Villa Siburu, historia barrial y construcción colectiva
Vecinxs se reúnen semana a semana para reconstruir la historia del barrio. Desde memorias orales y de manera colectiva, están tramando la historia de una de las barriadas más tradicionales de nuestra ciudad. Con palabras propias, con la lengua del barrio.
Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta
Escribimos nuestra historia cada día, en cada pequeño acto de cotidianidad. Somos la historia reciente y la de nuestros antepasados. Somos la memoria activa, que existe porque se nombra. Hacer historia es una forma de ejercer la memoria. Sin memoria es imposible resguardar nuestras identidades, nuestra existencia.
“La palabra oral nos encamina hacia la recuperación de espacios de encuentro, una experiencia que juegue con las presencias, la otredad, el recuerdo, lo que ya no está y lo que puede surgir como acontecimiento. Fue entonces que se decidió emprender diversas experiencias que promuevan el armado de un relato mediante la historia oral de nuestro barrio”, explican desde el proyecto de Historia Oral de barrio Villa Siburu.
Desde el CIC de Villa Siburu, su mesa de gestión y el taller de memoria para adultxs que allí se desarrolla, están trabajando sobre la memoria barrial y, en esto, la construcción colectiva de la propia historia, la historia de su tierra. Hacen uso de metodologías comunitarias y de la historia oral como forma de revalorizar testimonios y documentos verbales. Prestando atención a los recuerdos, experiencias y puntos de vista de lxs vecinxs y otrxs testigxs de la historia. Así, los relatos históricos se construyen con diversidad de voces. Actores principales que antes no se consideraban a sí mismxs como protagonistas del devenir histórico.
“Comenzar este trabajo implica una búsqueda que inicia con la posibilidad de participar. Se trata de sostener la presencia de otros con otros. De un relato, de individuos que hablan la lengua del barrio. La historia de Villa Siburu parte de la voz de sus vecinos, sus pobladores. No podemos dejar de empaparnos de la singular poesía de las biografías de los actores, vecinos y ciudadanos de Villa Siburu”, explican en el proyecto.
La construcción de la historia barrial busca poner en movimiento algunos silencios, no pretende ser una crónica de vivencias homogéneas, tampoco un discurso académico, cuentan desde la coordinación. Más bien se trata de una conjunción de voces que relatan un pasado más lejano o más cercano para recuperar, definir la identidad y facilitar la construcción de vínculos entre vecinxs. En definitiva, construir desde un rol protagonista la trama histórica y cultural del territorio, ubicarse en un mismo espacio-tiempo y reconocerse.
“Vimos que no había registro, no había elaboración de lo que era la historia en sí. Había mucha confusión sobre lo que era la historia del barrio. Se pensaba que los Siburu eran japoneses, por ejemplo. También veíamos que los vecinos no logran el título de sus tierras. Desde esta problemática de tierra, se planteaba la necesidad de indagar sobre los aspectos históricos de Villa Siburu. Lo que hicimos para entender esta metodología de la historia oral fue articular con Liliana Torres, que es una compañera del Archivo municipal, y comenzamos a hacer un relevamiento de documentos, registro fílmico, escritos sobre Villa Siburu. Ahí dimos con los estudios de Nicolás Paladino, que hace un seguimiento de los mapas de catastro viendo cómo ha sido la reducción del antiguo pueblo de La toma”, cuenta Rodrigo Quassollo, psicólogo del CIC Villa Siburu.
Quassollo explica que comenzaron un proceso de investigación para dar con quienes eran los Siburu, familia que da origen y nombre a esta barriada. Uniendo cabos, cotejando datos, dieron con una de las nietas de Claudio Siburu, el padre de familia que habría comprado estas tierras en las primeras décadas de siglo XX. Algunxs dicen que fue cerca de 1914 al jubilarse del Banco Nación, al cual le compró estas tierras. Efraín Bischoff asegura que fue en 1929.“Esta bueno visualizar la familia Siburu y dónde estaba inserta en el espacio del barrio. Para entender el antes y el después con el desarrollo de la modernidad misma. Claudio Siburu era de Esperanza y falleció en Córdoba en 1942. Una persona que prospera mucho en su carrera bancaria, se jubila en 1914. Compra esas 14 hectáreas para un proyecto de integración familiar, ya que había tenido 17 hijos. La idea era hacer una gran villa y que la familia se vaya instalando ahí. Compra al banco las tierras, lotea, hace alumbrado y demás. A partir de eso, se va a vivir una de las hijas a donde sería la escuela hoy. Había una casa quinta arriba y una de las vecinas dice que había una vivienda más en calle igualdad. Cuentan que era todo monte, que el río no estaba contaminado, se podía acceder, bañarse y disfrutar mucho del río”, relata el psicólogo coordinador del proyecto, refiriéndose a la historia que han ido construyendo en comunidad. Cuenta también que, entre 1956 y 1960, empieza a irse la familia Siburu, cediendo algunos terrenos y vendiendo otros. Hay una suerte de disolución familiar ahí. “Es en este punto que nosotros hacemos un pasaje a lo que es la primera barriada, en el sentido que, desde los años 60, podemos hablar de Villa Siburu como barrio popular, masivo de la ciudad de Córdoba. Hay un hecho importante que estamos tratando de documentar, una inundación muy grave en el 64. El párroco que había en ese momento, un cura tercermundista, decide traer familias y se instalan en la zona cercana a la escuela, donde nace lo que le dicen Villa Talita, en la actualidad, uno de los sectores más empobrecidos de Villa Siburu”, dice Quassollo.
Entonces, el equipo señala tres momentos importantes en la construcción del relato histórico: por un lado, el proceso de desplazamiento del Pueblo de La toma, con todas las leyes de mensura y división de la tierra, la pérdida de la tierra de los comuneros. El segundo momento se dio entre 1920 y 1930, una suerte de desarrollo de la burguesía nacional. En ese sentido, el Estado moderno con sus instituciones, el Banco Nación por ejemplo, o el Banco Provincia daba créditos a ciertas familias para que accedieran a las tierras de los barrios principales de Córdoba que derivaron en los barrios que tenemos hoy. Y un tercer momento en los años 60, que nombran como el paso hacia la barriada.
Es interesante pensar este proceso comunitario que está en sus inicios como no lineal, sino una espiral llena de voces y anécdotas. Historias propias que construyen las historias colectivas. Un verdadero relato popular sobre la propia tierra, la propia trama cultural.
Se trata de un proceso complejo y amplio con arribos y desvíos diversos. En este sentido, explican que “arrancamos pensando la historia y derivamos en un problema que tiene que ver con la regulación dominial. La imposibilidad de la gente de acceder a la tierra, aquellos que han trabajado y pagado su tierra no pueden llegar a la escritura por un problema de la ley de escrituración de la provincia”. La historia oral pone sobre la mesa múltiples perspectivas para pensar.
“Este es un dispositivo que nos permite ser inclusivos, que todos puedan tener una voz, una opinión sobre qué es Villa Siburu. También sobre qué podría ser además de lo que ya es. Hay gente que le gusta la historia como un hecho documentado, que lo relata un historiador todo académico. Buscamos romper ese sentido e instalar que la historia la escribe aquel que ha vivido en el barrio, aquel que tiene sentimientos, los vive y los resuelve en el club del barrio o juntándose con otros vecinos y vecinas”, concluye el psicólogo.*Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta / Imagen de portada: Centro Integrador Comunitario de Villa Siburu (CIC).