro de ajedrez Max Euwe solía decir que “la estrategia requiere pensamiento”, pero la “táctica requiere observación”. ¿Cómo podemos reintepretar dicha frase en el contexto político de una nación como la venezolana?
La nación suramericana ha sido víctima de un asedio continuado y de un chantaje que ha llevado las negociaciones políticas a un callejón sin salida. Washington se ha obsesionado con la salida de Nicolás Maduro y ha hecho lo indecible para provocarlo. Incluso, el propio Elliot Abrahams ha llegado a imponer quiénes pueden o no ser candidatos del chavismo, en unas posibles elecciones presidenciales que solo existen en los deseos del Departamento de Estado.
El gobierno venezolano no la ha tenido fácil. Se enfrenta a una nación que ha demostrado durante más de cien años que no le tiembla el pulso para llevar la guerra a cualquier lugar del planeta. Con excusas difusas fue a la Primera Guerra Mundial, y ya sin excusas y sin explicaciones bombardea Medio Oriente cuando le viene en gana. Así que, más allá de contar con modernos equipos, una disposición moral en la fuerza armada y el partido, y la razón de defensa de la soberanía, Nicolás Maduro se ha empeñado en que no hay que transitar otro camino que no sea la paz. Una actitud que requiere una visión estratégica. Guste o no, a propios y extraños.
Ahora bien, luego de que explotara el escandaloso y macabro vínculo narco-paramilitar de Juan Guaidó, ficha de turno del Pentágono en Venezuela, y de que se empiece a escribir el epílogo de este vergonzoso episodio titulado “la autoproclamación”, el gobierno ha entendido que si la facción violenta de la oposición venezolana no quiere jugar el juego de la política, pues simplemente se cambia de tablero. Eso es un movimiento táctico que denota una inteligente observación de la coyuntura.
Así como el llamado a la Constituyente le cerró el paso a la guerra civil en Venezuela durante el año 2017, el acuerdo firmado el 16 de septiembre entre el gobierno de Maduro y una parte de la oposición venezolana puede significar no solo desbloquear los obstáculos para la paz, sino rediseñar el mapa de actores para los próximos años en el país.
“Estamos obligados a recuperar la Asamblea Nacional”
Conforme escuchaba los puntos de la agenda negociada entre el gobierno bolivariano y un sector de la oposición política, no pude dejar de pensar en dos entrevistas pasadas.
Elías Jaua, ex ministro y actual dirigente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), afirmaba en diciembre de 2018 que era necesario “reconstituir el Parlamento” para así “destrabar el juego político”. Consideraba que era posible que Venezuela fuese “víctima de despojo de sus activos”, y que gobierno y oposición debían llegar a acuerdos para evitar una “hecatombe”. Casi todos los escenarios se han cumplido.
Al contactarlo para saber sus impresiones sobre la actual coyuntura, no dudó en afirmar que las corrientes patrióticas y el pueblo todo estaban “obligados recuperar la Asamblea Nacional para la estabilidad política de nuestro país y para la defensa de la soberanía”.
Pero además del momento presente, la Asamblea Nacional debe servir, a juicio de Jaua, para “defender y expandir los derechos de nuestro pueblo, el derecho al salario, al trabajo, a la tierra, al ejercicio protagónico de la democracia, para el desarrollo de una economía mixta bajo regulación del Estado con participación de todos los sectores, privados, públicos, comunales y sociales en general”, concluyó.
—Hay sectores de la oposición con mucha fuerza mediática y financiera que han estado en contra de los acuerdos. ¿Qué piensa que debe ocurrir para blindar este acuerdo de quienes busquen entorpecerlo?
—Hay que dotarse de mucha valentía, especialmente los actores de oposición que han firmado el acuerdo. Hacerlo transparente, en segundo lugar. Que el país conozca todos los pasos que se vayan dando, para que no haya posibilidad de manipular y tergiversar de lo que se esté acordando en función del interés nacional. Y en tercer lugar, asumir con mucha conciencia el deseo de la voluntad de la mayoría de venezolanos y venezolanas de recuperar el derecho a vivir en paz, de tener un normal desenvolvimiento de las instituciones del país.
—¿Cuál debe ser el papel del PSUV de cara a su militancia, a partir de este momento?
—Hoy más que nunca debe reunificarse. Y quienes están al frente del PSUV deben hacer un esfuerzo por reunificar la amplia base plural que constituye el chavismo, la unidad en torno a los principios programáticos, éticos, políticos e ideológicos para poder enfrentar con éxito cualquier escenario electoral que venga en el futuro, en especial el que está previsto para el año 2020.
—¿Cree que Estados Unidos respaldará este acuerdo, o por el contrario, buscará boicotearlo?
—La dirigencia del gobierno de Estados Unidos es muy impredecible. Habrá que esperar sus reacciones, y sobre la base de eso plantearse una estrategia que permita un diálogo directo con la presidencia de Estados Unidos para esperar que se respete este esfuerzo que se ha iniciado el día de hoy entre los venezolanos.
—En muchas ocasiones la oposición y el gobierno han buscado lograr acuerdos, pero han resultado infructuosos. ¿Usted piensa que ahora será diferente? ¿Qué le hace pensar eso?
—Creo que, por primera vez, hay un desprendimiento de una parte de la dirigencia opositora que asume con responsabilidad anteponer los intereses nacionales y de nuestro pueblo, y eso es positivo. Porque el país esperaba desde hace mucho tiempo un paso de la dirigencia opositora, que hoy se ha dado. Ahora, hay que apostar que este primer paso se mantenga, y si no fuese así, pues habrá que intentarlo una y las veces que sean necesarias para devolver la paz a la familia venezolana.
