Tailandia: Democracia al servicio de la dictadura
Cómo es el panorama previo a los comicios en Tailandia, en una votación con partidos proscriptos y la junta militar ansiosa de seguir gobernando.
Por Pablo Peralta, desde Tailandia, para La tinta
El próximo domingo 24, se llevarán a cabo las elecciones generales en Tailandia. Los partidos en campaña aspiran a obtener la mayor cantidad de escaños en la Cámara Baja del Parlamento, un número que les permita alcanzar una posición de poder en las discusiones para conformar el próximo gobierno.
La elección propiamente dicha ya tuvo su puntapié inicial el pasado domingo 17. Durante esa jornada, votaron en todo el país casi dos millones y medio de personas. Estaban habilitados para emitir su voto aquellxs que viven fuera de su distrito electoral de origen, previa inscripción en los padrones de la Comisión Electoral. Las embajadas de Tailandia alrededor del mundo también reciben electorxs desde la semana pasada, pero el recuento de boletas tendrá lugar recién al cerrar las urnas el domingo.
El sistema electoral indirecto fue reformado por la Corte Constitucional y la Comisión Electoral. Este nuevo modelo de votación atenta contra los principales partidos, en especial, los que tienen un alcance territorial amplio. Esta movida fue cuidadosamente planeada por la junta militar que gobierna el país desde el golpe de Estado de mayo de 2014.
Tailandia se ha convertido en la segunda potencia económica del Sudeste Asiático, con un crecimiento acelerado de la industria del turismo. Pero este buen pasar contrasta con un sistema político autoritario. La monarquía constitucional es apenas una figura ceremonial, que le sirve a las autoridades militares para darle fundamento a su accionar represivo. La junta lleva adelante su programa de gobierno bajo un discurso de reordenamiento de las instituciones -con la familia real a la cabeza- y guerra contra la corrupción. En el país oriental, todxs aman al rey y nadie critica al gobierno, al menos de puertas hacia afuera. Desde el golpe de 2014, las cárceles se llenaron de convictxs por delitos de lesa majestad, hasta alcanzar un número inédito en la historia del país.
Líderes y lideresas proscriptxs
El líder político más popular es el exiliado ex-primer ministro Thaksin Shinawatra. Su partido y las fuerzas electorales que responden a su figura han ganado todas las elecciones desde el 2001. Thaksin fue reelegido como primer mandatario en 2005, pero atravesó protestas por su política personalista, además de acusaciones de corrupción y lesa majestad. Fue derrocado en septiembre de 2006 y, desde entonces, permanece en un exilio auto impuesto. Incluso, fue juzgado y condenado in absentia en su país natal por casos de corrupción.
Su hermana, Yingluck Shinawatra, llegó a primera ministra en agosto de 2011 y fue destituida por la Corte Constitucional en 2014, al ser encontrada culpable de abuso de poder en la remoción de un jefe de seguridad nacional. La destitución se produjo días antes de un nuevo golpe militar, el mismo que maneja los destinos del país desde entonces.
Ambxs líderes se encuentran fuera del espectro de candidatxs y su partido original, Thai Rak Thai (TRT), está proscripto. Sin embargo, continúan siendo quienes mueven los hilos de la oposición y levantan la bandera anti-militarista.
Pheu Thai (PT) es hoy el principal partido que responde a lxs hermanxs Shinawatra. Es el movimiento político de mayor arraigo en la población, especialmente en los populosos estados del norte y noreste tailandés. Pero el sistema proporcional diseñado por la junta ataca a PT en su mayor fortaleza: el alcance territorial. Mientras es mayor el número de distritos electorales en los que se presenten sus boletas y candidatxs, más difícil resultará formar gobierno a partir de sus propios representantes. Por ello, ha surgido un abanico de pequeños partidos pro-Thaksin dispuestos a contrarrestar la jugada de la junta militar.
Democracia para avalar la dictadura
Una de las principales políticas de la junta militar a lo largo de sus cinco años de gobierno fue una abierta campaña discursiva anti-Thaksin. Si sumamos esto al cambio en el sistema electoral, podemos afirmar que los gobernantes han allanado su camino para las próximas elecciones del 24.
