Elian Chali: la potencia de los márgenes

Elian Chali: la potencia de los márgenes
17 agosto, 2018 por Soledad Sgarella

¿Qué significa ser curador o curadora de un proyecto artístico? ¿Es posible que podamos “meter la cuchara” en las construcciones de sentidos desde una feria de arte? ¿Se puede, en equipo, proponer un mercado como un espacio de encuentro? Este fin de semana, será la edición 2018 de Mercado de Arte Contemporáneo en nuestra ciudad y hablamos con el curador de la feria, Elian Chali, para desentramar algunas cuestiones y seguir haciéndonos preguntas.

Por Soledad Sgarella para La tinta

“En un contexto desalentador, la herramienta de la invención reflota como espada que atraviesa todo cuerpo. Inventar nuevas formas, cuestionar todo lo que sabemos y, sobre todo, construir un sentido de ética y acción que nos permita seguir encontrándonos en la feria, en la noche, en el barrio, en la cama. No se puede curar lo que no tiene vida, así que sugiero que, en vez de intentar sanar lo muerto, nos inyectemos de existencia.”, plantea claramente Elian Chali en su texto para la publicación de MAC (Mercado de Arte Contemporáneo), impulsado por la Municipalidad de Córdoba.

El curador de la edición 2018 es el muralista de 30 años, criado en Barrio Juniors, que se presenta en su página web como: “Artist without formal studies”, traducido: artista sin estudios formales.

El cordobés, que ha sabido construir desde la autogestión y por fuera del círculo más cercado del arte contemporáneo y académico, propone un proyecto que organiza la curaduría en tres ejes: Género, Territorio y Producción, y pone el foco en el evento como lugar de encuentro y espacio de cruce, mientras afirma -en su nombre y en el del equipo de trabajo- estar “comprometidxs y confiadxs en que la feria puede ser un terreno de expansión, distribuir esfuerzos entre el galerismo y los contenidos periféricos”, en palabras del propio Chali.

¿Es necesario que la cultura atienda los asuntos actuales de un mundo aplastante? Se interroga en el mismo texto. La tinta se acercó a preguntarle, a ver si tiene esa respuesta, por qué cree que lo convocaron como curador y qué tiene para ofrecer desde ese rol.

—¿Cómo asumís el rol de curador? ¿Qué es ser curador de un proyecto artístico?

—Básicamente, es una persona que plantea un recorte sobre una situación dada para un momento. Puede ser una exhibición, puede ser un evento… Yo creo que la curaduría se trata de una segmentación, una forma de tratar un tema. Casi que se trata de darle un manto poético o una intención, o un cauce, a un proyecto. En este caso, es una Feria de artes.

—¿Y por qué creés que te eligieron a vos?

—Mirá, el año pasado la curadora fue Carina Cagnolo. Ella es una eminencia dentro de la curaduría, ha hecho la carrera para todo eso. Es un símbolo académico muy importante en Córdoba y en extensión para Argentina. Yo creo que un poco por contraste, para correrlo un poco del ámbito académico, por un lado, me convocan a mí. Y creo que para que oscilen distintas propuestas. Desde el día uno, desde la Muni, sabían que mi propuesta iba a ir lo más corrido posible del propio circuito.

A mí me convocan para hacer una Feria de arte contemporáneo, una tipología a la cual yo no pertenezco, porque yo no hago arte contemporáneo, mejor dicho, no es mi círculo, mi contexto cultural… y, por otro lado, una feria, o sea que la intención principal es vender. Como la Feria del Libro, la Feria de artesanías, como sea, la intención es vender. Entonces, me convocan para un rol en el que no tengo formación, porque es así, no tengo formación como curador para trabajarlo en un contexto al cual no pertenezco. Yo he decidido tomar una postura y la postura es no sé nada, estoy inventando.  La curaduría tiene mucho de invención, creo que el rol propio tiene mucho de inventar y, sobre todo, me parece interesante el lugar incómodo. No solamente para mí, sino para todos los sectores. La incomodidad creo que es algo necesario, estamos atravesando por una corrección política abismal, ¿viste? Insoportable. 

