Ecuador: Militarización, una trampa a leguas
Lenin Moreno ordenó que las Fuerzas Armadas salgan a las calles a cumplir funciones policiales, en una nueva medida que demuestra la derechización de su administración.
Por Revista Crisis
“A partir de hoy decimos basta al temor, basta a caminar con miedos por las calles y de vivir con miedo dentro de nuestros hogares”
(Lenin Moreno, 2019)
El pasado jueves 29 de agosto, el presidente Lenin Moreno anunció el despliegue de la campaña “Cruzada para la Seguridad Ciudadana”. La misma habilita a las Fuerzas Armadas a ejercer el control de armas, municiones y explosivos. Sin embargo, bien sabe cualquiera que tenga más de dos dedos de frente, que nos estamos enfrentando al anuncio tapiñado de una franca militarización de las calles.
La salida masiva de los militares a las calles, con el amparo del lema de “la lucha contra la delincuencia”, es una pantomima más del desgobierno de Lenin Moreno. En un momento histórico en que se pretende volver por todos lados a legitimar los abusos de las Fuerzas Armadas, con las experiencias nefastas de México, Brasil y Argentina a la cabeza, esta decisión coloca a la ciudadanía en una situación de extrema vulnerabilidad.
Las implicaciones de la militarización de la seguridad interna de un país son atroces. No se limitan al control de armamento, como se quiere aparentar. Sino más bien se le otorga pase libre al ejército para “detener a sujetos en delito flagrante”, que se reduce a malos tratos, detenciones y cateos ilegales, uso excesivo de la fuerza, e inclusive tortura y desaparición forzada. Si esto ya sucede con la Policía Nacional al mando de la seguridad interna, imaginemos las dimensiones que se podrían llegar a alcanzar si se suma al actor Fuerzas Armadas.
En las experiencias de México, Brasil y Argentina, no solo que los índices de delincuencia -ya bastantes sesgados de por sí en su forma y su contexto social de medición-, no disminuyeron, sino que las denuncias y observaciones por violaciones a los derechos humanos son abrumadoras.
La militarización de la vida pública no es un problema menor en cuanto nos comen la cabeza con sentidos que normalizan ese tipo de violencia y el control de nuestra vida cotidiana, sino que crean un efecto de coerción y miedo en la dinámica política del país. Además de hacer un juego perfecto entre las medidas violentas e inhumanas contra la población migrante y la latente xenofobia social.
No parece una coincidencia que se tomen estas medidas represivas en medio de un creciente descontento social, en un marco de ajustes promovidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y una derecha revitalizada en auge. Esto es neoliberalismo puro. En un continente con tan dolorosa experiencia con militares dirigiendo la vida pública, esta medida no solo es una falta de respeto absoluta a la memoria, sino que es una amenaza franca y desvergonzada. Ante la impunidad y la violencia, resistencia popular.
*Por Revista Crisis