Si ese acordeón hablara
El sábado volvemos a bailar cumbiamba, esa que avanza con fuerza de estampida cuando suena Celso Piña y la Ronda Bogotá. Con el humor y la calidez que lo caracterizan, el acordeonista regiomontano habló con La tinta sobre sus comienzos, los sueños que quedan por cumplir y la situación actual de los mexicanos. Esta nota se lee con música de fondo porque todo lo que queda por decir, lo canta la cumbia.
Por Julieta Pollo para La tinta
Viene asomando la cumbia poder, abanderada de la resistencia desde la alegría, cumbia que pega en el alma y estalla hacia afuera poniendo a bailar hasta a los muebles, la que me sube por la cabeza y me baja por los sentidos. Nacida en la ribera del poderoso Magdalena, la cumbia corrió como reguero de pólvora por todos los rincones latinoamericanos, uniendo el norte con el sur y los Andes con el Caribe, mestizándose con los sonidos de otras tierras y los gritos de otros pueblos. Suena la cumbia y su espíritu de fiesta popular se impone, como en las callecitas de las comunas colombianas donde el lugar del parlante es la vereda y la calle la pista de baile vecinal. Desde Monterrey, El Rebelde del Acordeón nos cuenta sobre su alquimia musical que unió Colombia y México a fuerza de pasión.
—Has ido armando un mapa de ruta uniendo toda Latinoamérica con tu música ¿cómo estás viviendo esta gira?
—Pues fíjate que sin querer sin querer se ha venido armando esta vuelta para acá. Hace como unos tres o cuatro años vinimos a Buenos Aires pero nada más. Y ahora pues sí, agarramos más tiempo y nos fuimos a Brasil, estuvimos en Sao Paulo en días pasados por primera vez, de ahí nos fuimos a Belo Horizonte y ya nos vinimos para acá. Luego el viernes estamos en Montevideo Uruguay y luego volvemos a Córdoba.
—¿Cómo llegó a vos la cumbia colombiana? Porque ahora con internet es mucho más fácil que la música viaje, pero antes…
—Si no, pues olvídate… yo creo que todo se lo debo a los discos que llegaron a mi tierra, a Nuevo León, una parte del noroeste de la República Mexicana… por allí se escucha mucho el acordeón, hay grandes acordeonistas de allí nomás que en su género norteño tocan corridos, polcas, redovas, todo eso. Y se asemeja mucho al acordeón de Colombia, entonces creo que eso fue lo que ayudó mucho también a que la música colombiana se quedara allí. Principalmente por los discos que llegaban y la música que se oía en los sonideros de los barrios. Luego un día dije yo ¿por qué no interpretar estos temas, esta música que nadie se había atrevido a introducir en México?
—¿Encontraste resistencia para incluir tus nuevos sonidos en los bailes, en las radios?
—Pues claro, cómo no, inclusive te digo yo iba a lugares de bailes y me decían ‘oye pero tocas muy raro’ y yo decía ¿pero cómo raro? pues es música! Entonces es muy curioso… en las radios también te miraban como medio raro. La música tropical siempre ha existido, acá en México teníamos grandes intérpretes de música tropical como Ringo Tovar, el Acapulco Tropical, Mick Laure y sus cometas, había muchas agrupaciones y sonoras sobre todo en la zona de la Santanera. Pero sí, se les hacía muy raro.
Es que es una mezcla de un mexicano pero no de México sino de Nuevo León… y tocando música colombiana… incluso los mismos de Colombia me dicen ‘oye Celso, pero tocas muy diferente a aquí’ y yo digo lógicamente, si yo no soy colombiano, soy mexicano y norteño entonces tengo otro estilo de interpretar. Todas la fusiones que se nos han ocurrido hacer… muchos compositores de acá de Monterrey, grandes amigos y grandes músicos, se acercan y me dicen ‘Celso te has fijado en una canción que es así y asá, y yo quiero hacer la mezcla con tu ritmo a ver cómo sale’ y todo eso también tiene su mérito. Y yo digo pues cómo no, vamos a ensayarla, a montarla y luego ya la sacamos en un disco de ellos, mío, no importa porque la música es de todos.
Celso sabía que la música era su vida, como esas cosas que se sienten muy dentro con la fuerza de una certeza irrevocable. Dejó el trabajo que tenía como ordenanza en el Hospital Infantil para dedicarse de lleno a la música de una Colombia que ni siquiera sabía exactamente dónde ubicar en el mapa. Aprendió a conversar con el acordeón y a sacarle unas rolitas con paciencia y de oído, escuchando una y otra vez los discos de Ismael Landero y de Alfredo Gutiérrez, su Capullito de rosas, su Cabaretera.
Su padre Isaac fue uno de los primeros que avivó el fuego de este sueño, construyendo las primeras congas de la Ronda Bogotá con cuero de cabra y madera, adaptando guitarras para que sonaran como bajos y le dieran sus graves característicos a la cumbia.
—Estaba duro en aquel tiempo comprarlos y papá me hizo todo eso. Por eso fíjate digo yo que el éxito que hemos tenido en todo este tiempo, que hemos viajado por todo el mundo, yo creo que papá lleva su mérito ahí. Y se lo hago saber, no creas. ‘Fíjate apá vamos de China, Marruecos, pasando por toda Europa’ y él dice ‘oye pues me alegra que al fin y al cabo toda esa loquera que tú tenías en aquellos tiempos se te esté haciendo realidad’.
