Distancia de rescate, el hilo vital que nos une a nuestros hijos
Por Manuel Allasino para La tinta
Distancia de rescate, es la primera novela de la escritora Samanta Schweblin. Publicada en el año 2014, trabaja sobre el hilo vital y filoso que nos ata a nuestros hijos y del veneno que echamos sobre ellos.
Dos voces inquisitivas y aisladas en un lugar confuso, son los elementos de la narrativa. El enemigo llegado de afuera (el virus, el elemento tóxico) es a la vez lo más natural. Se pone en duda la pervivencia de una estructura de nuestro imaginario del peligro, porque al emparentar sutilmente las plantaciones de soja transgénica con el temor a la deformación, física y moral, de la propia descendencia, Samanta Schweblin une dos posibles lecturas de su novela, la maternal y la ecológica. Distancia de Rescate sigue una vertiginosa fatalidad haciéndose siempre la misma pregunta: ¿Hay acaso algún apocalipsis que no sea el personal?
“Cruzo el jardín. Cuando esquivo la pileta, miro hacia el comedor y reviso a través del ventanal que Nina, mi hija, siga dormida, abrazada a su gran topo de peluche. Entro al coche por el lado del acompañante. Me siento pero dejo la puerta abierta y bajo la ventanilla, porque hace mucho calor. El gran rodete de Carla está un poco caído, desarmado hacia un lado. Apoya la espalda en el asiento consciente de que ya estoy ahí, otra vez junto a ella, y me mira. –Si te lo cuento –dice- ya no vas a querer más. Pienso en qué decir, algo así como <<pero Carla por favor, no seas ridícula”, pero en cambio miro los dedos de sus pies, tenso sobre los pedales, las piernas largas, los brazos delgados pero fuertes. Me desconcierta que una mujer diez años más grande que yo sea tanto más hermosa. –Si te cuento –dice- no vas a querer que él juegue con Nina. –Pero Carla, por favor, cómo no voy a querer. No vas a querer, Amanda –dice, y los ojos se le llenan de lágrimas. -¿Cómo se llama? –David. -¿Es tuyo? ¿Es tu hijo? Asiente. Ese hijo sos vos, David”.
Tiene múltiples lecturas. Puede decirse que es una novela sobre la estrecha y conflictiva relación entre las madres y sus hijos pequeños, o que es una historia de terror, un relato sobre la transmigración de las almas; o también de que se ocupa del campo como escenario en el siglo XXI, de la transformación de ese espacio verde de los siglos XIX y XX, en la pesadilla agrotóxica actual. En nada más que 124 páginas, Scheweblin aborda todas estas temáticas de una manera notable. Y si bien es cierto que ella es una autora de cuentos, la historia de Amanda, Carla, Nina y David necesitaba otra extensión. Una que le permitiera trabajar los matices de sus voces. El recurso utilizado es el relato a dos voces: una insistente, incisiva, la de David, que guía en el presente los recuerdos de Amanda y le exige que los cuente. Amanda tendrá entonces que reponer los acontecimientos, ordenarlos, referirlos pausadamente porque “el punto exacto está en un detalle, hay que ser observador”, dice David permanentemente.
Distancia de Rescate es tremendamente humana, densa, cruda y escrita con una calidad que sólo Samanta Schewblin puede lograr.
“Espío otra vez a Nina, que ahora da unos pasos hacia la pileta. –Es que a veces no alcanzan todos los ojos, Amanda. No sé cómo no lo vi, por qué mierda estaba ocupándome de un puto caballo en lugar de ocuparme de mi hijo. Me pregunto si podría ocurrirme lo mismo que a Carla. Yo siempre pienso en el peor de los casos. Ahora mismo estoy calculando cuánto tardaría en salir corriendo del coche y llegar hasta Nina si ella corriera de pronto hasta la pileta y se tirara. Lo llamo <<distancia de rescate>>, así llamo a esa distancia variable que me separa de mi hija y me paso la mitad del día calculándola, aunque siempre arriesgo más de lo que debería. –Cuando decidí qué hacer no hubo vuelta atrás, más lo pensaba más me parecía la única salida posible. Cargué a David, que lloraba supongo que por mi propia angustia, y salí de la casa. Omar discutía con dos hombres alrededor del caballo y se agarraba cada tanto la cabeza. Dos vecinos más miraban desde el lote de atrás y se metían a veces en la conversación, opinando a los gritos de campo a campo. Me fui sin que se dieran cuenta. Salí a la calle –dijo Carla, señalándola al final de mi jardín, detrás del portón –y me fui para la casa verde. -¿Qué casa verde? La última ceniza del cigarrillo se le cae entre las tetas y la sacude soplando un poco, después suspira. Voy a tener que limpiar el coche porque mi marido es muy prolijo con estas cosas. –Ahí vamos a veces los que vivimos acá, porque sabemos que esos médicos que llaman desde la salita llegan varias horas después, y no saben ni pueden hacer nada de nada. Si es grave vamos a lo de <<la mujer de la casa verde>> -dice Carla. Nina deja su topo en mi reposera, arriba del toallón. Da unos pasos más hacia la pileta y yo me incorporo alerta en el asiento. Carla mira también, pero para ella la situación no parece presentar ningún peligro. Nina se acuclilla, se sienta en el borde y mete los pies en el agua. –No es una adivina, ella siempre lo aclara, pero puede ver la energía de la gente, puede leerla”.
Distancia de Rescate es un relato extraordinario e hipnótico, urgente y perdurable, que logra mantenernos sumergidos en un universo ficcional estremecedor y apasionante.
Sobre la autora
Samanta Schweblin nació en Buenos Aires en 1978. Su primer libro, El núcleo del disturbio (2002), obtuvo los premios Haroldo Conti y Fondo Nacional de las Artes. El segundo, Pájaros en la boca (2009), fue distinguido con el premio Casa de las Américas y traducido a trece idiomas.
*Por Manuel Allasino para La tinta. Foto portada: Pablo Piovano.