Sig Ragga: la posibilidad de transformar

Sig Ragga: la posibilidad de transformar
9 marzo, 2018 por Soledad Sgarella

El próximo sábado los artistas santafesinos vuelven a Córdoba, esta vez junto a Nuna Malta y los Toch. Apaguen sus celulares y abran el telón, que empieza la magia.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Si una ama los shows de bandas musicales en los que todas las aristas están más que planificadas (y sentidas) por los artistas, en los que se vivencia una tan complejísima como accesible puesta en escena, en los que la propuesta excede alguna de las disciplinas del arte y todo se disfruta conformando una sensación atmosférica, los Sig Ragga son el grupo indicado.

Ricardo Cortés en batería, Gustavo Cortés en piano y voz, Nicolás González en guitarra y Juanjo Casals en bajo, forman la banda santafesina que llena funciones y ha sido siete veces nominada en los Grammy Latinos, ceremonia que abrieron en el 2017.

Canciones con melodías flasheras, espaciales, siderales. Letras plantadas en aquello que los conmueve, en aquello que les moviliza. Pintura plateada en los rostros y trajes blancos, para que la presentación sea una performance artística, donde los personajes van tiñéndose de distintos colores, diseñados en relación a los sentidos que quieren comunicar. Un recital de Sig Ragga siempre es un buen augurio, pero que en esta función los locales Toch y Nuna Malta se sumen, es garantía de que el sábado el espacio del Abasto cordobés va a explotar en una presentación que más que show va a ser un ritual.

La tinta se comunicó con Gustavo Cortés para inmiscuirse en cómo componen y piensan sus particulares shows, y para preguntarles por qué en su último disco La Promesa de Thamar sobrevuelan temas sociales desde sus producciones artísticas.

Preguntas con respuestas largas para disfrutar antes de verlos en escena.

—Se me llena la cabeza de intrigas para dar respuesta a mi curiosidad de cómo componen, cómo estrujan los procesos creativos de los cuatro para armar semejantes puestas en escena. ¿Podés sintetizarnos un poquitito esa cocina?

Mira, el proceso de composición es muy aleatorio, muchas veces empieza por un disparador que puede ser por ejemplo el ritmo: pensamos en alguna canción que tenga determinado ritmo y decimos: ¡que bueno estaría hacer algo así! Otras veces es a partir de una secuencia de acordes, yo o mi hermano componemos o el Nico (somos generalmente nosotros tres los que componemos). Tenemos una secuencia que nos gusta que capaz que son cuatro, o cinco, o diez acordes y lo grabamos. Lo vamos grabando, vamos haciendo todo a la par: componiendo las cosas y ya automáticamente las grabamos y así vamos construyendo. Pensamos un ritmo en función de esa secuencia, o viceversa, y vamos agregando partes, viendo como lo instrumentamos.

A veces también surge desde otro lado. Desde un tema, y decimos: me gustaría hablar de esto. Entonces pensamos a ver como puede ser, o pensamos en un concepto y decir, bueno podríamos hacer un tema que tenga distintas partes, o muchas partes, o un collage… o pensar en no se en un viaje, a través del tiempo y del espacio y que se vaya conectando con ventanas. Es muy amplio y rico. Por eso a veces son imágenes, a veces son movimientos… es muy aleatorio. Y lleva un tiempo largo, porque somos de trabajar mucho sobre las ideas, y reformularlas, y seguirlas puliendo, no? Pero siempre terminamos en ese proceso los tres, dándole el visto final y siguiéndolo como puliendo. Y después, tocándolo, se siguen viendo cosas y actualizando.

Pero es eso, puede surgir de distintas formas. Mirá, a mí a veces yendo en la calle se me ocurre una idea, una melodía, o una idea para un tema y lo grabo en el celular. Hablando, conversando también, escribiendo… escribimos mucho. Usamos mucho el papel. Pensamos. Hay momentos en que nos ponemos a pensar estructuras de un tema, pensando en las partes que tenemos quizás separadas de cosas compuestas y decimos che esto puede ir con esto, o esto puede ir con esta canción, o esto puede ir con esta otra canción. Tenemos una carpeta grande así como de bocetos e ideas sueltas que también es nuestra caja de sorpresas, o de herramientas, que después en otra instancia a veces nos termina sirviendo para otra cosa o para otro tema o para una introducción del show.

