Manejo del fuego y qué hizo el cordobesismo desde el fatídico 2020
El 2020 es considerado el peor de los últimos 30 años con relación a los incendios en nuestra provincia. En ese momento, el investigador y docente Nicolás Mari analizaba algunas dimensiones de la política del gobierno de Schiaretti sobre el plan de manejo del fuego. Hoy, tres años después, las revisamos junto al especialista tras los voraces incendios que en octubre, en tres días, se comieron más hectáreas que las que se perdieron en el primer semestre del año.
Mari, además de trabajar en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA Cruz del Eje), es profesor en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) del ámbito del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación (MINCyT), y auxiliar en los bomberos de La Cumbre.
En primer lugar, explica el especialista, hay un componente inevitable que es el climático. “Este año en particular, también está presente la situación del año 2020. En parte, por la condición natural de la provincia y, en parte, por las condiciones de variabilidad climática que presentan los nuevos escenarios de cambio climático actual; los cuales se traducen en periodos de sequías prolongados, ausencia de lluvias y persistencia de altas temperaturas”.
Pero -aclara con énfasis- esto no es una excusa para justificar la repetida y sincronía de los incendios que ocurren actualmente y la situación ambiental es solamente el contexto por el cual se agrava la condición principal de la ocurrencia de los incendios, que es un fenómeno 99% antrópico. “Es decir que discursivamente se apoyan en un contexto climáticamente adverso, pero que no tiene asidero, por tratarse de incendios provocados. Entonces, la discusión gira en torno a las causas, obviamente humanas, pero aún más profundo es analizar el porqué de las causas. La negligencia o el descuido existen, pero, a su vez, pueden ser chivos expiatorios de otros intereses asociados a la intencionalidad expresa de generar cambios en el uso del suelo. Es decir, provocar incendios para justificar la expansión de determinadas actividades económicas”.
Hace tres años, Mari decía que en Córdoba existían dos entidades distintas que trabajaban en paralelo y conjuntamente: la Federación de Bomberos y la Agrupación Serrana de Bomberxs. “Pero lo cierto es que, en general, es un sistema donde los bomberos son voluntarios: salen, dejan a sus familias, sus trabajos y lo hacen gratuitamente. Esto pone un interrogante: ¿cómo es que una provincia se basa en un sistema de bomberos voluntarios?”, remarcaba.
El investigador aclara que, a partir del año 2020, se crearon nuevas fuerzas de combate de incendios en forma general en toda la provincia. Por un lado, la creación de la ETAC (Equipo Técnico de Acción ante Catástrofes), que depende de la Policía de Córdoba y que se compone de brigadistas preparados para intervenir, planificar en prevención, control de catástrofes, emergencias, siniestros o situaciones de desastre. Funcionan las 24 horas todos los días y están distribuidos en bases en todo el sector noroeste de la provincia, dotadas de un importante equipamiento para la respuesta temprana.
Por otro lado, en paralelo, se formalizaron alrededor de 23 brigadas de origen comunitario, cooperativas y asociaciones, formalmente constituidas, “que conforman un importante conglomerado de brigadistas voluntarios que, en distinta medida, se han capacitado y formado para participar activamente en forma conjunta con las fuerzas bomberiles y la ETAC”.
Mari añade que tanto la formación de la ETAC como la creación de las brigadas autogestionadas han generado en su inicio un revuelo institucional en el ámbito de las federaciones de bomberos de la provincia, basado en la idea de que la superposición de funciones y mandos puede deteriorar al sistema bomberil provincial, incluso atentando contra la escasa economía de los cuarteles federados: “Del lado de las brigadas, aún no existe un marco legal que las incluya formalmente al sistema bomberil, por lo que aún persisten ciertas disputas de poder. Sin embargo, y desde un punto de vista superador, es destacable que, a los fines prácticos, el ataque inicial y la respuesta temprana a los incendios ha mejorado significativamente, lo cual se ve reflejado en una importante mejora en el tiempo de respuesta que conjuntamente realizan las distintas fuerzas, logrando que las superficies quemadas y la duración de los incendios sean menores, comparándolos con años anteriores”.
Para concluir, el especialista indica cuál sería la combinación perfecta para establecer uno de los mejores sistemas bomberiles de la Argentina: “El reconocimiento mutuo de las distintas fuerzas en sus arduos labores en el terreno, una mayor coordinación e integración en sus acciones, la revisión y reglamentación de la Ley (obsoleta) provincial de Manejo del Fuego (8.751), y un manejo equitativo presupuestario”. Para eso, falta. Ojalá la temporada de lluvia nos favorezca.
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Natalia Roca para Brigada Inchín.
