Mariquita Quiroga, abrir el arte y llegar a la gente
Artista de los afueras y de los adentros, la cordobesa empezó a intervenir las calles hace más o menos una década. Mujeres de ojos y cuerpos grandes, abrazadas y aladas, aparecen en paredes externas (y también en galerías) para tender puentes entre el mundo del arte y el resto de los mundos.
Por Soledad Sgarella para La tinta
María Soledad Quiroga nació en Córdoba en 1977. Además de haber transitado recorridos de formación académica (egresó como Especialista en Dibujo en el Colegio Nacional de Monserrat, es Licenciada en Grabado y es Técnica en Restauración de obras de arte con especialidad de pintura de caballete en el Taller de Restauración Domingo Biffarella) tiene en sus manos -y en su alma- lo que más se necesita para hacer arte: animarse a hacerlo, y disfrutar.
Después de arrancar con Química abandonó la carrera de las ciencias duras y decidió que se iba a dedicar a la producción de artes visuales, a lo que sumó el importante (y necesario) trabajo de la restauración de obras.
La tinta se acercó a esta artista de voz serena y brillante, que expone en galerías, pero que deja sentado en muros de espacios públicos que más importante es que el arte circule por donde andamos todas y todos.
—¿Porque elegís la calle para mostrar lo que hacés?
—La calle y los espacios públicos me parecen muy interesantes, son los espacios que la gente que no entra a los museos sí o sí circula. Es una llegada real a todo el público. Mucha gente ve a los museos o el mundo del arte como algo que no está en su mundo, directamente. Me parece que se hace muy elitista a veces… o es arte para artistas, entonces está bueno romper un poco con eso. Yo empecé a hacer esto de pintar en la calle en el 2006, más o menos, cuando la conocí a Jenny Calden, que es un artista de Los Ángeles e hicimos unas intervenciones juntas.
Elijo la calle por eso, porque es realmente para todos y es un espacio que me parece super necesario para que los artistas lo puedan ocupar, más que está plegado todo con publicidades de cosas que nos quieren hacer comprar sin sentido. Me parece que tiene que estar como para poder llegar a despertar reflexiones… bah, o por lo menos para no sé, para algo que no sea únicamente el consumo.
Igual, también me interesa exponer en los espacios de validación del arte como galerías o museos porque también se genera como un puente. Por lo general cuando expongo en un lugar interno siempre hago una intervención callejera en relación a lo que está adentro, como un puente que va de un lugar a otro: lo puede ver el que está adentro, pero también el que está afuera. Y a lo mejor es una invitación también a acercarse porque siempre la idea es llegar a la gente, pero parece que el arte, por ahí, se ha cerrado tanto en conceptos y cosas que por ahí a muchas personas las expulsa.
—Es un decisión política hacer arte afuera de las cuatro paredes de un museo o de una galería…
—Sí, es una decisión política de poder hacer ese puente. Es importante que tu obra se valide y esté en relación con tus pares. Y otra cosa de la calle: cuando empecé agarraba al asalto cualquier pared, como muchos de los criterios y de los artistas que trabajan en la calle, y no me parece mal… pero yo particularmente he tenido experiencias muy feas con eso.
He pegado unas xilografías de casi 2 metros, por 1,8, y hemos estado trabajando con Mex (Seba Zapata Hantsch), y realmente a las dos horas, cuando pasamos, nos dimos cuenta que alguien la había destrozado…¡pero la había destrozado! Y como mi temática por ahí habla y aborda lo femenino, de los derechos de géneros, de tratar de romper con los estereotipos, entonces hay veces que siento que pongo esas mujeres en la calle y la gente reacciona… ¡y esto me pareció realmente tan abrupto! Si bien había hablado con los vecinos, esa pared era un muro de esa cochera, creo que fue la última vez que intervení sin permiso en la calle.
Me resultó mucho más amable y no quiere decir que no sea más difícil el tema de poder ir, tocar timbre, preguntar de quién es este muro, contarle quién soy, qué es lo que pienso, y me parece que ahí estás entablando un diálogo mucho más sincero con la persona. Y las veces que he hecho eso, realmente esta mujer que yo pongo en la calle ha sido solamente erosionada por el tiempo, pero no por la gente.
Esto me pasó con un mural que esta en la calle San Luis, algo lindo te cuento: el mismo mural que duró en Cofico dos horas, en Nueva Córdoba hay uno que ya lleva tres años ¡es un montón de tiempo para un papel pegado en la calle!
