Un balbuceo de fin de año

Un balbuceo de fin de año
29 diciembre, 2023 por Noe Gall

«La paciencia consiste en perseverar sin descanso viendo con ojos interiores lo invisible
como si fuera visible». Diádoco de Fótice.

Estamos en shock, las palabras no brotan con fluidez, porque es tan abrumador todo lo que pasa que no tenemos tiempo de digerir nada ante el bombardeo voraz de noticias, DNU, leyes, conferencias, tweets, declaraciones en medios, que ponen en jaque el estado de las cosas, las estructuras que conocemos y sus funcionamientos. Ante el ataque sistemático a lo público, a lo colectivo, a la regulación de instituciones por parte del Estado, ante el protocolo de Bullrich, la persecución, la amenaza constante, la memoria de los diciembres más tristes en la Argentina, ante el hambre, la inflación, la corrupción, ante el agobio y la desesperanza que nos desmoviliza, ¿qué hacemos? 


Nos quitaron el fin de año, la sensación de cierre y descanso, la ficción temporal más esperada, las vacaciones. Que no nos quiten la palabra libertad ni revolución, ni los deseos de querer construir un mundo mejor a 40 años de democracia.


Con el voto del pueblo, asume la presidencia alguien que en nombre de la libertad presenta un Decreto de “Necesidad y Urgencia”, y una Ley ómnibus -que si bien deben ser discutidos y aprobados por el Congreso, y en ese acto se alberga casi toda nuestra esperanza-, ya amenazó públicamente que, de no aprobarse, llamaría a un plebiscito popular. Nos entra el miedo de nuevo, porque sabemos del consenso social que tienen sus propuestas. ¿A quién amenaza? ¿Con quiénes celebra? ¿A quiénes sale a saludar sonriendo desde el balcón a una Plaza de Mayo vacía?

El sábado a la noche, tuve el desagrado de cenar con un televisor enorme, donde se transmitía el patético y aún vigente programa de Mirtha Legrand. Los invitados eran dos, el presidente y la ministra de Seguridad. Un espectáculo del horror, una realidad distópica, calmos hablaban y repetían lo que venimos escuchando hace meses, comían, sonreían. Me bajé un vino y un champagne. ¿A quiénes le hablan? ¿Quiénes creen semejante puesta en escena? Esa semana habían sucedido los primeros cacerolazos, a una semana de asumido, la gente se lanzó a las calles en todo el país y el protocolo de Pato quedó ridículamente obsoleto. Sin embargo, ellos celebraban la eficacia del mismo. Participé de la movilización de Rosario, bajo un cielo celeste como el monumento a la bandera, canté con extraños, aplaudí, corté una calle, me manifesté en paz, mientras me llegaban los mensajes de la feroz represión en Córdoba. En ninguna ciudad reprimieron a las manifestaciones espontáneas, autoconvocadas contra el DNU. Córdoba dio la nota vergonzosa, camiones hidrantes, perros, gas y cinco estudiantes universitarios detenidos. Mientras comíamos el postre, alguien dice que la carne iba a bajar la semana que viene, Lavie gritaba balada para un loco y yo sentía que la disociación es insostenible, no puedo seguir fingiendo demencia. 

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Imagen: Noe Gall

La grieta se convirtió en abismo

Todxs, pero sobre todo lxs cordobeses, tenemos a uno o más seres queridxs que votaron este proyecto de gobierno, más de unx se sentó en Navidad con alguien que apoya estas medidas, como mi sobrino de 18 años al que amo profundamente y estudia en una universidad pública, y tiene un certificado de discapacidad por tener síndrome de Asperger y un Boleto Educativo Gratuito, no sólo lo votó, sino que me repetía el tweet falso que circuló en redes de que los precios habían bajado en el supermercado Jumbo. Nos miramos con mi mamá y nos servimos otra copa. 

La democracia es esto, la convivencia ideológica, compartir a pesar de la diferencia, pero ¿cómo se hace cuando la alegría del otro encubre tu aniquilación? ¿Cómo soporto la alegría de quien está feliz por la destrucción del Estado, porque está convencido de que es la única manera de sacar al país adelante? 

Entonces, pienso en una estrategia, ante un inminente plebiscito: ¿cómo comunicamos a las personas que aún creen en este proyecto político las consecuencias devastadoras que tendrán sobre nosotr*s sus medidas de ajuste? Milei, en el programa de Mirtha, se reía y decía: “No entiendo la gente que se enoja con el ajuste si yo avisé y me votaron”. Suponiendo que debemos aceptar callados todo lo que proponga, porque él, como único salvador, puede sacarnos de este caos, en el que gran parte de la gente que convocó para salvarnos nos metió hace años, como el flamante ministro de economía, Caputo. 


¿Cómo aceptar calladas la demolición del Estado, en nombre de la gobernabilidad a la que se apela para darle tiempo o la oportunidad de cambiarlo todo? ¿Cómo construimos un consenso democrático cuando nuestros derechos fundamentales se ven afectados? ¿Cómo nos manifestamos quienes no acordamos con estas maneras de arreglar las cosas? ¿Cómo nos pronunciamos? 


Desde que se presentó esta serie de medidas, he ido recordando diferentes formas de redes y organización, comparto algunas experiencias desde mi pequeño lugar, con la intención de evocar esa memoria que tenemos quienes construimos desde lo colectivo y hemos sabido crear otras maneras de manifestarnos en las calles, en las plazas y en otros territorios. 

