Carta al padre, la venganza literaria de Kafka
Por Manuel Allasino para La tinta
“Hace poco me preguntaste por qué afirmo que te tengo miedo. Como de costumbre no supe qué contestarte, en parte justamente por el miedo que te tengo”. Así comienza la carta que Franz Kafka escribió a su padre en 1919, pero que nunca le envió.
Carta al padre es una autobiografía epistolar, un testimonio desgarrador guardado en privado durante años. Este documento íntimo, recorre también otros tópicos no menos universales: el autoritarismo, la culpa, el judaísmo y la humillación. Esta carta es uno de los textos claves y fundamentales del siglo XX.
“Para ti el asunto siempre fue muy sencillo, al menos, por la forma en que hablaste de él delante de mí, e, indiscriminadamente, delante de muchos otros. Te parecía que era más o menos así: trabajaste duramente toda tu vida, sacrificaste todo por tus hijos, especialmente por mí, a raíz de lo cual yo he vivido <<como un rey>>, teniendo total libertad para estudiar lo que quisiera, sin motivos para preocuparme por mi subsistencia, es decir, sin preocupaciones en absoluto; no pedías que te agradeciera por eso, tú conoces <<la gratitud de los hijos>>, pero por lo menos esperabas alguna deferencia, alguna señal de simpatía; en cambio, yo me he ocultado desde siempre de ti, en mi habitación, entre mis libros, entre amigos locos, entre ideas extravagantes; nunca hablé abiertamente contigo, no estuve a tu lado en el templo, nunca te visité en Franzensbad, tampoco en otros aspectos tuve nunca un sentido de familia, nunca me ocupé ni del negocio ni de tus demás asuntos, te endilgué la fábrica y luego te abandoné, apoyé a Ottla en su capricho y mientras no movía un dedo por ti (no te traigo ni una entrada para el teatro), hago todo por los amigos. Si resumes tu juicio acerca de mí, resulta que no me reprochas nada realmente malvado o indecente (a excepción tal vez de mi última intención de casarme), sino frialdad, distancia, ingratitud. Y me lo reprochas como si la culpa fuera mía, como si hubiera podido cambiar todas las cosas con un movimiento de timón, mientras que tú no tendrías la menor culpa de lo sucedido, excepto la de haber sido demasiado bueno conmigo”.
Carta al padre, en alemán Brief an den Vater, es la venganza literaria de Franz Kafka hacia su padre, Hermann, dónde realiza una fuerte crítica por su conducta emocionalmente abusiva e hipócrita con él. Fue publicada (al igual que la mayoría de los escritos de Kafka) póstumamente, en 1952.
“De modo directo, recuerdo un solo acontecimiento de los primeros años; tal vez tú también lo recuerdes. Una vez, de noche, yo lloriqueaba sin cesar pidiendo agua, seguro que no por tener sed sino probablemente en parte para fastidiar, en parte para entretenerme. Después de que algunas fuertes amenazas no hicieran efecto, me sacaste de la cama, me llevaste a la terraza y me dejaste parado allí un rato en camisón ante la puerta cerrada. No quiero decir que eso haya estado mal, tal vez en ese momento no se hubiera podido recuperar la tranquilidad nocturna de otro modo, pero quiero usarlo para caracterizar tus recursos pedagógicos y su efecto sobre mí. Seguro que a partir de ese momento fui obediente, pero había sufrido un daño interior. Mi modo de ser jamás me permitió relacionar correctamente el hecho de pedir agua sin sentido, que era lógico para mí, con el hecho en extremo terrible de que me llevaran afuera. Aun años más tardes me hacía sufrir la idea atormentadora de que aquel hombre gigantesco, mi padre, la última instancia, podía venir y sacarme de la cama de noche casi sin motivo, para llevarme a la terraza y de que, por lo tanto, no era nadie para él. Eso sólo fue un pequeño comienzo entonces, pero esta sensación de insignificancia que me domina a menudo (una sensación que, sin embargo, en otro sentido es también noble y fructífera) proviene en gran medida de tu influencia. Hubiera necesitado algo de aliento, un poco de simpatía, que me abrieran un poco el camino; en cambio, me lo obstruías, sin duda con la buena intención de que yo transitara otro camino. Pero yo no servía para eso. Me alentabas, por ejemplo, cuando hacía el saludo militar o cuando marchaba, pero yo no era un futuro soldado, o me alentabas cuando podía comer mucho o acompañar incluso la comida con cerveza, o cuando podía imitarte cantando canciones que no entendía o repetir como un loro tus expresiones preferidas, pero nada de eso tenía que ver con mi futuro”.
