El Teatro del Fin del Mundo y su cartografía sensible
Por Julieta Pollo para La tinta
Comienza en Córdoba una jornada escénica más que interesante, imperdible. En un abrazo que une el norte y sur, La Chacarita recibe a Asalto Teatro y al colectivo Carretera 45 que llegan desde México a compartir su Teatro Para el Fin del Mundo. Hasta el sábado se desarrollarán una serie de actividades de formación, como charlas y talleres, y por supuesto habrá documentales, obras de teatro e intervenciones en la calle por parte de las compañías. La propuesta es re-habitar espacios en situación de abandono o que hayan sido escenario de violencia en el pasado.
Cada partícula significante que desde el suelo grita su historia, respira alrededor de los actores que accionan, multiplican los sentidos y trazan nuevos recorridos. Desde las grietas que erizan las paredes, heridas antiguas abren sus párpados; los actores las exploran, las transforman y desentrañan su hilo perdurable, la huella cruel de ese pasado que toca todos nuestros presentes. La intervención de estos espacios persigue el objetivo de generar otros discursos que abran alternativas hacia posibilidades concretas de lucha, asegura el director artístico del proyecto, Ángel Fernández, en entrevista con la plataforma mexicana La lengua del gato.
En TFM el teatro es en esencia gen revolucionario. Un teatro de quiebres, memorias y emociones que estimula la de-construcción y re-construcción de la cartografía sensible de nuestra historia. Entre los infinitos filamentos que configuran la particularidad de cada sociedad, hay una trama madre de injusticias, impunidad y vulneración de derechos que se replica en círculos más amplios: el resto de México, Latinoamérica, y hasta diversos pueblos del mundo que se hermanan en la lucha.
“Nos hemos dado cuenta de que aunque los contextos sean distintos se conserva una realidad paralela. La necesidad de sobrevivencia pero también la necesidad de generar un movimiento de resistencia frente a los procesos políticos que estamos viviendo en diferentes países del mundo. Esta coyuntura que estamos pasando comienza a generar luchas que se vuelven una misma. Las dictaduras militares de Sudamérica han ido generando una circunstancia de resistencia muy valiosa, aún por medio de las luchas que siguen tratando de recuperar a las personas desaparecidas y dignificar la memoria de los muertos”, reflexiona Ángel en la entrevista citada y asegura que estamos viviendo un momento de disyuntiva irremediable: “Tenemos la opción de continuar siendo avasallados por este sistema, que con el paso del tiempo va a terminar de matarnos, o la posibilidad de luchar sabiendo incluso que vamos a morir tratando de que las cosas cambien”.
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*Por Julieta Pollo para La tinta