Escuela Pública Itinerante: las culturas al servicio de la lucha
Entre el 21 y el 24 de junio, la Escuela Pública Itinerante -que estuvo en abril frente al Congreso y desde mayo visitando otras ciudades del país- estará en Córdoba con una grilla cultural colmada de artistas locales que se suman a visibilizar la lucha docente.
Por Soledad Sgarella para La Tinta
Desplegada como una típica institución educativa, la enorme y colorida estructura escenográfica se instalará en la ex Plaza Vélez Sarsfield. Remitiéndonos directamente a la imagen que en nuestras cabezas tenemos de una escuela con sus maestras, maestros y estudiantes, los guardapolvos blancos, el mástil y la bandera, las aulas y el patio, y bajo el lema de Escuela pública argentina. Enseña. Resiste. Sueña , este evento itinerante es una apuesta para darle visibilidad, a través del arte y la formación cultural, al conflicto docente. Luego del gas pimienta y de los palos -que no olvidamos- los trabajadores de la educación siguen reclamando que la Nación cumpla con la Ley de Financiamiento Educativo. Aprobada en el año 2006, esta normativa establece la concreción anual de la Paritaria Nacional Docente y destina recursos para áreas vitales del sistema educativo. Esta vez haciendo recorrer su lucha por el país mediante una forma alternativa, los maestros buscan sumarnos a todos y todas como espectadores no pasivos frente a la embestida contra la educación pública.
Cada ciudad en la que se presenta la Escuela Pública Itinerante de Ctera (que tiene el apoyo de distintas organizaciones sociales, organismos de derechos humanos, gremios y sindicatos) tiene una grilla local de actividades educativas, pedagógicas, culturales y académicas. En Córdoba, artistas como La Pata de la Tuerta, Lucre Ortiz y banda, Ramiro González, José Luis Aguirre, Las Pérez Correa, Mery Murúa, Los Cocineros, Murga Contraflor Al Resto y La Cruza, entre otros, son quienes se han sumado con sus canciones y sus obras apoyando a los docentes.
Desde La tinta nos acercamos a preguntarles directamente a los músicos, músicas y actrices sobre el rol del arte y la cultura en las luchas sociales, acerca de qué sienten y por qué están eligiendo participar en esta defensa de la educación pública y los derechos de los trabajadores de la educación.
Lucre Ortiz, cantautora y pianista (que se presentará con su banda formada por Diego Tercel, Carolina Carbone, Fer Mendez y Regina Grigioni) nos cuenta: “nos acercamos a participar del evento porque nos parece muy importante apoyar la lucha de los docentes, para visibilizarla, y además porque al ser una lucha por la educación pública, tendría que ser una lucha de todos, haciendo hincapié en que lo importante es que el gobierno no está cumpliendo una ley”.
En relación a los trabajadores de la cultura como sujetos sociales y políticos, Lucre asegura: “los artistas tenemos la función importante, y la posibilidad de mostrar otras miradas y hacer escuchar otras voces, en este momento en que está todo monopolizado y donde todos los medios te muestran solo una visión de las cosas y la realidad… por eso es fundamental que nos unamos y estemos en estas luchas”.
El arte público, en espacios y situaciones donde será mirado por la comunidad -y por lo tanto, arte que se vuelve político- es una herramienta y un medio para contribuir al crecimiento de la cultura democrática. Los artistas y trabajadores de la cultura, al participar de la Escuela Itinerante, funcionan como comunicadores, como hacedores de memorias colectivas, como responsables de cerrar la brecha entre el mundo del arte (tantas veces circunscrito y encerrado en museos y galerías) y la vida social y cotidiana de la comunidad a la que pertenecen esos artistas y que está, sobre todo en los últimos años, siendo vejada en relación a sus derechos. Aparecer en escena, generar público, llamar la atención del espectador e incentivar la colaboración con la audiencia genera el tobogán -que a veces se vuelve necesario- para llegar y distribuir un mensaje público.
Las Pérez Correa es la dupla conformada por Julieta Daga (Lita) y Laura Ortiz (Bocha) autodefinidas como payasas, actrices, docentes, madres y amigas, y son artistas claramente posicionadas en sus convicciones y con altos niveles de participación en espacios comprometidos con las luchas sociales. Laura cuenta que van a estar en la Escuela “llevando nuestro humor, nuestro canto, nuestra risa y nuestra forma particular de mirar la realidad, en este caso -y como en todos los otros casos donde hemos estado participando de distintos movimientos de lucha y reclamos- lo hacemos porque nos sensibilizamos, porque nos sentimos muy comprometidas con nuestra actualidad, con nuestro presente y con nuestro futuro, sabiendo también cuál ha sido nuestra raíz, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir, y creemos que somos los artistas los que tenemos la posibilidad y la responsabilidad de hacer escuchar los reclamos y de visibilizar las protesta en esta gran movida que tiene que ser escuchada y defendida por toda la sociedad”.