El general Prayut Chan-o-cha es la cabeza de la junta y premier en funciones. Junto con algunas figuras políticas conservadoras, además de miembros de su gobierno, formó un partido llamado Palang Pracharat (PP). Prayut no propone nada diferente a lo que viene realizando desde que lxs militares asumieron el poder por la fuerza: una guerra contra la corrupción, personificada en la figura del proscripto Thaksin Shinawatra.
Lo novedoso es que el sistema electoral proporcional puede permitirle al general Prayut formar gobierno, a partir del 25 de marzo, sin tener que conseguir la mayoría de los votos o vencer en una gran cantidad de distritos electorales. Tanto es así que todo el arco opositor tendría que juntarse para poder ungir a un primer ministro ajeno al régimen, algo que parece complicado.
En esta campaña, se dio también un hecho sin precedentes en los anales de la monarquía constitucional tailandesa. La princesa Ubolratana Rajakanya se postuló a primera ministra por el partido Thai Raksa Chart (TRC). Aunque la hermana mayor del rey Maha Vajiralongkorn tuvo una brevísima candidatura.
El rey reaccionó rápido y afirmó que el hecho era “extremadamente inapropiado”, pues la casa real se ha mantenido siempre al margen de la política desde que el país dejó de ser una monarquía absolutista en 1932. La Comisión Electoral se hizo eco de estas palabras e impugnó de inmediato la candidatura de Ubolratana, el mismo día que anunció su postulación. Las consecuencias fueron aún más graves, porque el partido que impulsaba a la princesa fue disuelto y prohibido a presentarse con listas propias en las elecciones.
La disolución del Thai Raksa Chart es, además, un duro golpe para las aspiraciones de Pheu Thai. El partido que impulsaba a la princesa se formó el año pasado como un aliado de la coalición pro-Thaksin, el cual le permitiría lograr más escaños en la Cámara Baja y una poderosa alianza para aspirar a formar gobierno.
Esta decisión de la Comisión Electoral responde a los intereses de la junta y del general Prayut Chan-o-cha. De esa manera, se debilitó su principal contrincante y se allanó el camino para una posible continuidad democrática del proceso autoritario que llevan adelante.
Demócratas y el equilibrio de poder
Quizá la mayor incógnita en las próximas elecciones sea el papel que puede desempeñar el partido Demócratas. Su líder es el ex-primer ministro Abhisit Vejjajiva, la figura que tanto los pro-militaristas como los pro-Thaksin buscan seducir. La cantidad de representantes que pueda conseguir y la posterior decisión de a quién ofrecer su apoyo va a tener un lugar preponderante en la política tailandesa de los próximos años.
Esa decisión despierta intrigas y especulaciones, ya que Abhisit declaró que no quiere la continuidad de los militares en el poder, pero tampoco piensa apoyar partidos envueltos en escándalos de corrupción, en referencia al Pheu Thai de Thaksin Shinawatra. De hecho, Demócratas fue quien orquestó y encabezó las masivas protestas que culminaron en la destitución de la primera ministra Yingluck y el posterior golpe de Estado.
Demócratas ha perdido espacio en los últimos años. Su nicho era la lucha contra la corrupción y el anti-thaksismo, pero ese rol ahora es representado por el Palang Pracharat del poder militar. Con los resultados sobre la mesa el próximo 25 de marzo, van a escuchar las propuestas que les permitan volver a ser un actor preponderante en la vida política nacional.
Las elecciones del domingo en Tailandia no serán un proceso democrático libre de polémicas, ni siquiera aspiran a un ideal de transparencia. El principal movimiento de masas proscripto, la monarquía involucrada y las maniobras del gobierno militar para perpetuarse en el poder han copado el panorama de cara a los comicios. Pronto, sabremos el destino de una nación donde, por ahora, la junta propone y el rey dispone.
*Por Pablo Peralta, desde Tailandia, para La tinta