Soy un pro vida
Por Lucas Crisafulli
Hay muchas maneras de encarar la discusión sobre aborto. Por ejemplo, los bioéticos discuten cuándo comienza la vida (si en la concepción o después).
Pero las más de las veces, la discusión del aborto está atravesada por una cuestión moral muy básica: ¿está mal abortar? Responder de forma afirmativa a esta pregunta, lleva sin más – y aquí está el truco de esta argumentación – a justificar que se penalice su realización. Se dice que está mal abortar y por lo tanto está bien que sea delito, es decir, que se persiga penalmente a la mujer que se lo realice. Detrás de este argumento se encuentra la ingenua creencia (no siempre) de que aquello que es prohibido es desalentado.
Se cree ingenuamente que si es delito van a existir menos abortos. La historia de las penalizaciones nos demuestran que incorporar una conducta al elenco de actividades prohibidas no disminuye su comisión, sólo que clandestiniza su circuito, floreciendo así las mafias. La prohibición hace subir el precio del producto, no desalienta su consumo. Con las drogas sucede así: que la marihuana sea ilegal no desestimula el consumo, sólo hace subir el precio del tóxico construyendo en rededor una peligrosa mafia que se disputa a balazos, el monopolio del comercio.
La discusión sobre el aborto debe necesariamente dar un giro, pues no se está discutiendo en el seno de alguna iglesia o en un seminario de Aristóteles, sobre si está bien o mal el aborto. La discusión es si el Estado debe o no castigar a quien aborte.
Mentir a un amigo puede estar mal, pero nadie en su sano juicio podría justificar que sea delito mentirle a un amigo, o que haciendo de esa conducta un delito se le mienta menos.
Con el aborto sucede así: que sea delito no disminuye su realización (que puede estar bien o mal y que la discusión creo, no debe pasar por ahí), sólo hace que se clandestinice su realización. Como todo mercado clandestino, existen circuitos para pobres y circuitos para ricos. De hecho, con la droga sucede así, droga buena para ricos y droga muy mala (que causa muerte) para los pobres. Así, hay un mercado para mujeres con dinero, que abortan en buenas condiciones higiénicas y que les permite sobrevivir a la intervención y un mercado para mujeres pobres, que deben abortar en condiciones pésimas que las lleva, en muchísimos casos, a la muerte.
Que el aborto sea legal y gratuito no hará que más mujeres aborten, o que dejen de usar métodos anticonceptivos, sino que salvará la vida de aquellas que, por pobres, deben hacerlo en condiciones que muchas veces les ocasiona la muerte. Por eso, yo estoy a favor de la despenalización del aborto, creo que debe ser legal y gratuito, y eso implica ser un PRO VIDA.
*Por Lucas Crisafulli / Foto de portada: Colectivo Manifiesto.