Marta Gómez: “Ser latinoamericana me ha hecho vivir más cerca al dolor humano”
La artista colombiana presenta este domingo su nuevo disco en Córdoba. Habló con La tinta y nos contó qué significa el canto en su vida, cómo siente su raíz latinoamericana, y cuál es su postura frente a la legalización del aborto.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Hace años que no vive en su país, pero lleva por donde vaya su “almita” conectada con los sentires de Latinoamérica. Usa con frecuencia los diminutivos, y parece que siempre habla con cariño, aún cuando versa sobre tristezas y dolores.
Canta desde que tiene uso de razón, compone y comparte su música, y cada vez que puede hace saber que extraña a sus queridos y queridas, y como dice en redes, en su último proyecto musical ha reunido a «algunos de esos artistas que alumbran mi vida y que me hacen ser mejor ser humana y sobre todo, más feliz. Las canciones aquí grabadas son, casi casi, la excusa que he buscado para poder abrazar a varios de mis amigos del alma a quienes, por desgracia, no veo con la frecuencia que quisiera”.
Marta Gómez compone e interpreta canciones que nos tocan las fibras de los corazones comunes, canciones con las que nos sentimos identificadas sin hacer esfuerzos, canciones que nos significan las nostalgias y los sentires profundos, en medio de lo cotidiano.
En su venida a nuestra ciudad, con La tinta nos animamos a escribirle unas preguntas a esta cantautora que -siempre partícipe de luchas sociales y llevando las voces de las mujeres en su voz-, nos respondió mientras arranca la gira por Argentina.
—El nombre de tu última producción discográfica es contundente: “La Alegría y el canto”. ¿Qué ha significado el canto para vos, en tu historia (personal y artística)?
—El canto es todo para mí. Es lo que mejor se hacer. Lo que siento me hace distinta a los demás. Lo que nací para hacer. Soy feliz cantando. Brillo, me multiplico, me expando.
No hay sentimientos negativos cuando canto. Me olvido de todo. No tengo conciencia de nada ajeno al canto.
Es la representación directa de la alegría en mi vida. Por eso decidí tatuarme esa hermosa frase de Tejada Gómez, ensayar en la tierra la alegría y el canto, y de ahí el nombre del disco.
—La canción Ritualitos es una canción de cabecera para las y los que escuchamos tu música… Es un himno a creer en lo humano, a acercarnos a los demás. ¿Por qué elegís trabajar colectivamente, el hacer música con otras y otros?
—Ritualitos es definitivamente un homenaje a la amistad. Es un sentimiento que valoro muchísimo. Es incluso más real que nunca amor. Más leal y menos egoísta.
Amo a mis amigos. Y si esos amigos comparten su talento conmigo ya es como el colmo de la felicidad, así que en el disco quise invitar a varios amigos a quienes quiero y demoro a cantar conmigo.
—¿Cómo es vivir tu raíz latinoamericana en los otros lugares del mundo donde vivís? Hoy que venimos bien complicados en esta parte del planeta…
—Todo el planeta está bien crisis. Vivimos tiempos duros pero también tiempos de cambios. De reflexiones distintas.
Ser latinoamericana me ha hecho vivir más cerca al dolor humano. Sufrirlo de cerca y en mi caso , querer, pretender cambiar o aliviar de cierto modo ese sufrimiento.
A través de mis canciones intento curar, sanar un poco el alma de quien me escuche y de quien necesite mi voz.
—Hace años que estás trabajando en relación a la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres. ¿Cuál es tu posición respecto al aborto en América Latina?
—Mi posición frente al aborto legal es bastante simple: ninguna mujer quiere abortar. Es el dolor más grande del mundo y nunca se vive igual después de un aborto. Pero la vida obliga a miles de mujeres a abortar.
Las causas son variadas pero están ligadas siempre a la falta de educación, a la falta de oportunidades , al maltrato, a la pobreza y al machismo.
Entonces lo que la ley del aborto cambiaría será que estas mujeres que YA abortan, lo hagan de manera legal, y segura, y no mueran en el proceso.
Lo que sigue será hacer un plan para que estas mujeres no queden embarazadas en estas condiciones. Entonces el Estado tendrá que proveer condiciones distintas, educación distinta y entonces cuando eso cambie y cuando nuestra sociedad entienda el sexo desde otro punto. Cuando los jóvenes experimenten el sexo desde el placer mutuo, desde el cuidado y la protección y no desde el machismo y la violencia o la culpa, recién allí se solucionará el problema de forma completa.
*Por Soledad Sgarella para La tinta.