El regreso del presidente Milei a Córdoba y la épica que no fue
No fue un mero paseo el retorno del Presidente de la Nación a la provincia más adepta: sin Pacto, la represión que intentó acallar el malestar social fue protagonista de la jornada.
A las 14, hubo un triple movimiento: el helicóptero policial se posó sobre el centro cordobés, llegaban desde el aeropuerto ya despejado por Gendarmería los funcionarios nacionales y, en avenida General Paz y 27 de Abril, la Policía provincial intensificaba la represión sobre los manifestantes que intentaban llegar hasta el Cabildo.
El megaoperativo de seguridad diagramado por Nación y Provincia tuvo más anillos que Tolkien, pero, así y todo, algo no pudo evitarse: la represión y el #MileiCuliadazo fueron la nota de una jornada que de seguro el presidente imaginaba épica y eufórica, casi como una continuidad del bizarro show del Luna Park.
El mandatario nacional volvió ungido a su provincia más adepta, donde no pisaba desde el cierre de campaña de noviembre pasado, con más atributos formales que éxitos demostrables. Caído el Pacto de Mayo y con la sola presencia del siempre listo gobernador Martín Llaryora, encabezó un acto de espaldas al Cabildo y ante media plaza, a la cual apenas pudo prometer una baja impositiva y “más libertad”.
La calle habla
Si casi ocho de cada diez cordobeses votaron por Milei-Villarruel el año pasado, y no faltan encuestas que denotan escasa o nula baja de esa preferencia electoral, el regreso del execonomista del Grupo América evidenció el crecimiento del malestar en la calle. Por acción y por omisión: tanto por los sectores organizados que se manifestaron en contra de las políticas nacionales que pretenden desguazar al país como por quienes, aunque ven con simpatía “el cambio” que encarna el ex arquero amateur, optaron por no concurrir al autopercibido “Pacto de Mayo con la gente”.
El anticipo de un malestar creciente en ocasión de la visita presidencial a La Docta fue la campaña de pasacalles #MileiCuliadazo, que engalanó diversos puntos de la ciudad, y la “lluvia de papas fritas” free en la plaza San Martín que, al día siguiente, vería el desfile presidencial.
De modo más institucional, ATE Córdoba hizo punta el sábado temprano con un bloqueo cercano al aeropuerto que devino en la represión de Gendarmería y cuatro heridos del lado gremial. “Se nos vinieron encima sin aviso, incluso, lastimaron a un fotógrafo de La Nación”, ilustró el secretario general, Federico Giuliani.
Sobre el mediodía, el acto en torno al escenario montado en Colón y General Paz se desarrolló sin sobresaltos, con amplia presencia de gremios, organizaciones sociales y organismos de derechos humanos.
La concentración giró en torno a la lectura de un documento unificado que recuperó la gesta de Mayo y rechazó la Ley Bases y el DNU, con amplia presencia de la consigna viral en remeras y carteles de ocasión.
La segunda etapa del desmadre represivo vendría sobre las 14, cuando una columna de manifestantes intentó acercarse al Cabildo, chocó con un microcentro militarizado desde temprano y sufrió disparos de balas de goma y una lluvia de gases lacrimógenos. ATE reportó 14 heridos, uno de ellos en un ojo, mientras que UEPC Capital dio cuenta de dos docentes detenidas, madre e hija, que serían liberadas horas más tarde.
Ni pacto ni acto: Consejo de Mayo
Mientras se desarrollaba la acción represiva, en la plaza y pese a una concurrencia menor a la esperada, los vendedores de patitos amarillos se hacían el día. Lejos del tono de rockstar que caracterizó la velada del Luna, Milei adoptó un tono más serio en su regreso a Córdoba, prometió lo mismo que otras veces, criticó a representantes de la política y anunció un Consejo de Mayo “conformado por un representante de las provincias, uno de la Cámara de Diputados, uno de Senadores, uno de organizaciones sindicales y otro de cámaras empresariales”.
Su “responsabilidad” central, indicó, sería “trabajar en los proyectos de Ley que se enmarquen en los principios adoptados en el Pacto de Mayo”.
No hubo mucho más tiempo que para saludos al público, alguna foto de ocasión y el retorno presto a Buenos Aires, probablemente con una media sonrisa: de seguro, el presidente o al menos alguien de su entorno debe por fuerza haber tomado nota de que viajar por las provincias no es un paseo.Quizás por ello prefiera volar al exterior.
Para el poder, un juego de suma cero
Aunque, como de costumbre, fue el campo popular el que puso los heridos, no es en ese sector social donde hay que buscar a los perdedores de una jornada que se pretendía histórica.
En el orden provincial, el llamamiento del gobernador Martín Llaryora a “recibir afectuosamente” a Javier Milei y su comitiva de funcionarios careció de efecto terapéutico, y en el río revuelto del paso mileísta por la provincia, el sanfrancisqueño ligó algún reproche inesperado. Además, y no es poco, cargó con el costo político de una represión que terminó siendo la noticia principal de la jornada.
Por el lado del Gobierno nacional, y sin siquiera la Ley Bases aprobada, el mandatario vino a Córdoba con una idea de épica que la propia realidad desbarató; de hecho, es de notar que la represión fue condición de posibilidad para la realización del acto.
Y aunque en su discurso prometió Milei que «vamos a devolverle la libertad a los argentinos, para que cada argentino pueda volver a ser el arquitecto de su propio destino”, es inocultable que son miles y miles los destinados al despido, la suspensión y el retiro voluntario; al comer de la basura o dormir en la calle, en la previa de este invierno que se viene frío y con características de infierno. Eso sí, para nada encantador.
*Por Adrián Camerano para La tinta / Foto de portada: Ezequiel Luque.
