Las micromilitancias dándolo todo rumbo al ballotage
Ante el estupor, la preocupación y el miedo que significan las ideas y plataforma electoral del candidato a presidente Javier Milei y su vice Victoria Villarruel, muchas personas decidieron hacer algo. Ya sea en el espacio público, en el entorno cotidiano o en las redes, territorios distintos, con distintas lógicas, pero un mismo mensaje: defender la democracia. En esta nota, algunas experiencias de micromilitancias que circulan a lo largo y ancho del país.
Ana me manda una foto de un cartel que diseñó, que lleva en su mochila y va pegando en las paredes de su itinerario diario. Dice: No Milei No. “Le di a compañeras de trabajo para que peguen en sus barrios, la idea era hacer algo más colectivo, pero los tiempos y lo quemadas que estamos no lo permitió. Lo voy haciendo sola, a veces la gente me grita violentamente cuando me ven pegando el cartel y otras se acercan a charlar, supongo que es parte de intervenir el espacio público. Sentí que no podía quedarme sin hacer algo, aunque sea chiquito, dejar un rastro en las calles porque no quiero que gane Milei”.
Además del formato televisivo, el scroll, los comentarios de post, el RT, los recortes, los reels, la lógica TikTok, el decir corto y contundente de la época de la atención fluida y todo lo que pasa en el antro de las redes sociales, aparecieron en escena carteles que dialogan de otra manera con las personas, una interpelación en el espacio público a partir de alguna pregunta, consigna, info puesta a circular, que sale de las reglas de juego de la web y que pone algo del cuerpo y la palabra en escena.
Después de las PASO y frente al resultado más temido, se activaron formas de micromilitancias -las cuales ya habían tenido protagonismo en la elección de 2015- y que se están profundizando en este tramo final de la campaña. Como nunca antes, vemos camino al ballotage múltiples y variados pronunciamientos y comunicados de sectores en contra de Milei. Desde las Swifties pasando por las nenas de Sandro, los clubes de fútbol, sindicatos, organizaciones, artistas de la cultura y muchísimos más que advierten el peligro que significa la plataforma electoral e ideas de LLA para el futuro, y llaman a votar a Massa. Por fuera de los márgenes de una campaña electoral tradicional, será recordado en la historia reciente este fenómeno surgido de la convicción de defender al país y la democracia.
Sitios web con videos, artistas e ilustradores que liberan contenido para imprimir, carteles con consignas, folletos hechos a mano con un relato, stickers en una riñonera que alguien imprime y reparte, grupos de WhatsApp, mujeres que se suben al subte o al tren y cuentan sus historias de vida -como el caso de Elsa Lombardo, que contó su experiencia en el centro clandestino de detención El Olimpo-, un coro cantando en una estación de tren, intervenciones en universidades, jubilados en el ANSES o en un semáforo con carteles. Seguro que cada quien ha visto alguna acción de micromilitancia cercana. Acá, por ejemplo, un compilado de algunas experiencias y una web con insumos.
¿Qué narrativa política es útil en esta elección para que se entienda lo que está en juego? Es una pregunta difícil que ha rondado en charlas en todo tipo de espacios. Circulan manuales, guías sobre cómo dar vuelta el voto ante el peligro de que gane un proyecto antidemocrático como el que propone la LLA. Se va generando un lenguaje propio, que va más allá de los espacios virtuales y se expresa en el trabajo, la fila en algún comercio, juntadas de amigues, el club, la sobremesa familiar, la charla ocasional, etc. Una oportunidad para hablar cara a cara, conversar los motivos por los cuales votar a Massa es mejor y generar un intercambio con quienes aún no tienen definido su voto.
Tanto el propio candidato Milei como algunos voceros de sus canales amigos dicen que se está haciendo “una campaña del miedo”, que sería básicamente las formas de mostrar lo que efectivamente dijo el candidato a presidente y la vice de LLA, y lo que está explicitado en su plataforma electoral. Jaime Durán Barba, estratega y asesor político de la campaña electoral de Macri, en una entrevista días pasados en el programa de Luis Majul, dijo: “La micromilitancia es la forma de hacer campañas electorales actualmente, las grandes teorías y los grandes spot no sirven, los últimos estudios dicen que tienes que ir al individuo, a sus intereses y ahí hay algo que importa mucho, desde el punto de vista de mover votos, es más eficiente el cartel que dice vos vas a pagar 50 o 1000 pesos por el subte”, imaginen la cara de Majul, quien hace semanas está obsesionado con “denunciar esta forma de militancia en contra de Milei”.
