Famélicas y con el corazón roto, un drama marica
Se reestrena en Córdoba “En el torbellino de la noche”, compuesta a tres voces por Marcos Bueno, Pablo Huespe y Jeff Clover, y producida por Lucas Mostro Valaco. Una obra que aborda la sexualidad, la noche, la vulnerabilidad y el deseo desde la construcción de una poesía sonora, lumínica y extremadamente física que invita a un orgasmo cósmico. Si quieren deleitarse con este bombón cordobés, lo tendrán que hacer este viernes 4 y sábado 5 en el Sindicato de Maravillas.
Hace unas semanas, me invitaron a participar de una conversación en torno a la existencia del teatro queer. Ningunx de nosotrxs hemos podido escapar a la tentación de catalogar todo, bajo la falsa premisa de que “lo que no se nombra no existe”, nos hemos dedicado a catalogar cuanta cosa extraña encontramos y necesitamos colocar en algún lugar. Porque nombrar es también significar, es otorgarle entidad a algo, volverlo inteligible, reconocerlo y, con ello, capturarlo. La disciplina teatral no está exenta a esta pasión progresista por lo “raro” y todo teatro que no entre en los cánones clásicos de la representación heterosexual puede ser tildado de queer, un reduccionismo tremendo a las prácticas artísticas escénicas que buscan desestabilizar los órdenes dados, pero que sigue funcionando.
Queer en inglés significa raro, desviado, pero ante todo significó un movimiento post indentitario, que en su cruce con el teatro se vuelve muy interesante porque funciona directamente como una crítica a la representación como construcción de verdad, la cual en el teatro queer o LGTBIQ+ muchas veces se reifica en la voz singular, personal, conocida como biodrama o autoficción. Ese lugar íntimo, privado, al que han relegado gran parte de las expresiones sensibles que hacen una crítica a los modelos hegemónicos sexoafectivos.
En el torbellino de la noche es una obra de teatro queer, que escapa a la representación y nos sumerge a mundos subterráneos de una cultura muy particular: la vulnerabilidad a la que el deseo nos expone cuando el rechazo aparece en escena, sin tener que contar la historia de vida de nadie para mostrar lo doloroso y vertiginoso que significa estar arrojadas al deseo del otro.
Putito
A mi parecer, hay un hito en la historia contemporánea de la escena under cordobesa, en relación con la sexualidad y sus poéticas: Putito (nunca nadie amó tanto), dirigida por Marcos Gabriel García y con actuación de Pablo Huespe. Pusieron en escena otras formas de habitar el deseo a través de una práctica sexual entre hombres que, a pesar de las políticas higienistas, sobrevive: el yire. Fue estrenada en el 2016 y realizada en una sola sala, donde se pensó, armó y amó, quienes la vieron saben por qué no se podía poner en otro lugar. En 2018, Pablo montó Fiebre Guacha, que dirigió y actuó junto a Luis Ramírez, donde aparece nuevamente esa forma sutil de nombrar el afecto y el deseo entre varones, en la calle, en este caso, dos pibes guachos, sacados de algún poema de Osvaldo Bossi, y en juego de intensidades rítmicas con luces, música y andamios, nos seducen con sus movimientos, nos hacen desear el deseo.
Torbellino es hijo de esta poética de lo puto que Pablo Huespe en comunidad viene tejiendo con otros, con una apuesta novedosa para el teatro independiente. El texto de Marcos Bueno tiene una presencia propia, las palabras se impregnan en el cuerpo, no cuentan una historia, pero nos introducen a estados, nos dan un paseo narrativo, auditivo y táctil, a veces se pueden tocar con las manos algunas palabras, otras queremos retenerlas y guardarlas en una cajita. Con un gran trabajo vocal y actoral de Jeff Clover, quien está debutando como actor en esta producción, nos sumergimos al torbellino de Marcos, quien dibujó las palabras y colmó de imágenes la obra, generando un caos que Pablo vino a orquestar y Jeff a corporizar. La obra tiene un proceso de dos años de ensayo, armado y desarmado que se fue realizando en el espacio “Estudio del Caos”, una casa en barrio Cofico que invita a las exploraciones desde diferentes lenguajes artísticos.
El teatro queer, al rechazar la representación como política estética, abandona la idea de obra como fin y pone el foco en lo procesual como eje político de acción, es en el proceso de creación donde se encuentra eso que se anda buscando, donde se experimenta, donde se fusionan las ideas y los cruces colectivos.
En el torbellino, figuran Pablo, Marco y Jeff como autores de la obra. En Córdoba, tenemos una gran tradición en teatro colectivo y puntualmente, en la licenciatura en teatro que se dicta en la Facultad de Artes, se hace foco en esa manera de producir, inscribiendo la tradición de la escuela en una genealogía de grupalidades que buscaban la transformación social desde el hacer, colectivizando el trabajo, unos de los ideales que la última dictadura cívico-militar no pudo arrasar.
Les artistas no hacemos obra, inventamos prácticas
Esta premisa es una consigna que el director teatral, Silvio Lang, viene instalando e indagando desde sus experiencias escénicas y sus lugares liminales. Es un gesto queer detenerse en las prácticas que conllevan los procesos en vez de focalizar en la obra; si bien como espectadores rara vez tenemos acceso a los procesos, en el caso del Torbellino, vienen compartiendo los procesos en formatos de estrenos. La obra ya ha sido “estrenada” varias veces, algunas de manera abierta, otras cerrada por invitación, sus hacedores están abiertos a dejarse interpelar por las devoluciones del público. Cada vez que se vuelve a poner en escena la obra, es un estreno nuevo, porque es un proceso activo y vivo que viene dialogando con sus espectadores.
