La casa de Argüello: la memoria proyectada
Mañana martes 26, el recientemente reinaugurado Centro Cultural La Piojera, albergará el documental autobiográfico de Valentina Llorens (nieta de Nelly Ruiz de Llorens) con el que narra la historia de su familia, que es, finalmente, nuestra historia.
Por Redacción La tinta
Esta semana, en las redes circuló el lanzamiento de un espacio filonazi en Córdoba. Su candidato usaba una remera que decía “No fueron 30.000”. A 43 años de la dictadura más sangrienta y perversa de la historia argentina, y con los genocidas juzgados y condenados en procesos que son ejemplares para la humanidad, el negacionismo sigue apareciendo, ahora con intenciones electoralistas.
En épocas en las que el discurso en las redes pone en mismo valor hechos con opiniones, el documental La casa de Argüello dirigido por Valentina Llorens viene a renovar el ejercicio de pensarnos más allá del contexto actual plagado de posverdad. Echar luz sobre lo pasado (y qué es el cine, sino, justamente eso) es también aclarar el futuro. Porque nos obliga a no volver a repetir nuestra historia, mal que les pese a los insensibles de turno. El segmento donde se muestra la condena a jueces colaboracionistas con la dictadura debería alarmar a quienes hoy judicializan sin las mínimas garantías que requiere un Estado de derecho.
En la Semana de la Memoria, La Piojera (en el pintoresco y revolucionario barrio de Alberdi) es el espacio elegido para estrenar en nuestra ciudad la película, que crece al mismo tiempo que lo hace Valentina, realizadora y protagonista a la vez.
En la primera media hora vemos expresado una de las que -arriesgamos- es una de las mayores dificultades. Nelly dice: “Hay cosas que no se puede transferir, todo lenguaje quedará insuficiente”. Esta idea se completa con una poesía que se enuncia, incompleta. En esa imposibilidad de contar con absoluta fidelidad lo que se siente, se asienta el eje de la historia familiar atravesada por cuatro generaciones y cuatro miradas distintas en la forma de expresar y comprender lo que pasó.
“Cuando comencé a filmar a mi abuela creía que ella contaba toda la historia familiar. Ahora comprendo que el relato de mi madre estaba ausente, estaba desaparecido, como así también mi testimonio y mi sentir. Memorias silenciadas por el propio dolor guardado en la intimidad personal olvidadas en un olvido evasivo, o enterradas en huecos y síntomas traumáticos. Dentro de la Historia hay una biografía oculta que no sale en los diarios: esa biografía personal y singular es el tema de esta película, porque lo personal es político. » dice Valentina.
En este film, revisa el pasado familiar integrando las miradas de cuatro generaciones de mujeres: su abuela Nelly que ha perdido a dos de sus hijos; su mamá Fátima, presa política; ella, Valentina, nacida en cautiverio y recuperada por su madre, y su hija Frida, “testigo de la restitución”.
Son 17 años de trabajo de la realizadora sobre un documental que imaginamos lleno de emociones. Podemos ver cómo la cámara inquieta del comienzo, que registra a la abuela Llorens, se va estilizando, a medida que va pasando el tiempo. Quizás en esa estilización algo de ingenuidad y frescura realizativa se pierde, pero se gana en registro. En ese momento el documental también se abre a la reconstrucción de la infancia de la realizadora y de su madre, y esa mirada introspectiva baja el ritmo y debemos redoblar el nivel atencional. Las intervenciones de hija de Valentina renueva la calidez del film y en cierto modo ayuda a contener el dolor de la historia familiar.
Entrevistar a su mamá nos hace aparecer en una pequeña revelación final que nos vuelve a vincular a los setentas en la vigencia de una canción que no pierde esa pulsión de ponernos a pensar sobre el destino de otras personas, e invitarnos a salirnos un poco de la realidad para entrar en la poesía.
Porque como decía la abuela Nelly, con un ojo lloramos y con el otro reímos. Una lección que los negacionistas obsesionados con nuestra libertad deberían aprender, porque el buen cine, que es poesía, también estuvo siempre de nuestro lado. Y por más que lo intenten, películas como La casa de Argüello seguirán naciendo e interpelando desde una honestidad insoslayable.
*Por Redacción La tinta. Foto: Iván Brailovsky.
La casa de Argüello
Guión: Leonel D’Agostino | Edición: Alejandro Carrillo Penovi, Nicolás Toler | Dirección de Fotografía y Cámara: Santiago Melazzini | Co-Productor: Mariano Avellaneda | Productor Ejecutivo: Nicolás Batlle | Producción: Nicolás Batlle, Valentina Llorens, Luciano Quilici | Música: Lisete Martel, Matías Barberis | Diseño de sonido: Matías Barberis | Directora: Valentina Llorens.
► Martes 26 de marzo, 18.30 hs., Centro Cultural La Piojera (Av. Colón 1559, Ciudad de Córdoba).