—La pérdida de la Asamblea Nacional de 2015 fue analizada muchas veces como una respuesta errada del pueblo a los efectos de la guerra económica. Una especie de voto castigo para el chavismo. ¿Puede volver a repetirse una derrota similar? ¿Qué hacer para evitarlo?
—Siempre parto de que los pueblos tienen la razón de molestarse y de expresar su malestar respecto a determinadas situaciones. Creo que más que el pueblo, somos quienes estamos en la dirigencia revolucionaria los que tenemos que someternos a procesos de revisión de nuestros métodos y políticas, y de rectificación donde haya que rectificar. De cara a un proceso electoral, el gobierno bolivariano debe tomar medidas muy urgentes, contingentes, con respecto a la recuperación del salario, del poder adquisitivo de los venezolanos, y debe trabajar en función de proteger nuestra moneda y de una política sostenida y de inversión en bolívares en materia de producción agrícola, el desarrollo de obras públicas para incrementar el empleo. Se requiere retomar el papel regulador que la Constitución le da al Estado venezolano en materia económica, para evitar situaciones que agraven la condición de nuestro pueblo, y con ello se produzca un malestar político e ideológico que pueda generar de nuevo un revés en las elecciones parlamentarias.
“El gobierno venezolano está atrincherado y debe cumplir su palabra”
En un diálogo con Sputnik, Enrique Ochoa Antich ya consideraba hace unos meses que la intención de Juan Guaidó de activar el TIAR era una vergüenza, pues era inconcebible que la Asamblea Nacional avanzara en una “estrategia que cifraba su éxito en la presencia de ejércitos extranjeros en nuestro suelo patrio”. Tiempo después, Guaidó no solo pedía la activación de dicho mecanismo de injerencia militar, sino que además dejó bien en claro que está dispuesto a liarse con el narco-paramilitarismo colombiano si se trata de alcanzar el poder político en Venezuela.
Ochoa Antich se mantiene optimista en que el reciente acuerdo “abrirá una nueva época en la relación gobierno/oposición”. Sin embargo, era necesario preguntar qué se podía hacer para evitar que dichos avances fuesen torpedeados por quienes buscan una salida violenta a la crisis política en Venezuela.
“Para blindar los acuerdos, creo que el país democrático debe aislar a los dos extremos: al extremo perpetuacionista del gobierno, que no considera siquiera la idea de la alternabilidad republicana, y el extremo de la oposición que, para llegar al poder, tienta la idea de una invasión extranjera, un golpe militar, una guerra civil y sanciones y más sanciones”, apuntó el político y escritor venezolano.
Ochoa Antich, quien fuese secretario ejecutivo nacional de uno de los partidos de oposición más importantes -Un Nuevo Tiempo-, piensa que se deben garantizar condiciones mínimas para revestir de legitimidad este nuevo acercamiento.
“Debe producirse la libertad de los presos políticos; la habilitación de todos los partidos y el regreso de los exiliados; un nuevo CNE (Consejo Nacional Electoral) que rescate la confianza en el voto; debe asegurarse atender a los que más sufren el hambre, la carencia de medicamentos y el caos en los servicios, comenzando por el de la electricidad y el agua. Quizá hay que pensar en instalar, como ha propuesto la Alianza por el Referendo Consultivo, una mesa económica y social autónoma de la mesa política”, agrega.
—¿Cuál debe ser el papel de este sector de oposición de cara a su electorado?
—La oposición extremista seguramente se dedicará a descalificar estos acuerdos. La oposición democrática debe defenderlos, argumentarlos, discutirlos con el país, y disponerse a seleccionar democráticamente a sus candidatos para ofrecer los mejores nombres para la nueva Asamblea Nacional. Debe, además, idear y proponer caminos para la irrupción del pueblo en la solución del conflicto. El protagonismo del depositario de la soberanía nacional resulta crucial si quiere legitimar estos acuerdos. Allí está la figura del referéndum consultivo como un instrumento idóneo para lograrlo.
—¿Y Estados Unidos? ¿Qué posición cree que tomará?
—Es evidente que en Estados Unidos existen sectores extremos que procurarán boicotear los acuerdos. La oposición democrática, e incluso el gobierno deben aprovechar esta coyuntura de la destitución de John Bolton para hablar directamente con el gobierno de Donald Trump. En vez de hacer, como Chávez y Maduro hasta ahora, que torpemente provocan una reacción imperial extrema de Estados Unidos, gobierno y oposición democrática deben ambos, como Evo, Lula, Correa, Pepe Mujica, etc., aislar a los guerreristas gringos que tan bien representan a Bolton. Se trata de ofrecer opciones al imperio que, sin comprometer nuestra soberanía, permita una coexistencia pacífica. Lo primero es demandar el levantamiento de las sanciones. Y para ello apoyarse especialmente en la ONU, México, Uruguay, la futura Argentina de Alberto Fernández, y, claro, Europa.
—¿Piensa que estamos ante un “déja vu”? Me refiero que, ante tantos diálogos fracasados, ¿qué puede hacernos pensar que este será diferente?
—No puedo asegurarlo. Creo que este gobierno, acosado por todos lados, atrincherado en Miraflores para defenderse, y sin poder adelantar una mínima obra económica y social, está obligado a cumplir su palabra. Y creo que esta oposición, esta tercera opción, está deslindada del gobierno, pero también deslindada claramente de la oposición clásica, comprometida con la ruta democrática para un cambio de gobierno, también está en la disposición de cumplir. Pero esa credibilidad entre ambos se construye, no se decreta. La historia por venir habrá de decirnos hasta dónde las buenas intenciones se hicieron realidad.
*Por José Negrón Valera para Sputnik