Creo que es un proceso muy libre, así como un proceso creativo, con mucha libertad, no pensamos en formas prefijadas de lo que deberíamos hacer por lo que ya hicimos. No importa eso, hacemos como un poco lo que se nos da la gana. Lo que en el momento sentimos o nos pulsa, así como para que nos entusiasme y nos guste, en primer lugar a nosotros. Y como de ese modo trabajamos, va cambiando, va rotando, nos vamos moviendo de lugar y bueno, es un proceso muy vasto.

—Cada una de sus presentaciones son performances, realmente. Son rituales. ¿Cómo llegaron ahí? ¿Cómo piensan ese acto artístico?

Para nosotros desde muy chicos, desde cuando empezamos (teniendo en cuenta que empezamos desde la adolescencia, yo tenía 13, el Nico también, mi hermano tres años mas, osea éramos muy chicos… ¿no?) el hecho de tocar representaba muchas cosas. Tocar era un acto liberador, un acto de poder hablar, de poder manifestarnos, de poder oponernos, de poder reaccionar, de poder decir muchas cosas que por ahí en la vida cotidiana nos generaban también malestar o alegrías o distintos puntos de vistas acerca de un montón de cosas, y creo que el acto de poder pensar en un show o presentación en vivo era también un lugar como de una manifestación, así, de libertad.

Implicaba también no sé si escaparnos o si no inventarnos nuestro propio mundo… quizás algo de escape pudo haber habido, de evasión, pero también de construcción, de construcción de un mundo propio en el cual nosotros nos sentíamos plenos. Ya desde muy chicos era un lugar como privilegiado, nuestro, que no tenía nada que ver con las instituciones, con la escuela, con instituciones opresivas, con la familia, con las formas estandarizadas de vivir una vida… nosotros nos inventábamos nuestra forma de vivir, a qué nos queríamos dedicar, de qué modo. Está ligado con eso también, con un crecimiento en ese sentido de buscar un lenguaje propio y de cierta catarsis. Entonces siempre los shows en vivo yo los vivía de ese modo, como performáticos en ese sentido de transformación de nuestra realidad, y un poco creo que lo hemos llevado adelante, incluso en la transformación que hacíamos con el maquillaje, con el hecho de intervenirnos el cuerpo, con permitirnos y jugar a ser otros… más allá de lo que se espera de uno, de los mandatos sociales, de los mandatos culturales. Quizá de chicos no lo podríamos haber teorizado del modo en que lo hago ahora, pero sí creo que intuitivamente estábamos en esa búsqueda y eso estaba ocurriendo, eso estaba pasando.

Y después como cosas que salieron sin pensarlas tanto, quizás sin rasgos así tan racionales, en otras instancias sí lo empezamos a pensar como en una puesta en escena, y organizarlo y pensar en el sentido, en el porqué de cada cosa… al principio éramos muy chicos y era muy impulsivo y estaba relacionado con eso que contaba antes, de una revolución para nosotros, cada show era lo más importante de nuestra vida. Eso nos unió, nos fortaleció y fue algo que compartimos y a lo largo del tiempo y hasta el día de hoy algo de eso hay, creo que eso está muy fuerte y creo que es lo que nos mantiene, además de la amistad y de todo lo que representa para nosotros lo que hacemos con el grupo.

Y después la cuestión del ritual tiene que ver también con el hecho de ese momento, en el cual ya empezamos a maquillarnos y a vestirnos para la presentación. Es como que entramos también un poco en órbita con lo que vamos a hacer en el escenario. Es como entrar en el personaje. Entrar en el mundo. Ese mundo no es homogéneo, es muy heterogéneo, porque esos personajes son como excusas para ir moviéndonos por distintas posiciones, como un actor. Esa pintura también: buscamos y llegamos al plateado, y all blanco por la capacidad que tenían para refractar la luz y para transformarnos en la medida que tirábamos un color, u otro color, y ahí nosotros también nos transformábamos, esa cosa camaleónica que tiene esa pintura en ese sentido, las sombras que da y cómo refracta. Está ligado a esa idea de nosotros de ir pintandonos con la luz. Y eso está pensado también en función de cada tema, lo vamos trabajando, eso se sigue puliendo o de cada parte dentro de un mismo tema, porque las canciones que hacemos, esas narraciones, tienen muchas partes y situaciones distintas al interior de una misma canción, va cambiando.