Entonces pienso: yo creo que fui convocado para abrir el juego a otra mirada, que no sea la de los contextos artísticos propios. Yo vengo de la autogestión, del mundo independiente, no he hecho nunca nada ni he pedido nada en vinculación al Estado. No me he ganado una beca, ningún premio, no he aplicado nunca a nada. Siempre fue una elección, nunca quise, siempre hice mis movidas y haciendo la mía pude, tengo la suerte, de conocer más de 30 países con mi trabajo y eso está mortal.

—¿Cuándo empezaste vos?

—Y… yo empecé a pintar como a los 16 y, a los 22, 23, empezó a tener una fuerza distinta. Y, desde ahí, empecé a desarrollar la carrera afuera. Entonces, esa mirada independiente, o autogestiva, era una intención de la feria para mostrar. Algo muy a groso modo, te lo digo… también sé que acá me conoce gente y eso sirve en la convocatoria. Yo, al trabajar por fuera de las instituciones, no soy un artista de museo.

Mi camino de formación ha sido todo informal. Obviamente que me gusta mucho más y ha sido arduo, igual que todo lo otro. Es como que la autogestión me di cuenta que lo tengo como muy pibe medio naturalizado, ¿viste? Y para mí es como parte de una práctica muy natural, todo en mi vida me gusta que sea así, lo aplico en todo. Es cansador tomar decisiones y todo eso, pero también me llevan a una praxis, a un sentido ético de acción, donde me siento cómodo, conforme y con todas las contradicciones, ¿no? Pero la autogestión ha sido siempre una plataforma que me permite encontrarme en error y solucionarme también. Si hubiera estado 20 años trabajando en el Estado y un día hubiera explotado, tal vez no me lo perdonaría jamás. Y no quiere decir que no vaya a pasar, ¿no?

Al trabajar en el espacio público, además, he desarrollado un vínculo con los ojos que me ven, que son un poco más abiertos que lo que son a veces los propios del arte. Tengo la suerte de que mi obra está expuesta en todo el mundo y es un privilegio también.

Yo no soy un artista que se queda callado, y soy un poco más border, pero tampoco creo tener la capacidad de romper con nada…

—¿Por qué dijiste que sí?

—Yo creo que tengo que aceptar que es un reconocimiento muy grande, primero. No sé si lo que busco es el reconocimiento del circuito artístico, pero dije que sí porque pude medir el alcance. Planteé algo que era sabido: ustedes saben que, que yo esté acá, va a llevar a que ciertas discusiones tengan más lugar que otras y es posible que el equipo y los participantes y demás no estén alineados con la postura política.

La oportunidad me parecía buena para meter una cuchara distinta, me están dando lugar y lo ocupé. Tal vez, muchas personas se esperaban que yo hiciera un festival de murales. Y el proyecto es otra cosa, pero es importante decir que mi mirada en la feria, después de todo, es una intención. Es un evento. No es que tiene una capacidad de mutación amplísima.  Pero mi intención es poder corrernos… y nos hemos corrido bastante de lo hegemónico, esa cosa endogámica que muchas veces tiene el mundo del arte. La idea es confiar en el cruce. Por eso, el nombre de la feria: Germinación Cruzada. 

Lo que quiero es que vengan Marlene Wayar y Nicolas Cuello, y a las personas que hemos invitado, para ofrecer un diálogo más, estoy acá ofreciendo una mirada. Seguramente que va a haber gente que lo critique y, sobre todo, por hacerlo en vinculación con el Estado, hay gente que critica al Estado, yo critico al Estado, lo hacemos en ese marco.

Pero yo creo que es una contradicción propia de los tiempos que corren y lo tenemos que también aceptar. Para mí, es re fuerte el hacer esto en un marco comercial, es loco. Pero es también donde mucha gente se encuentra: una feria. Una feria feminista, el objetivo no es ir a encontrarse para comprar milanesas veganas. Obviamente que sí y esta alucinante la microeconomía, pero lo más importante ahí es la tecnología del encuentro. ¿Me explico? Y es una instancia comercial y esta instancia comercial, forra, banal, careta, aristócrata como vender y comprar arte, también puede ser un lugar de encuentro, creo.

Sobre todo para instalar debates a todas esas señoras y señores que se van a incomodar con todo esto… me parece una gran oportunidad.

