Soltame carnaval
Febrero pide, grita, por la Quema del Momo. Los días festivos del carnaval, esos días de fiesta, esas maravillosas jornadas donde la libertad se pasea, irreverente, entre bombuchazos y muñecos cabezones, reclama -sobre todo en Jesús María-, la Quema del Momo para cumplimentar con lo que se espera de esta fiesta pagana: funcionar de rito de purificación después de un fin de semana en el que el diablo hizo lo que quiso, porque entre todos lo soltamos.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Lo que pasa es que en Jesús María, el festejo sigue teniendo esa pata que no se desancla de la memoria, de lo familiar, del carnaval como la performance popular comunitaria donde todos los vecinos -y los visitantes- logramos sentirnos parte de la genuina celebración.
Corren los niños y las niñas con la tan prestigiosa espuma loca, haciéndote tragar ese veneno químico milagroso, que te hace sentir chiquita otra vez.
Corren los adultos y las adultas porque se vienen los bombuchazos, porque seguramente te caes en el pantano en el que se convirtió la calle de tierra, con murales coloridos de fondo y los gritos desaforados de la libertad veraniega y del diablo que sale, otra vez, como cada año.
La tinta, con más ganas de carnaval que de respirar, se acercó al colectivo artístico y cultural El Espejo, que es quien viene tomando la posta de la organización desde hace 15 años, y son los benditos responsables de tanta alegría fresca en el medio del calor cordobés.
La primera pregunta es acerca de la historia de la fiesta por esas tierras. Nos cuentan que los carnavales forman parte de la historia de Jesús María desde los años sesenta y que desde febrero de 2003 hasta la actualidad, los coordinan ellos. El Espejo, espacios de identidad tiene entre sus proyectos más relevantes recuperar y mantener viva esta manifestación popular: “Por ello, desde ese 2003, organizamos La Quema del Momo, festejo de carnaval que desde su primera edición convoca un promedio de diez mil personas por noche con entrada libre y gratuita. Si se tiene en cuenta que la población de Jesús María es de treinta mil habitantes, este es un gran porcentaje.”
Si bien en las primeras tres ediciones fue impulsado exclusivamente por El Espejo y se hizo en la Plaza San Martín (zona céntrica de la ciudad), tres años después decidieron trasladar el festejo a la avenida Malvinas Argentinas. Este cambio fue realmente importante y se realizó con el “objetivo de profundizar el protagonismo y la participación vecinal. La Malvinas Argentinas es una arteria que comunica a muchos barrios populares de esta localidad y para su organización se conformó un espacio en el cual los diferentes grupos y comparsas comenzaron a participar activamente de la planificación de los carnavales… y a lo largo de estos años, desfilaron murgas, comparsas y carrozas de Jesús María, Sinsacate, Colonia Caroya, Estación General Paz, Deán Funes, Villa Animí, Río Ceballos, Córdoba Capital.”
El Espejo: espacios de identidad
Son una banda dinámica y movilizadora de gente que no para de trabajar. Músicos, artistas plásticos, profesores de educación física, obreros de la construcción, comunicadores, changarines, licenciados en turismo, hacedores de pastas caseras, profesoras de inglés. Laburantes de todo tipo poniendo alma y manos a la obra. Chicos, medianos y grandes se congregan en esta organización social que desde 1995 ha desarrollado múltiples actividades, siempre centrados en propuestas de arte y educación popular para toda la zona, como talleres de recreación y formación, pintada de murales, conformación de murgas, producción de la revista El Aromito y encuentros de grupos artísticos e intervenciones urbanas multitudinarias.
“El Espejo, surge en Barrio Güemes y tenemos como ejes de acción la memoria, los derechos humanos, los derechos de niñas, niños y adolescentes, género, democratización del arte y de los medios de comunicación, la cultura campesina e indígena… Nuestra producción estética se asocia al despliegue de organizaciones y actividades destinadas a modificar el estado de cosas. Se trata de un conjunto de proyectos artísticos en el que convergen miradas de diferentes campos sociales y que obedece a una lógica diferente a las de otras expresiones de la ciudad. El grupo camina, en este sentido, por los límites de la estética, la antropología, la educación y la política” , nos cuentan.
La Quema del Momo
Los días de carnaval son sentidos y esperados como días festivos, en los que los permisos brotan, rozagantes, donde antes cundía la aridez de licencias y prerrogativas. En esos días, se desbordan las alegrías (y las penas) y el diablo sale como tiene que salir, a golpes de mucho barro y de agua.
El Rey Momo, es una figura que se repite en los carnavales del mundo. Era, parece, el dios grecorromano de la irreverencia, expulsado del Olimpo por burlón y por hijo de la noche. La irónica figura se metió a criticar a los grandes, y claro, lo echaron del paraíso.
Símbolo de la permisividad y del desborde, reina en los días de carnaval. Pero como la felicidad no puede ser eterna, hay que incendiarlo y volver a la realidad. La quema del Momo es, entonces, una performance colectiva en torno a la cual se movilizan energías festivas, cerrando un periodo de concesiones y liberaciones, y se quema -sí o sí- entre todos y todas.
El carnaval es, ante todo, una fiesta que siempre apunta a involucrar al público, donde los escenarios están mezclados entre los espectadores, donde a la llama del fogón final la azuzamos juntos. En este sentido, El Espejo nos cuenta que lo que proponen en los carnavales de Jesús María es “generar un cambio en lo que entendemos como participación cultural -de la manera más amplia que le es posible-, donde “el otro” deja de ser un receptor para convertirse en participante y hasta productor de la obra. No se trata de garantizar el acceso a lo artístico, sino de ejecutar estrategias de participación de la gente en la producción y disfrute de estos bienes culturales, creando condiciones concretas para la transformación cultural. Se trata, de algún modo, de sustituir la voluntad de trasladar el arte al espacio público por el desarrollo de un arte público, articulando ideas e instituciones, imaginarios y prácticas, modos de vida y objetos, y nuevas formas de intercambio. Un espacio donde cada quién elige qué hacer, su rol, y esto hace efectivas las intervenciones.”
Carnaval toda la vida
Para este año, los festejos están planificados el último fin de semana de febrero. El Espejo y las agrupaciones carnavaleras de la zona y organizaciones sociales, (contando con el apoyo de la municipalidad) proponen el sábado 24, en Bº Los Nogales de Jesús María, desde las 18.30 hs., la puesta en escena de la obra «Memorias de carnaval», y la actuación de comparsas y murgas de la zona.
El domingo 25, el desfile de murgas, comparsas y disfrazados, espectáculos de escenario, bandas en vivo y el tradicional cierre en Plaza san Martin. La quema del Momo es el “sello de la identidad carnavalera de la ciudad, y tiene entrada libre y gratuita, porque el festejo de carnaval es una fiesta de la comunidad”.
Por Soledad Sgarella, para La tinta. Fotos: El Espejo.