Al preguntarle sobre la función del arte, la Pérez Correa nos contesta con una seguridad infalible: “el arte en este y todos los tiempos (sobre todo en los tiempos de crisis o grandes injusticias sociales como las que estamos viviendo ahora) nos da la posibilidad de pensar acerca de nuestra realidad desde un punto de vista distinto… es como poner una lupa sobre determinados aspectos y tratar de distinguir quién es el enemigo y no confundirnos, poder discernir y reflexionar, justamente para poder modificar todo aquello con lo que no estamos de acuerdo… el arte es una herramienta de lucha, es una trinchera, es el lugar donde nos reunimos todos a luchar y a reclamar, y lo hacemos desde la poesía para que tenga otra llegada, para que tenga otra cabida, para que sea no solamente una puñalada -como es la realidad misma- sino que también sea una caricia y nos fortalezca, y nos dé la posibilidad de seguir adelante y de saber que podemos modificar lo que no nos gusta, que somos protagonistas de nuestra vida y de nuestras luchas”.
Mery Murúa, cantante popular, sostiene que “los artistas siempre tienen una llegada a la sensibilidad del pueblo. Pues trabajan en el campo de lo sensitivo y desde allí, es posible la transformación. Yo, como docente y como artista, siento una gran responsabilidad al hacerme presente y ser parte desde la música y en representación de muchos docentes compañeros que desde el interior del interior no son escuchados, no son visibles… una parte de cada uno de ellos viene con mi canto”.
Martín Cabrera, integrante de la Murga Contraflor Al Resto se explicita: “decidimos sumarnos básicamente porque nosotros desde la murga estamos apoyando la educación pública en todos sus niveles y esa ha sido nuestra bandera desde siempre, y creemos que la Escuela Itinerante, en ese sentido, es una reivindicación de esa lucha que no comenzó ahora, sino que viene hace mucho tiempo y que no tiene que ver sólo con los salarios sino también con algo mucho más importante que se está persiguiendo que es alcanzar la mejor calidad educativa de la educación pública y jerarquizarla por sobre todas las cosas… donde hay lucha ahí vamos a estar como murga siempre que podamos”. Agrega que “el arte es inevitablemente político, y promueve la participación, pero por sobre todas las cosas la murga creo, nos incentiva a estar al salto ahí de las luchas, llevando la voz del pueblo porque ese es el origen que tiene el género y que nosotros tratamos de recuperar. El arte transforma, la murga transforma la realidad que vivimos: entonces nosotros no podemos hacer oídos sordos a eso y somos parte esencial de esa transformación como ciudadanos, así que vamos a estar ahí, poniendo el cuerpo en todo lo que implique ser portavoces de una lucha popular, en este caso es la educación pública”.
Por su parte, Ezequiel Rogna, miembro de La Pata de la Tuerta, al preguntarle sobre por qué cree que los artistas deberían sumarse a las luchas sociales, nos responde con claridad: “me resulta más difícil pensar porque los artistas no deberían sumarse a la lucha de los docentes. A ver, por muchas cuestiones: nos sobran los motivos para hacerlo, en primer lugar podríamos decir que los docentes son trabajadores y los artistas también son trabajadores, si vienen por unos, vienen por otros, así que la solidaridad es espontánea. Por otra parte, los artistas somos hijos de la escuela pública y hacia allí irán nuestros hijos…queremos que reciban la educación que se merecen… Además, todos sabemos aunque no muchas veces lo recordemos, que el arte, a la mayoría de los artistas, los hace vivir pero muchas veces no nos da de comer, y en ese sentido, también somos docentes y tenemos ese oficio, el hermoso oficio de la enseñanza”.
El músico sostiene: “Veo hoy por hoy al mundo cultural muy golpeado, siempre suele ser el más susceptible a los ajustes porque si uno tiene que priorizar entre comer e ir a ver una obra, o ir al cine, o ver un espectáculo musical, es obvio que vamos a priorizar las necesidades básicas y el mundo del espíritu y la recreación queda relegado lamentablemente. Esto es así, y por otra parte se hace muy difícil sostener proyectos independientes como La Pata, que implica un gran número de voluntades: somos una banda numerosa y últimamente la situación actual nos viene golpeando muy de cerca, no estamos pudiendo movernos como lo hacíamos antes, más allá de los ciclos naturales que tiene todo grupo humano y todo proyecto artístico. Es notoria la diferencia y el cambio de ciento ochenta grados que se ha dado en esta Argentina que lamentablemente parece no aprender y cometer los mismos errores de manera cíclica… cómo será eso, que estamos grabando una nueva versión de un tema nacido en la crisis del 2001 que se llama El Chupacabras”.
Las palabras de estos artistas pintan un panorama alentador que nos anima a sentir que las culturas están al servicio de las luchas. Escucharlos nos permite creer que se puede conectar el mundo del arte con una audiencia mayor, y considerarlo como agente activo en la transformación social, responsabilizando a los artistas como portadores de voz y con el poder de pararse en un escenario para decir y cantar lo que muchos pensamos y defendemos.
Sentir que el arte puede -y quiere- intervenir, estar, participar, interrumpir, y ser visible en un escenario itinerante en las plazas de la Argentina apoyando a los maestros, no es tener mirada inocente: es creer que algo de lo que está pasando está bien. Algo aunque sea.
Por Soledad Sgarella para La tinta