«Váyanse de mi barrio, negros de mierda»
Banderas de Palestina en una manifestación. Un hombre gritando sacado en el barrio de Palermo mientras es contenido por una policía de la Metropolitana. Lo contrario de negro no es blanco. En este país, lo contrario de negro es rico.
*Por Sociograma para La tinta
1. Como no estaba de acuerdo con la manifestación con la que se cruzó en Palermo, el señor sostuvo: «Váyanse de mi barrio con esas banderas de mierda. No me va a detener (la policía). ¿Saben cuál es la diferencia? Yo soy rico y ustedes son todos unos negros de mierda. La gente rica no va presa».
2. ¿Saben cuál es la diferencia? Sí, lo contrario de negro (pobre) es rico (blanco, persona de bien). Según un informe de la Universidad de San Martín, el 68% de los encuestados cree que “las leyes no se aplican igual para los ricos que para el resto de la sociedad”.
3. Negro de mierda no es una forma de decir. Es una forma de relacionarse con el otro. Por eso, los echa del barrio, porque reafirma que no pertenecen ahí. No tienen derecho ni siquiera a estar.
4. Los que usan la expresión aclaran que no se refieren a negros de piel. El Washington Post, que planteó que a la selección argentina le faltan negros, sí hablaba de negros de piel. Pero, en el programa de Mirtha, se dice “negro de alma” (la aclaración es homóloga a “yo tengo un amigo que es judío”). La mentalidad es ganadora, de emprendedor, de clase media. A los negros, se les niega eso: sólo tienen alma.
4. Los negros son un atado de órganos funcionales. Brazos para agarrar la pala, pies descalzos para caminar todos los días a la escuela y ser abanderado, y que algún lector se emocione, pero después cree que a las escuelas rurales hay que cerrarlas porque la ratio estudiantes/docentes no se justifica y el mercado nunca invertiría ahí.
5. El alma está metida ahí, en el torso, cerca del estómago lleno de hambre. Pero hambre de arroz y polenta. Guay si tenés mejores zapatillas que las mías o si con la tarjeta Alimentar querés comprar alfajores. Negro de mierda, andate de mis marcas, de mis meriendas, de mi barrio con esas aspiraciones de mierda. Tanto quieren que te vayas que Lacoste estuvo dispuesto a pagarle dinero a los Wachiturros para que NO usaran sus chombas.
6. Los españoles se preguntaban si los nativos tenían alma. González Fraga estaba seguro. «Cuando nace un chico en una villa, un embarazo no deseado, de una chica de 14 años y la chica de 14 años, que está más para ir a los recitales que para amamantar a un bebé, lo descuida, y ese chico, como dice Abel Albino, tiene 24 horas de hambre, se le pone una marca en el cerebro que va a detestar ser educado. Es como un animalito salvaje«.
7. Hay negros que no son de mierda. Como Xami de nueve en Boca siendo relatado por Marcelo Araujo: “A ver, grone, si sabés”. Como Clareá, Oro, Tom. Los ubicados, que tienen en claro su lugar. Como Samuel L. Jackson en Django Unchained, que lo que tiene es privación relativa: él no quiere un caballo para él, sólo quiere que el otro negro no tenga un caballo.
8. Y también hay negras que son de mierda. Esas pueden ser incluso peores. Les va mal en la escuela, se embarazan para cobrar un plan, son costo laboral y hacen sufrir a los rubios. No hay nada biológico en ser negra de mierda: la negritud no está en la melanina, está en esa otredad que les resulta insoportable, pero necesaria. Mbembe afirma que «producir al negro es producir un lazo social de sumisión y un cuerpo de extracción, es decir, un cuerpo completamente expuesto a la voluntad de un amo que se empeña en obtener de él la máxima rentabilidad». Esa extracción es material y simbólica. Esa extracción, además, es relacional: cuando discrimina y violenta, en paralelo, beneficia y acumula.
9. Las negras de mierda no se visten con lino. No pertenecen a una familia blanca, hermosa y pura como las que les gustan a Pamela David y Mauricio Macri. No comen arándanos en las mañanas. No entienden la pulcritud de la riqueza. Ratas que no pertenecen al campo de golf. “Esto no es Ostende. No tienen que estar ahí”. ¿Por qué? Por negras de mierda. Por romper tus códigos de estética visual y estética moral. Por eso, hay que cagarlos a palos (de golf).
10. “En negro” es el trabajo informal. “Morocha” es la plata no declarada en boca del encargado de Francella. Y “blanquear” es el modo en el que los capitales se vuelven legales, legítimos, transparentes. Porque, como dice el 1% de Palermo y el 68% de los encuestados, los ricos no van presos.
11. ¿No la vimos venir? Definitivamente, no la supimos parar. Hace 40 años, O’Donnell decía que un argentino hubiese respondido: “Y a mí qué mierda me importa que seas rico”. Algo de esa excepcionalidad argentina lentamente se resecó, se resquebrajó y henos aquí, un país más normal ahora.
*Por Sociograma para La tinta / Imagen de portada: Prensa Obrera.