Hacer comunidad, construir refugios 

El domingo de la asunción del nuevo presidente, estaba en el campo, en provincia de Buenos Aires, Rocha, una localidad cercana a Chascomús, que no cuenta con servicio de colectivos durante los fines de semana, pero que tiene una estación de tren restaurada como museo. El 6 de diciembre fue el cumpleaños de la gran artista Susy Shock, que aparte de ser una amiga, es un faro, una referente política, artística, de vida, que arrastró a más de 40 personas al medio de la nada a celebrar. Festejábamos su natalicio y la inauguración de Rancho, una comunidad que está construyendo con un montón de gente hermosa, creativa, revolucionaria, que está imaginando otro mundo posible y lo está haciendo. 

En el hostal del pueblo donde varixs nos alojamos, la regenta no dejó de escuchar las 24 horas, ya sea por radio, televisión o su celular, todos los preparativos de la asunción de Javier Milei, en un clima de algarabía. Cada tanto, alguna caía en la tentación de mirar las noticias desde su celular y comunicar en voz alta lo que estaba sucediendo. Edu, que irradia luz y se ha vuelto un gran intérprete a base de amor por las canciones que le dan vida, nos sacaba del malestar cantando, así fue como Cafrune, la gata Varela, entre otrxs, se volvieron mantra en cada caminata, en cada momento en el que el terror quería asomar.  

El campo estaba a unos kilómetros del hostal, caminábamos ida y vuelta quienes no teníamos carpa, varias veces al día, sin luz, luciérnagas, chicharras, algún coyuyo, el aroma de las flores de tilo, la humedad del canal, los caballos, el campo de noche era el abrazo, era volver a tierra, dejar la algarabía ajena y concentrarse en lo que allí acontecía con toda su vehemencia. Un cielo como hace mucho no veía, cubierto por un manto de estrellas, una guitarra y Valen Bonetto cantándonos una canción de cuna guaraní del proyecto Brotecitos, que fue grabado y creado en el CCK, corría una sonrisa y una lágrima.

Baile, música, poesía, comida, campo, risas, abrazos, aferrarse a las redes, hacer comunidad, en eso se había convertido Fingir demencia, la consigna que se viralizó en redes y apelaba a, de alguna manera, no anclarnos en la realidad que estamos viviendo. Leí en el muro del artista Mag de Santo que invitaba a dejar de usar esa frase, a dejar de sentir culpa por aferrarnos a lo que nos hace bien para sobrevivir a la realidad. Tiene razón, no estamos fingiendo nada, estamos asustadas, preocupadas, enojadas, desilusionadas, tristes y nos acercamos a todo eso que reconocemos como un lugar seguro, a las fuentes que nos llenan de energía para poder cargarnos y no sucumbir a las pasiones paranoicas y patológicas que el presidente y su gente quieren imponer a base de amenazas.

Hace exactamente un año, estábamos abrazadxs a los gritos con extraños, exultantes en las calles por el triunfo de la selección en la copa del mundo. No puedo dejar de pensar en el contraste. 

Hoy, estamos organizando redes para pedir que no quiten leyes fundamentales por las que trabajamos mucho de manera colectiva y que garantizan derechos a toda la población. Me remito al ámbito de la cultura y la educación donde trabajo, la eliminación de la Ley Nacional del Teatro o el Fondo Nacional de las Artes no sólo deja a muchxs trabajadores en la calle, sino que cientos de salas de teatro del país quedarían sin subsidios que los llevarían a cerrar sus puertas y miles de artistas sin la posibilidad de acceder a financiamiento público que acompañe sus procesos creativos. Los frentes parecen ser tantos que se vuelven inabarcables y el desgano y la tristeza cobra espacio en el cuerpo. 

La campaña del miedo no funcionó, debemos armar otras estrategias de comunicación, el arte es un lenguaje capaz de conmover a cualquier corazón endurecido. Este tiempo del horror necesitará de nuestras artimañas imaginativas, emancipatorias, de resistencias pequeñas, micro, abrazos, un hola cómo estás, una canción en voz alta por la calle porque sí, reunirse con afines, llenarse de empatía y comunicación, para hacerle entender a ese otro que alquila igual que nosotras que lo que votó lo puede dejar en la calle, explicarlo lento, sin ira. 

Este tiempo exige un ejercicio pedagógico sublime y el pueblo argentino tiene a las mejores pedagogas de la historia, pensemos en las Abuelas y las Madres que no pidieron venganza, sino justicia, que concientizaron a una sociedad entera, a un mundo entero, a base de explicar una y mil veces que la verdad no es una variable que se pueda torcer, que la justicia no le pertenece a un puñado de asesinos y que la memoria es un ser viviente que hay que alimentar, regar, cuidar. 

Entonces, queridxs lectores, nos queda un arduo trabajo por hacer, reconstruir la autoridad de la palabra y las condiciones para el diálogo. En uno de los tantos grupos de wasap a los que me sumé en estos días para repudiar colectivamente las medidas ya mencionadas, se dio un largo debate sobre el lenguaje inclusivo, una persona pidió no usar la e ni la x para ganar más adeptos a nuestros reclamos. Mucha gente argumentó por qué el uso del lenguaje inclusivo no era parte de la discusión y allí se cerró el diálogo. Esa persona fue expulsada del grupo. 

El problema no es meramente el argumento con el cual una pueda convencer a ese otr* votante de Milei, sino la reconstrucción de una autoridad para la palabra política, ¿desde dónde habla una? ¿Cómo construimos ese lugar para hablar con el otro, la otra, cuando no podemos hablar la misma lengua ante tremenda urgencia? 

Primero tendremos que enseñarnos a nosotras mismas sobre este momento, aprendiendo a convivir con estos balbuceos y no amargar el alma que es lo más peligroso, no abismarse, como me dijo hoy una amiga querida.

*Por Noe Gall para La tinta / Imagen de portada: A/D.

Palabras claves: año nuevo

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