También, fue así: pasé y no sabía ese muro realmente qué era, porque estaba bastante deteriorado, y dio la casualidad que era la parte de atrás del Museo de Antropología. Y bueno, les dije: mirá la verdad que yo venía viendo este muro, pensé que era de un negocio, pero me interesaría intervenirlo. Les pasé mi mail, nos escribimos, les mostré mi obra y me dieron el permiso para hacerlo.
Y yo creo que es uno de los más significativos que tengo en el centro, y de hecho, sigo trabajando cada tanto en ese muro. La otra vez me estuve fijando en Google Maps, en la calle San Luis e Yrigoyen que si vos te fijas te muestra la cronología del espacio. El Maps empezó a ver cómo estaba antes, cómo fue intervenido, y espero este año poder intervenirlo nuevamente. Y ahí invité a otros artistas.
Es un muro que te permite hablar.
—¿Cómo hacés lo que hacés en Córdoba hoy? ¿lo sentís complicado?
—Sí, complicado… como cualquier persona. Yo antes estudiaba Ciencias Químicas y la vi a mi vieja renegando con las obras sociales y también era complicada su profesión, y ahí fue cuando decidí: voy a hacer lo que quiera porque lo mismo, para todos, no es fácil. Y proseguí a elegir esto como un medio, como un estilo de vida, como una decisión de lo que quiero hacer toda, realmente, mi vida. Y lo de química me sirvió para poder hacer restauración. Estoy restaurando el Teatro San Martín, que para mí es super importante, cuidar un poco el patrimonio, poder poner en contacto a la gente de qué es lo que tenemos, cuidar, ¿no?
Y también es difícil como madre por ahí producir. Por ejemplo, yo tengo un enano de cuatro años que es super intenso… y es difícil. No es fácil a veces para hacer xilografías o para llegar una muestra…. bueno, me duermo con el enano a las diez, me levanto a las cuatro de la mañana o a las tres y me pongo en el taller a la madrugada. Y de ahí a laburar. Los tiempos son otros…
También es difícil trabajar acá en Córdoba porque… por ejemplo, hicimos una muestra por el Día de la Mujer. A mí ya me parecía raro el tema de que justo sea el Día de la Mujer y no hubieran pasado la fecha en el Buen Pastor. Pero bueno, nos decían que era para el apoyo de la muestra. Hice todo el recorrido con la marcha y terminé en esta muestra donde participo con otras artistas, y estábamos realmente muy felices de poder estar en lucha, de estar presentes con nuestro arte.
Pero este fin de semana me escribe una mujer diciéndome que fue a ver la muestra y había sido levantada. Entonces ayer nos agrupamos un poco los artistas y salió un artículo de porqué la levantaron. Al parecer ya tenían previo un convenio con Fiat, entonces levantaron la muestra siendo que el Buen Pastor no tiene sala de guarda, siendo que las personas que la desmontaron no eran personas montajistas, ni sabían manipular obra, si no que las sacaron y las taparon sin cuidados. Y eso es un atropello de la provincia, y pasa en todos lados… en la provincia, en la municipalidad. Ponen el arte como algo… a ver cómo te digo… como una carita linda para hacerse ver, y es lamentable. Pero si una tampoco utiliza esos espacios, también son vaciados. Es como una doble cosa que es difícil, que te pone todo el tiempo en guerra, en tensión.
Y bueno, ni hablar con el comercio. Igual, algo se vende. Yo por ejemplo estoy en la Galería Nodo y conozco otras galerías. Las veces que he estado en otras realmente se siente mucho el negocio, el comercio…en Nodo me he sentido muy contenida: he podido hablar de mi obra, hemos podido dialogar, hemos podido respetarnos. Tienen un respeto muy grande.
—¿A quienes otras u otros artistas elegís para ver?
—¡Uh! creo que artistas tenemos un montón en Córdoba. Tenemos de todo y muy bueno. Si me hablas de artistas mujeres tenemos Belén Sonnet con sus paisajes soñados, Lili Menéndez que es una artista con una obra muy hermosa, la Julia Romano, que son personas que realmente me encanta verlas. Después está la Cascia que trabaja con su proyecto de semillas urbanas, la Nati Homes con sus personales, la Sole Gold que trabaja con todas las performances y con mucha fuerza. Pero hay montón muy interesantes que despiertan muchas cosas en una. Y bueno artistas varones el Mex, el Ernesto Ochoa, que es una persona hermosa que trabaja mucho, y disfruto mucho con ellos en las muestras. El Santi Viale, la Lu Contacto, somos varios y varias por suerte.
*Por Soledad Sgarella para La tinta.