—Contame el contenido, los ejes de sentido del proyecto…

—La feria tiene un núcleo duro, que son las galerías: es una feria de galerías. Vienen galerías de toda la Argentina y de Latinoamérica, y el país invitado es Perú. Ese núcleo duro es un poco como la excusa, la feria también pretende ser una bienal, por así decirlo. Yo no estoy en el mundo del galerismo, de hecho no tengo galería en Argentina, no trabajo con galerías acá.

El mundo del galerismo no es lo fuerte mío, pero consideré importante la oportunidad para que el gesto curatorial se encuentre en los proyecto satelitales: el cine, las performances, el auditorio.

—¿Y cuál es ese “gesto curatorial”?

—Siempre se trabaja con tres ejes, el año pasado los ejes fueron: mercado, coleccionismo y público. El arte discutiéndose a sí mismo, ¿no? El arte problematizándose a sí mismo y es propio de una feria de arte, eh… Pero yo pensé: esos ejes atraen al público que ya va a venir obligatoriamente, porque el público que ve arte va a venir sí o sí, el de acá, el de Buenos Aires, el de Rosario. Van a venir a la feria. O laburan en las galerías.

Hay muchos temas que desbordan y nos atraviesan por fuera de lo evidente, ¿no? Los que planteé yo son: género, territorio y producción. Estos ejes forman parte de mis estudios personales, yo estudio sobre esos temas muy por fuera de lo que se vea en mi trabajo. Me interesan, como una cosa subjetiva. Me interesan y además empiezo -cuando empiezo el trabajo de diagnóstico y demás-, observo, que son temas que nos atraviesan a todas las personas que estamos relacionadas a la cultura. Entonces… ¿cómo abordar temáticas de gente propia de la escena cultural y de por fuera de la escena?

Y lo entiendo como si fuera un ejercicio, de adentro para afuera o de micro a macro: perfeccionar u observar el género como una forma de producción de sentido o una forma de subjetivación. Y ver cuáles son las poéticas del cuerpo y las intenciones que están desbordando en estos días. Digo, pienso, que hay muchos temas más, por ejemplo, el activismo gordo, que es un tema abordado en casi todas las áreas de la feria, también el transfeminismo, un poco el feminismo negro… Qué está pasando con respecto al género, por qué lo estamos problematizando este año y qué nos pasa a nosotras, ¿no?, por el cuerpo. Y en eso, ahí, hay un gesto muy íntimo mío, viste, porque también la diversidad funcional está puesta ahí, hay una cosa de observar eso como intención propia.

Después, territorio, desbordando la territorialidad. Decir qué pasa por fuera de lo geográfico. Yo creo en la territorialidad pensada desde el hacer comunitario. Pensada así, desde el hacer comunitario, es lo único que nos puede frenar en este capitalismo extremo. Entonces, creo que el territorio, para entendernos en contexto, era un tema que había que abordarlo sí o sí. Y, además de eso, reflexionar sobre los territorios mentales: históricamente, el arte se ha nutrido de los locos, los insanos, pero, en realidad, hay una corrección política puesta en eso, asquerosa. ¿Cuáles son los territorios mentales? ¿Hay lugares, por ejemplo, instituciones mentales que generen producciones de arte como modo de resistencia?

Porque en el mundo del arte que nos movemos nosotros es casi un móvil económico, pero en las cárceles se hace poesía para sobrevivir, en los manicomios, se dibuja para sobrevivir… entonces, me parece que hay una reflexión pendiente que es muy importante que abordemos.

—¿Y en Mercado, cómo se traduce esa idea?

—En los textos, en el auditorio… César González es un pibe que se formó estando en cana, por eso, es importante su visión. También eso: la cárcel, el panóptico, todos esos temas que considero parte de la territorialidad, creo que son interesantes como eje.

—El último eje: producción.

—Bueno, el último, que es producción, pensado desde un término medio posmarxista, para reflexionar sobre cuáles son los modos de producción artística o de lenguajes o de diálogo que planteamos en el arte. Es una pregunta. Pienso que hay muchos lugares estereotipados, que reproducimos, lógicas eurocentristas, americanas, que todos hacemos medio lo mismo.