El conductor en uno de los tantos días que se indigna con estas formas de activismos ciudadanos, pero, ¿qué le molestará a Luis Majul? ¿Que la ciudadanía se exprese políticamente en un sistema democrático? ¿Y por qué no cuenta la micromilitancia que hacen seguidores de LLA? Porque las hay tanto a favor como en contra de Milei y Massa, solo que tienen formas distintas, como los modelos de país que están en juego.
Esta forma de activismo militante parece retratar la necesidad de tener que defender un consenso mínimo democrático de parte de muchas personas que no militan orgánicamente ni en partidos políticos ni están en espacios colectivos, pero que ven con preocupación el modelo de país que viene con Milei. También retrata una época donde la transformación en las campañas políticas oscilan menos entre el marketing tradicional y más en la disputa en las redes.
El lado B de las campañas
¿Cómo permeó Milei en cada rincón del país sin tener territorialidad ni militancia, ni estructura partidaria ni dirigentes? La televisión y las redes sociales volvieron a Milei un influencer o, más bien, un troll presidenciable.
Los libertarios son nativos digitales, han creado su espacio en las redes sociales, saben manejarlas muy bien -sin abrir un debate ético al respecto- y la pandemia les dio las condiciones precisas para potenciarse. Y no hablo específicamente de la estrategia política desde el partido LLA, sino lo que sus militantes y simpatizantes hacen por sus ideologías. Y escribo en masculino, porque el principal componente es el de género, son los varones los que han habitado y alimentado esos espacios.
Marina Llao es doctora en Ciencias Políticas y nos dice al respecto: “El impacto de las mediaciones de las redes sociales en la militancia y en la comunicación política es absolutamente enorme. Por un lado, por el acelerado avance de nuevas estrategias como la aplicación de resultados de investigaciones en neuromarketing en las propagandas, la creación cuasi industrial de contenido político embebido en el entretenimiento, la microsegmentación del electorado en públicos con intereses y cualidades afectivas diferenciables, el uso de inteligencia artificial para el diseño de las imágenes y fortalecimiento de las narrativas; o las colonias de replicación del contenido por parte de cuentas, automatizadas o no, que funcionan como cajas de resonancias. Por otro lado, es sorprendente lo que la comunicación digital vino a hacerle a los procesos electorales en materia de construcción de condicionamientos personales a las figuras públicas de las y los candidatos. Se construyen semblantes, formas de manifestación personal que presentan a las figuras políticas a partir de rasgos exacerbados. La ampliación del detalle humano a niveles paroxistas fortalece, o activa principalmente, el rechazo más que a las de aceptación, la indignación”.
Para la especialista, el voto se decide menos por preferencias o identificaciones políticas positivas y más por el rechazo a determinados rasgos, cualidades o atribuciones personales que tienen las figuras en oferta. Y agrega: “Si bien la ultraderecha fue pionera en esta avanzada del editado negativo y, por eso, se le reconoce que ‘leyó muy bien el malestar’, lo cierto es que hoy vemos a un oficialismo que no se está quedando atrás y empezó a responder con contenidos más orgánicos, gestados con espíritu militante, en redes sociales como TikTok”.
Para ella, la batalla en la comunicación digital es uno de los pivotes necesarios, es central no solo la generación de contenido anti Milei, sino también la defensa y cuidado de la figura del candidato oficialista Sergio Massa por parte de la micromilitancia en redes.
Cartel por cartel, pared por pared, comentario por comentario, voto por voto parece ser hoy una forma de aferrarnos a una esperanza, de seguir después del domingo con país para todxs, donde sea posible pensar un futuro mejor.
*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: Juan Cristian Castro para La tinta.