Entonces vuelvo: se convirtió en un ritual, siempre lo fue, ya desde que salíamos hace muchos años nos poníamos música antes de las presentaciones, nos juntábamos y ya íbamos entrando al personaje. Y hacíamos como un ritual de sacarnos el miedo, así que y bueno, es así. Lo vivimos así como un ritual. De sacarnos los miedos, de liberarnos, y de aprender a comunicarnos entre nosotros cada vez mejor. Y también con el público… vamos trabajando esa comunicación, que es trabajar en el lenguaje y el sentido de todo lo que hacemos, es una cocina del sentido.

—Las letras de las canciones son, claramente, muy importantes. La Promesa de Thamar sobrevuela temas sociales en muchos temas. ¿Buscan algo con las canciones? ¿Por qué eligen esas letras y no otras?

Las letras siempre las escribí yo. Se dio que a mí siempre me gustó escribir, me gusta mucho leer también, y nosotros con los chicos como que dejamos que cada uno también pueda desarrollar en el grupo lo que le gusta hacer, Por ejemplo a mi hermano le gusta mucho el diseño, él se ha dedicado mucho a estudiar, a trabajar de eso, en el arte con las artes visuales y se ha dado que naturalmente. Él se fue ganando ese espacio, se encarga de hacer eso y lo va conversando con nosotros y lo vamos haciendo juntos pero también le damos libertad para hacerlo y de la misma manera ha pasado conmigo con las letras y la parte vocal, y de la misma manera el Nico también va trabajando toda la parte de armonías y nos vamos complementando ¿no?

Ahora si bien las letras las escribo yo, creo que no son absolutamente mías, surgen también de esa relación que tengo con ellos, de las cosas que conversamos, de las cosas que compartimos. Creo que ha ido cambiando igual… a mí me importa mucho el sentido literario, o lo que tiene que ver con el qué decir con las palabras… Creo que ha ido cambiando por el hecho de que yo también he ido aprendiendo otras cosas y sigo, leyendo otras cosas y otros autores y se impregna de todo eso, de la historia de uno. Creo que hay muchas letras, digamos del primer disco, que ya no me representan, porque ha pasado mucho tiempo, no me representan hoy. Representan algo que fui. En un momento determinado, esa cristalización que tiene el hecho de hacer una obra, que habla de un momento histórico. Y que puede ser un momento también en el que se cristaliza algo de un periodo de tiempo largo, porque en ese primer disco por ejemplo, había canciones que tenían diez años porque llegamos a grabar el primer disco después de muchos años de formación. Imaginate, entonces había letras que había escrito a los 15 años!


—¿Creen que sirve para algo el arte?

Yo fantaseo mucho con la idea de que las canciones sí sirven… si no viera que el arte sirviera, para mi, en un sentido de transformación, creo que no sería… es decir, no lo haría, directamente.  Yo creo que todo acto es político y cuando uno hace lo que sea, en el campo que sea, está haciendo un acto político. Uno se esta parando, está diciendo a esto que sí, a esto que no, siempre es un acto de posición, es inevitable al ser humano. Creo que hay cierta ideología dominante que nos quiere convencer de que no. De que lo privado no es político, que lo personal no es político y se está viendo mucho eso con la cuestión del feminismo ¿no? El feminismo viene a plantear esta cuestión de decir: che, no, hay que discutir acerca de esto, esto es político, al interior de las familias, en las relaciones… son posicionamientos históricos, no son naturales.  Y lo pienso en función de lo que nosotros hacemos, de que a la hora de escribir uno se está posicionando y está eligiendo hasta cuando decide callarse, hacer un silencio… también son actos políticos. No estoy hablando de la política como las instituciones, si no del acto político. La responsabilidad que tiene cada persona, cada uno, de transformación personal y que nunca es individual, es social, es con la comunidad.

Yo fantaseo con esa cosa de la fuerza que tiene el arte para conmovernos, para hacernos reflexionar, o por lo menos el arte que a mí me interesa, porque también tiene que ver con líneas o ciertas escuelas, ciertos movimientos artísticos. Hay otros que no, que vienen a decir el arte por el arte, el arte no sirve para nada y es una cuestión de pura forma, o pura estética de la estética por la estética misma. Yo lo respeto, pero no es con lo que yo me identifico, no es el lugar que yo elijo. Es bastante complejo… porque implica un desarrollo de muchos aspectos. Tiene que ver con el compromiso que tiene uno para con la vida. Si yo fuera una persona que por ahí no se interesa por lo público, claramente lo que escribiría sería otra cosa. Pero creo que las letras hablan de las cosas que a mí me interesan, las cosas que a mí me indignan, las cosas que a mí me generan impotencia. O muchas letras hablan de eso y otras hablan de otras cosas: del amor, de cómo yo concibo el amor, una relación en particular, o de un suceso histórico que a mi me interese, o un personaje que yo quiero rescatar. Pienso en Severino Di Giovani, hablar de un anarquista, por ejemplo.

