Un año: la morbosa fascinación por la riqueza
A mí siempre me llamó poderosamente la atención que hace que una persona compre una revista para ver cómo ricos y famosos pasan sus vacaciones u ostentan obscenamente su riqueza mostrando sus mansiones de varios millones de dólares. La pregunta es genuina, qué hace que alguien pobre o clase media pague una suma de dinero en comprar una revista en la que le muestran un estilo de vida al que nunca accederá. Qué fascinación morbosa existe en la riqueza en un discurso legitimado en la meritocracia.
Es decir, la supuesta bronca que podría sentir quien le cuesta llegar a fin de mes mientras mira por revista a alguien que tiene el dinero de varios que están como él (la torta es una sola, la discusión es cómo se la reparte), se transforma en una fascinación.No hay odio allí, no hay bronca sino todo lo contrario, hay admiración por aquellos que se quedaron con todo eso que a vos y a tu vecino le falta.
Una sociedad que ha elegido seguir viendo la riqueza pornográfica por revistas, mientras mira preocupada la heladera vacía de su casa
Cumplió un año de gestión un gobierno elegido por mayorías que en un corto periodo de tiempo ha producido una formidable regresión de la distribución: los ricos son más ricos, los pobres más pobres y la clase media se ha empobrecido. Sólo los ricos están mejor que hace un año. Aumenta tarifas de servicios que empobrecen a las capas medias y populares, pero les perdona las retenciones a las mineras y a los sojeros. El desempleo ha aumentado y ninguna paritaria cerró por encima de la inflación.
Creo que en algún punto, ambas cuestiones tienen vasos comunicantes. Una sociedad que ha elegido seguir viendo la riqueza pornográfica por revistas, mientras mira preocupada la heladera vacía de su casa autoqueriéndose convencer en un discurso hueco de republicanismo, institucionalidad, honestidad y revolución de la alegría que ya, a esta altura, le sabe a verso.
* Opinión de Lucas Crisafulli. Foto de portada: Colectivo Manifiesto