La carta más famosa del siglo XX jamás llegó a su destinatario. Kafka le entrega la carta a su madre para que se la dé a su padre y ella nunca se anima a dársela, y se la devuelve a su hijo.
En la carta no se reflejan más que reproches hacia su padre. Lo culpa del mundo en que está sumergido. Hay una figura paterna ominosa.
“Estás equivocado si piensas que por los demás hago todo por amor y lealtad, y nada por ti ni por la familia por frialdad y traición. Lo repito por décima vez: probablemente de todos entre eso y el lugar al que en efecto llegué. (Hasta ahora fue relativamente poco lo que callé a propósito en esta carta, pero ahora y más adelante tendré que callar algunas cosas que todavía me son demasiado difíciles de confesar –ante ti y ante mí-. Digo esto para que no creas que, si la imagen global se vuelve poco nítida en algunas partes, la culpa es de la falta de pruebas; por el contrario, hay pruebas que podrían volver la imagen insoportablemente extrema. No es fácil encontrar el equilibrio). Basta en este punto recordar lo anterior: ante ti había perdido la confianza en mí mismo, reemplazándola por un inmenso sentimiento de culpa. (Recordando esa inmensidad escribí acertadamente acerca de alguien una vez: <<Teme que su vergüenza lo sobreviva>>). No me podía transformar de repente cuando me encontraba con otras personas, frente a ellas tenía un sentimiento de culpa aún más profundo ya que, como ya dije, tenía que reparar en ellas lo que tú les habías hecho bajo mi corresponsabilidad. Además, tenías algo que objetar abiertamente o en secreto contra cualquier persona con la que yo me relacionara, también por eso tenía que disculparme. La desconfianza que tratabas de inculcarme tanto en el negocio como en la familia contra la mayoría de los hombres (nómbrame a una sola persona que fuera significativa para mí en la infancia, a la que no hayas criticado por lo menos una vez hasta lo más profundo) y que extrañamente no te pasaba demasiado (es que tú eras suficientemente fuerte para soportarla, además tal vez se tratara en realidad sólo de un emblema del soberano), esta desconfianza, que yo, el pequeño, no veía confirmada en ningún lado ante mis ojos, ya que en todas partes no veía más que personas inalcanzablemente excelentes, se convirtió en mí en desconfianza contra mí mismo y en un miedo permanente a los otros”.
Carta al padre es un recorrido por la infancia y adolescencia del autor, que fueron marcadas por la rigidez e influencia de su padre. Su lectura es imprescindible si se quiere conocer el mundo Kafkiano. A través de ella, el autor, devela su alma.
Sobre al autor
Franz Kafka nació en 1883 en el barrio judío de Praga. Escribió en alemán una de las obras más significativas del siglo. En sus novelas América, El proceso, La metamorfosis y El castillo, se postula un universo y una constelación de acontecimientos que constituyeron la categoría de lo kafkiano. Tras la muerte de Kafka, su amigo Max Brod dio a conocer una parte fundamental de la obra y papeles privados, desatendiendo el pedido de aquel de quemarlos. Entre ellos se encontraban la mayoría de sus novelas, los numerosos relatos y sus diarios. Kafka murió de tuberculosis en una clínica cercana a Viena, en 1924, un mes antes de cumplir cuarenta y dos años.
*Por Manuel Allasino para La tinta.