Pero eso, bueno, cada canción tiene su propio mundo, propone sus cosas. No pienso en que nosotros estemos dando un mensaje unívoco ni lineal… creo que es como contradictorio, como somos todas las personas, creo que tenemos ambigüedades y que no escapamos de eso. Y uno tiene que seguir trabajando para ir detectándolas y moviéndose de lugar. Por lo menos yo busco eso, estoy en ese camino de seguir pensando y analizando lo que hago y en ese sentido, decir cuál es mi lugar en el mundo y qué es lo que hago. Qué es lo que pasa con lo que yo hago. Obviamente que es imposible también saberlo ¿no? Hasta dónde o cuáles son las consecuencias de lo que uno hace, en lo absoluto no lo puede hacer. Pero es un faro, es como una guía decir: esto me interesa.  Es como una utopía también y sí creo que tiene una potencia el arte, para tocarnos el costado emocional, que justamente el que hace la posibilidad de indignarse. Esa posibilidad es algo fundamental para transformar. Decir si hay algo que a uno lo lleva a querer transformar el mundo, querer transformar las relaciones de dominación, lo que sea, creo que es también el hecho de decir, la posibilidad de indignarse.  Cuando uno ya no se indigna, cuando a uno le da lo mismo, es cuando uno es indiferente con el malestar del otro también, indiferente con el sufrimiento ajeno.

Es una respuesta compleja pero tomé varios aspectos que a mí me resultan importantes y sí creo que el arte es un potente movilizador de pensamientos, un acto de revolucionario también en el sentido de que es una forma de conocimiento, de transmisión de conocimiento, o de intercambio. Es importante. Ahora, tampoco es que tengo una mirada tan ingenua de creer de que yo voy a hacer la revolución o la transformación social haciendo una canción ¿no? Creo que es una cosa más, no es todo. Yo sé que no alcanza. Quizá nunca alcanza con todo lo que hace uno, y eso es el deseo. El querer seguir, el nunca alcanzar ese lugar con el que uno sueña y eso es lo más lindo también, lo que nos hace seguir adelante y darle sentido a lo que hacemos, por más que nunca llegue. El deseo es el poderoso motor de vida.

—Son de Santa Fe. ¿Qué les aportó haber nacido en una provincia que no es Buenos Aires?

Yo no sé qué nos aportó el hecho de no haber nacido en Buenos aires, la verdad. Creo que esto es lo que se nos dio, y entonces no puedo hablar de una vida que no tuve. Es lo que se nos presentó. Sí observo que hay cosas que son distintas en las formas de vida, en el tiempo, en el flujo de los cuerpos en la ciudad, en la velocidad, en muchas cosas que se viven de otra manera. Por ejemplo en relación a mi experiencia de haber vivido en una gran ciudad, grande, así de mucho movimiento, como Buenos Aires me apabulla. Es muy distinto a cómo vivimos acá en Santa Fe. Pero cada cosa tiene su encanto y en su momento también sentíamos un techo para nuestro trabajo acá, y por eso nos fuimos a vivir allá. Para tener más, por ejemplo, cantidad de veces que podés tocar, cantidad de espacios… por más que los porteños también se quejan de que no hay muchos lugares, de que todos tocan en los mismos lugares, etc, etc, no saben lo que es, por ejemplo, en santa Fe o en otras ciudades incluso más chicas, es mucho peor. Pero no sé… creo que cada uno hace lo mejor que puede con lo que le toca. Hoy por hoy elegimos estar acá porque lo sentimos que es nuestro lugar, con nuestras familias, con nuestros amigos, con la historia acá.

Sig Ragga. Sábado 10 a partir de la medianoche. Junto a Toch y Nuna Malta en XL Abasto (Bv. Las Heras 124).

*Por Soledad Sgarella para La tinta.

Palabras claves: Música, Sig Ragga

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