Busco cuestionar eso del acopio material. De decir hacer cuadros, vender cuadros. Hay nuevas formas de hacer arte que un poco atentan contra eso, la performance por ejemplo, en ese sentido, en la performance vos podés vender un registro, pero la experiencia no la podés encapsular.

Entonces, es re importante pensar la producción como un modo de cuestionamiento de lo estereotípico… algo así como: galerías, las estoy viendo.

El proyecto lo pensé como una cosa medio aeróbica, como si fueran unos pulmones: el género para nosotros, para pensarnos para adentro; el territorio, para pensarnos nosotros en contexto, y la producción, como forma de vínculo con ese contexto, qué hacemos, cómo hablamos con ese contexto. Es un adentro y un afuera que me parece muy potente, y sobre todo también porque son temas que permiten atacar de distintos frentes. Vos podés hablar de cualquiera de esos tópicos desde muchos lugares distintos.  Entonces, al abrir el juego a tantos colaboradores y colaboradoras, es como que se vuelve demasiado polisémico y eso es una potencia. Con muchos márgenes. 

Me parece importante decir esto: no está mi obra en MAC, está mi acción, mi micropolítica si querés, pero no está mi trabajo explícitamente. He intentado ofrecer una mirada o tratar de generar una plataforma de encuentro. Lo evalué así. Y cuando planteé el guión curatorial, puse como condición que se respetara lo que iba a plantear, la visibilización del equipo de trabajo, y tratar de generar el ámbito menos precario posible. Christian Román está llevando el auditorio, ahora se llama Agora. Antes sucedía en el Salón Rojo del cabildo, donde pasan todos los actos protocolares, bueno, ahora se llama Agora y es un domo en la plaza. Ese traslado tiene una intención también. Al salón rojo no llega nadie. Pía Canello lleva la Zona Editada, que es una suerte de feria de ediciones, autoediciones, fanzines y arte impreso que sucede dentro de la feria.  Sabrina Cassini es curadora de las performances y arte de acción, que sucede en la plaza. Yo lo que hice fue, del guión curatorial, dárselo a cada una de estas personas y que interpreten. Siu Lizaso, Federico Galará, Ines Beninca y Curi San Martín en producción. Demian Orosz es el editor del libro que estamos publicando. La publicación es una de las grandes apuestas. Todos los años se hace un catálogo, como cualquier feria.

Y yo pensé que eso estaba bien como material de archivo, de lectura, para ver qué pasaba en el arte, dentro de 20 años. Entonces dije: o no hacemos eso o hacemos eso, pero, además, tenemos que hacer otra cosa. Lo que planteamos es un libro, una publicación de dos tomos en la que en uno de esos tomos tiene toda esa información y en el otro hay más de 35 colaboradores y colaboradoras que hacen una interpretación de los ejes curatoriales que yo planteo. Eso se vende en librerías y durante los días de ferias. El libro empieza con un texto de Andrea Giunta y cierra con uno de César González, es un poeta y director de cine.

Juan Drago, que militó mucho tiempo en FOB, y es mi hermano de la vida, programó el ciclo del Cineclub, vamos a estar proyectando pelis… uno de los cortos es Guacho, del Mati Magnano, La prima Sueca, de Inés Barrionuevo y Agus San Martín, y Mi gorra brilla, de la Cele Onaindia, una animación, un laburo sobre la Marcha de la Gorra. Mujer Nómade, un documental sobre una epistemóloga, de Martín Farina, y la función extraordinaria de la peli de César González.

Es una visión compartida en tratar de articular… aunque, el 21 de agosto, termina la feria y el mundo del arte seguramente me vuelve a encajonar a mí y yo vuelvo a mi círculo normal, ¿viste?

Porque esa es la verdad: hoy soy no sé qué cosa, la semana que viene no soy más nadie. Y eso también lo considero una potencia, una posibilidad, pero tiene que estar dentro del plan de acción. Si yo me quedo mendigando, va a ser un problema. Y eso se lee… la intención es siempre ir con absoluto respeto y el marco más digno posible.

*Por Soledad Sgarella para La tinta.

Palabras claves: Elian Chali, Mercado de Arte Contemporáneo

Compartir: