Victoria Villarruel, la casta militar que avanza con Javier Milei
Las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo. El expresidente Raúl Alfonsín. El kirchnerismo. Cualquier persona que defienda los derechos humanos. Y hasta la banda coreana BTS, que “tienen nombre de enfermedad de transmisión sexual”. Realmente largo es listar a los enemigos por elección o reacción de la diputada nacional Victoria Villarruel, la abogada negacionista del terrorismo estatal que este 19 de noviembre tiene chances de ser electa vicepresidenta de la Nación.
En la era en la que se puede decir cualquier cosa y salir indemne del asunto (y hasta atraer votos), Victoria Villlarruel llama “Proceso” o “gobierno de facto” a la última dictadura militar; reivindica un «Día de la Hispanidad» inexistente en Argentina y llama “guerra sucia” a lo ocurrido en el país en el pasado reciente. Su retórica no es novedad, retoma términos y conceptos esgrimidos por los represores y sus sucesivos intentos organizativos de los 80 a esta parte. Lo que sí cambió es el contexto: si años atrás había un consenso social reactivo a este tipo de manifestaciones, la acción sistemática de distintos actores sociales fue construyendo un clima de época que habilita decir cualquier barbaridad. Se termina naturalizando lo antes impensable y ya son corrientes los posteos en redes con fotos de Falcon verdes o la reivindicación del genocida Jorge Rafael Videla.
Algo de todo ese negacionismo/apología de la dictadura intentan penar los diversos proyectos de ley que vienen discutiendo desde hace años organismos y militantes de derechos humanos, y que tendrán un viso de formalidad en el Congreso a corto plazo, anunció la nieta recuperada, Victoria Montenegro. La legisladora porteña define a Villarruel como “un cuadro del partido militar”, parte de un proyecto político que “viene a instalar nuevamente el mismo proyecto político de la dictadura cívico-militar con el mismo desprecio por la vida a partir de la banalización del mal”.
Más claro, agua.
Redes mediante, octubre trazó un hilo invisible entre la abogada que milita la “memoria completa” y el músico Andrés Calamaro. ¿Qué unió al salmón con la postulante a vice del loco Javier Milei? La despedida al músico tan popular como xenófobo, Ricardo Iorio, por un lado, pero muy especialmente una celebración del “Día de la Hispanidad” que atrasa décadas y desconoce el genocidio sobre los pueblos originarios. “Feliz día de la #Hispanidad! 1 día como hoy sucedía una de las epopeyas más importantes de la historia de la humanidad, se avistaban las tierras del continente americano y 2 culturas se unían en la hermosa mixtura q es Hispanoamérica. Orgullo x ser hija de esa fusión”, posteó y cosechó tantos repudios como apoyos desembozados.
Si en el ex Abuelos de la Nada se cumple con creces aquella máxima de que a los 20 todos somos progresistas y el paso de los años nos hace conservadores (¿qué pensará Miguel?), lo de Victoria es otra cosa: la abogada nacida bajo el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón lleva unas dos décadas militando impunidad.
Como bien traza Montenegro en una entrevista brindada a Perfil, en los primeros dos mil, un grupo de jóvenes directa o indirectamente vinculados a los represores se organizaban para reivindicar la “lucha contra la subversión”. Villarruel, con familiares militares por vía paterna y materna, es hija de un oficial que actuó en el Operativo Independencia y sobrina de un enjuiciado por delitos de lesa humanidad que fue apartado del proceso por razones de salud. “Jóvenes por la Verdad” se llamó aquel agrupamiento que, entre otros, fomentaba visitas al propio Videla. Antes, había pasado por “Aunar” y “Memoria Completa”, otros de los agrupamientos pro represión de aquellos años. De aquella época iniciática es el vínculo de Villarruel con la célebre Cecilia Pando, que por estas horas volvió al ruedo para pedir por la libertad de los detenidos “por los mal llamados delitos de lesa humanidad”.
Recientemente, también se conoció un tuit del esposo de Pando, el mayor pasado a retiro, Pedro Rafael Mercado. Relata don Pedro que, un día de 2006, las chicas se apersonaron en la Casa Rosada, donde a los gritos fue interrumpido un discurso del entonces presidente Néstor Kirchner. La acción se festejó con una cena en Puerto Madero y rememora Mercado: “Debo confesar que, en esa cena, por primera vez me sentí parado a la izquierda de mis acompañantes. Siempre acusado de facho, el tono de las conversaciones de esa noche me colocaba un poco más a la izquierda de la pareja que nos había invitado”.