La semana pasada, asistí a un ensayo abierto y conversé con sus hacedores acerca del proceso creativo. Marcos Bueno me cuenta cómo fue el proceso de escritura: “En 2019, decidimos encarar un taller de escritura a cargo de Lucila Mazzini, junto a Mariano Zdero, Jeff y yo. Dentro de ese taller leímos a poetas que nos gustan, escribimos sobre consignas y sobre los textos del otre. Por diferentes razones, no pudimos darle un cierre claro y concluyó. Luego, pasó el tiempo y vino la pandemia. En una de esas noches en el que el mundo te carcome por la cabeza, buscando en mis cuadernitos, me encontré de nuevo con todo ese material y lo volví a leer y tratar de entender esa escritura. Seleccioné unos tres poemas o pequeños textos. Al leerlo en voz alta varias veces, entendí que era un texto que daba para ser dicho y ahí empecé la búsqueda. Creí que Pablo era quien podía darle forma y que era un desafío para él. Y así nomasito empezó todo, sumándolo al Mostro en la producción, que era la persona que nos iba a cumplir la fantasía”.
Sobre la dirección, Pablo Huespe expresa: “La dirección se centró en que Jeff se apropie del texto completo”. El texto de Marco está escrito de manera poética, en mayúsculas, en prosa, por lo que “bajar esa poesía a la escena, establecer un vínculo muy concreto con lo cotidiano y desde lo cotidiano, tirar fugas a lo poético y establecer un lenguaje común que nos habilite ese diálogo con el público, ahí hay algo de lo teatral que a mí me interpela mucho y lo puse en juego, asumiendo el rol de la dirección”, agrega.
Cuando les pregunto por las búsquedas, en los tres aparece el mismo motor, la misma imagen: “Pensar lo corrido, lo fugado, lo torcido del vínculo del deseo que posibilita la oscuridad, lo que no posibilita la norma social y, a la vez, tenemos muy adentro de nuestras extrañas, y que pide salir y experimentar y es negado desde lo normativo. Romper la norma, poder fugarnos y tener otra experiencia con lo sexual, el deseo y los cuidados”.
Jeff Clover habla desde su lugar de la actuación, dice: “Cuando Marcos me hizo leer el texto, sentí que me pegó en algún otro plano, a la vez que reconocí algunas expresiones o ideas mías flotando en él. Luego, fue poner mi emocionalidad en juego con cada momento del texto. Volverse actor me parece que es algo inevitable, todos somos actores en esta vida. Para mí, fue como una revelación. Comencé de vestuarista en una obra de teatro y luego, a la siguiente, reemplacé a una de las personas en escena por necesidad de la obra y de mi deseo. A la siguiente, también fui vestuarista y, de pronto, también terminé teniendo un papel sin texto, pero con mapa de acciones. Cuando vi por primera vez un ensayo de teatro, me pareció hermoso lo que alguien es capaz de hacer en ese espacio, donde caben infinitas posibilidades e infinitos giros y finales, y que así también es la vida. Comencé talleres para ver si podía animarme a eso, sobre todo, a actuar en la vida real que me asustaba. Estaba en un momento emocionalmente inestable y, si me pongo a pensar más profundo, la práctica del teatro me ayudó a la práctica de vivir”.
En lo que respecta a la producción, Lucas Valaco plantea que, cuando se sumó al proyecto, le propusieron no presentarla en salas de teatro independiente, lo que le llevó a pensar estrategias diferentes para la circulación de la obra: “Hice foco en varios ejes: ¿cómo pensar en recuperar un poco el dinero invertido haciendo funciones pequeñas? ¿Cómo crear un espacio en Estudio del Caos para que la gente se sienta invitada cuando llegaba y no tan intimidada por ser un número pequeño? Y también cómo generar un espacio de contención para cuando la obra termina”. Lucas también es activista gordx. En sus producciones, le da un lugar importante al ritual de compartir la comida, lo que ameniza siempre los encuentros. Pensar en cómo materializar los procesos y cómo compartirlos con otrxs es una tarea política y de mucho cuidado.
Las noches del 4 y 5 de agosto es la oportunidad de sumergirse en el torbellino de la noche, famélicas y con el corazón roto, e indagar qué puede un cuerpo cuando el rechazo y la ausencia se hacen presentes, las formas esporádicas del amor que el sexo y el consumo de sustancias posibilitan. Hay drogas, hay sangre, hay contagio, hay ternura, hay miedo, hay placer, un tío, una abuela, una montaña rusa de emociones que les invito a experimentar. Consejo: escuchen la música y sean con ella.
Ficha técnica
Actuación / vestuario: Jeff Clover
Texto / Diseño sonoro / Producción: Marcos Bueno
Dirección / Diseño de luces / Producción: Pablo Ignacio Huespe
Dramaturgia / Puesta en escena: Bueno / Clover / Huespe
Producción / Comunicación: Lucas Mostro Valaco
Diseño gráfico: Ladrón de Imágenes
Programación lumínica: Samuel Silva
Co-producción: Estudio del Caos
Características
Temática del espectáculo: LGTBQINB+
Género: Drama
Audiencia: Mayores de 17 años
Duración: 50’
IMPORTANTE: Durante la obra, hay uso de luces estroboscópicas y humo de cigarrillo.
*Por Noe Gall para La tinta.