—Y en todos lados la gente se pone a bailar…
—Yo creo que hay que sabérsela presentar con todo el ritmo que debe llevar, con toda la energía. La gente es muy curiosa mira… tú estas en la tarima y la gente está muy pendiente, todo le transmites, entonces yo creo que lo mejor para uno que está frente al escenario es olvidarte de todo y dedicarte a tocarle la música que quieren escuchar con esa alegría, con esa potencia, con ese amor también y con todo el ritmo ¿no?
—Tu padre fue quien te regaló tu primer acordeón, un usado de dos hileras que después trocaste por uno de tres, ¿qué fue de tu primer acordeón? Imagino que no es con el que sigues tocando…
—Oye no, ese acordeón lo tengo guardado en mi casa que es la casa de todos ustedes. Ese acordeón se murió mucho conmigo, ya está sin dientes, si ese acordeón hablara… todas las correteadas que iba y tocaba y se armaba algún pleito y me dejaban a mi ahí como ‘¿pues ahora quien me va a pagar?’ Una vez fuimos a una parte y tuve que empeñar mi acordeón porque el chavo se fue al baño con la lana y ¿qué onda, cómo que se fue, dónde lo busco? Muchas cosas… también me lo han querido comprar y no. Así que ese acordeón ya lo tengo en una caja de cristal, ahí tengo mi acordeón y vale más que todos los otros acordeones que tengo.
—¿Qué te transmite la gente desde la bailadera, cuál es la energía que se respira en tus conciertos?
—La felicidad que veo yo en la gente que nos va a escuchar, a ver accionar. A mí me encanta ver los rostros de la gente que está feliz, canta las canciones, baila y brinca. No es por echarme flores a mí mismo pero eso uno lo mira y tú también ya te pones igual porque imagínate que veas unas caras largas enfrente, ¿pues qué pasa? Pero no, todo lo contrario. Anoche lo he visto en Belo Horizonte, los brasileros que son muy bailarines, así que muy buena vibra.
Del chispazo de un sueño a esta parte, Celso Piña y la Ronda Bogotá han ido esparciendo música por todos los rincones del mundo, pusieron a bailar cumbia a un Gabriel García Márquez de 75 años, y finalmente concretaron en 2008 lo que fuera su anhelo más lejano: compartir su sonora híbrida en la Colombia que vió nacer al género.
—¿Cómo ves el futuro? ¿cuáles son los sueños que quedan por cumplir?
—Mira yo creo que seguir haciendo música, me fascina hacer música, interpretar también. Me gusta también mucho la colaboración. Ahorita tengo tres o cuatro proyectos que me están invitando a hacer sus tributos a grandes músicos que ya fallecieron, entonces eso me encanta a mí también. Pues también lo que me falta ahorita es ir a tocar al quinto continente para poder decir que ya toque en los cinco continentes que conforman este mundo. A veces se batalla por cuestiones políticas, por cuestiones económicas también, pero ya ha habido pláticas para ir para allá entonces en un futuro a lo mejor… pues sí, eso es lo que me falta hacer.
—¿Cómo están viviendo los mexicanos la intromisión de Trump y sus políticas expulsivas, que es una preocupación que compartimos todos los latinoamericanos?
—Pues yo creo que ahí lo están sintiendo duro, todos los que viven en las fronteras. Yo ya tengo toda mi vida viajando para los Estados Unidos, vieras qué colas tan enormes hay. Yo tengo cerquita la frontera de Laredo-Texas, San Antonio-Houston, y fíjate que en tiempos pasados, antes de que estuviera el señor este, nosotros durábamos bastante haciendo cola para pasar la frontera y aún ahora también. Imagínate la fila de carros enorme que había, gente a pie… ahorita hace unos 20 días fuimos a San Antonio y en la frontera había filas de carros, para que veas, entonces nosotros pasamos de volada. Al pasar están todas las grandes tiendas como Wallmart y solo el estacionamiento… ¿qué quiere decir esto? ¿no hay gente? entonces yo creo que el señor este míster Trump tiene que hacer algo porque se le van a echar encima todos los comerciantes de la frontera. Pues qué onda, estás cortando la entrada de lana.
—Tu próximo disco lo grabaste con la Orquesta de Baja California, ¿cuándo sale a la calle?
—Ese disco ya lo grabamos el año pasado, nomás que como es algo laborioso todavía no sale. Ahí me dijeron que sale ahora en junio. Se oye muy bonito, yo tenía muchas ganas de hacer eso y por fin se me cumplieron. Rescatamos mucho de los sonidos de allá de los 70, pero es un retro con mucho ritmo.
—Nos vemos el sábado para bailar la cumbia de la Ronda Bogotá, bienvenido nuevamente a la tierra del cuarteto ¿has escuchado este ritmo?
—De lleno no he escuchado el cuarteto pero se me hace muy interesante y divertido el famoso cuarteto. También he oído algo de bandas que han ido a México como Los Fabulosos y Damas Gratis, ándale también, todo eso.
► Celso Piña y la Ronda Bogotá. Sábado 1° de abril a partir de las 23 hs. en Club Paraguay. Junto a Sabor Canela, Noe Pucci y Selektor Leo Jara.
*Por Julieta Pollo para La Tinta