Bajo el sol impiadoso de Deán Funes, este sábado 28, sesionó el Encuentro Provincial de Memorias de la Mesa Provincial de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba. El negacionismo y la apología de la dictadura atravesaron todo el debate, en un contexto político donde la derecha se presenta como disruptiva y transgresora, y el campo progresista y nacional/popular se ve obligado a conservar los consensos ganados para defender esta democracia a las claras imperfecta. La encrucijada es compleja, más a la hora de interpelar a miles de jóvenes privados de derechos que no vivieron la dictadura y para quienes el mismo menemismo o el 2001 es un pasado remoto. Hoy, son presa fácil de ciertos cantos de sirena bajo el supuesto de una libertad que, en rigor, atrasa.
A modo de “espejo” del Centro de Estudios Legales y Sociales, promediando los dos mil, la abogada Villarruel aportó a la fundación del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV). Comenzaba una nueva etapa de juicios por delitos de lesa humanidad y la abogada aceitaba tanto sus vínculos con protagonistas del terrorismo estatal como su faceta de escritora y referente intelectual de un sector cuya peor pesadilla (Videla dixit) fue el kirchnerismo. De allí, el auge de una retórica inflamada denunciando parcialidad judicial, pidiendo “memoria completa” y justicia para “las víctimas del terrorismo de izquierda”, en una suerte de reedición de la teoría de los dos demonios. Salvo escarceos como los protagonizados por provocadores como Darío Lopérfido, los años subsiguientes tendrían a este sector en franca posición marginal hasta el advenimiento del macrismo primero, el intento del 2×1 luego y, finalmente, la irrupción de los “libertarios” englobados en La Libertad Avanza.
A caballo de ese sello, en 2021, Villarruel fue elegida diputada nacional y fortaleció el autoconstruido perfil de especialista en Defensa y Seguridad. Pero no fue a través de la actividad legislativa: en sus 17 proyectos presentados a la fecha en la Cámara, no hay siquiera uno vinculado a la temática. En su último posteo en Instagram dedicado al tema, apenas lee una serie de “propuestas” de LLA plagadas de lugares comunes, frases hechas y obviedades normativas.
El video, por suerte, se corta antes de tiempo.
Mientras el acuerdo con Macri finalmente deja ver los hilos detrás del fenómeno Javier Milei, y a la opinión pública la encandilan la motosierra, un carácter de indisimulable irascibilidad y los presuntos diálogos con perros fallecidos, es Villarruel quien encarna el riesgo mayor de la fórmula “libertaria”. De vínculo aceitado con referentes de la derecha mundial, la candidata a la vicepresidencia representa el corazón de un partido militar que durante años no pudo sintetizar una propuesta de cara a la sociedad y que ahora logró sello, plataforma, candidatos y adherentes. Muchos.
En una disputa política que no desdeña el plano simbólico, es interesante notar que la LLA lleva a la vicepresidencia a una descendiente de militares y negacionista, mientras que el oficialismo pone en la fórmula de vice a Agustín Rossi, quien fue ministro de Defensa de la Nación en dos mandatos y con un paradigma de las Fuerzas Armadas democratizadas, que le dio continuidad a lo mentado por Nilda Garré.
Luciana Bertoia, periodista de destacada trayectoria en la cobertura de temas de lesa humanidad, señala que, en sus apariciones públicas, Villarruel se encarga de esquivar sus militancias juveniles en algunas de las organizaciones nombradas más arriba, también relativiza los contactos con represores de distinta laya. Estos militares, precisa Bertoia, no son cualquiera, sino “gente que está pensando en un relato sobre la dictadura, en dar una batalla sobre las narrativas, en una disputa en términos claramente ideológicos, para darle un sentido a lo que fue el accionar de la dictadura y para justificar los crímenes”.
La periodista señala que Villarruel “lo que ha intentado es justificar en todo momento lo que fue el accionar de los grupos de tareas, justificando la intervención militar contra las organizaciones guerrilleras, quitando el carácter de plan sistemático o, a lo sumo, señalando que pudo haber ‘abusos’”.
La directora ejecutiva del CELS, Paula Litvachky, lee que, a través de las discusiones que introdujo LLA en la agenda pública en materia de (vulneración) de derechos humanos, “el sistema político está tironeando lo que fue un acuerdo democrático muy profundo de la sociedad argentina y de los distintos partidos políticos”.
Concluyente, alerta que en la encrucijada del próximo 19, “ponerle el voto a Milei implica justificar el terrorismo del Estado”.
*Por Adrián Camerano para La tinta / Imagen de portada: A/D.