La Marea Verde: protagonismos que convocan y conmueven
Nos encontramos de cara al 29 de diciembre, día en el que el acceso al aborto seguro y gratuito será Ley y derecho en la Argentina. Una conquista que es fruto de las luchas históricas del movimiento feminista. En esta nota, compartimos algunas reflexiones a partir de la investigación sobre el rol y la participación de las juventudes en distintas latitudes del país, en lo que se llama “La Marea Verde”.
Por Gabriela Artazo, Agustina Ramia y Sofía Menoyo para La tinta
El movimiento por el derecho al aborto que ganó el nombre de “Marea Verde” en el 2018, con repercusiones a nivel latinoamericano y mundial, posee como particularidad la incorporación masiva de lxs jóvenes a las discusiones y movilizaciones callejeras, pañuelazos y vigilias, en el marco del debate de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en el Congreso de la Nación. Las juventudes fueron el motor fundamental para la visibilización e instalación en la agenda pública de esta demanda histórica del movimiento feminista en Argentina.
En este marco, indagamos y analizamos, a través de discursos -prácticas y acciones políticas, la participación de las y les jóvenes, mujeres, trans, travestis, lesbianas y bisexuales-, este acontecimiento político feminista, en diferentes provincias, entre ellas, Mendoza, Tucumán, Chaco, Salta y Santiago del Estero.
Alerta, alerta que camina….
Lxs jóvenes dentro de la Campaña Nacional por la legalización del aborto fueron lxs impulsorxs de la masividad e incidencia política en los diferentes espacios públicos. El pañuelo verde se convirtió en insignia y modo de reconocimiento entre pares, buscando constantemente ser identificadxs como parte del actor político que, ya hace más de una decena de años, viene militando por conquistar el derecho al aborto.
Esta modalidad de subjetivación y de participación dentro del amplio espectro feminista generó un impulso y fuerza que motivó, por parte de los sectores más conservadores y religiosos, una fuerte ofensiva dentro de las escuelas -tanto públicas como privadas- y a nivel mediático con campañas como “Con mis hijos no te metas” y “Salvemos las dos vidas”. Parte de los resultados de nuestra investigación indicó que no sólo lxs jóvenes tenían muy claro el adversario que enfrentaban, sino que, además, no le tenían miedo. Coraje, creatividad, debate y construcción política son las palabras que, con fuerza, emergieron de nuestro registro con lxs jóvenes que entrevistamos durante todo el 2020.
“Cuando tenía 17 años y todavía se repartían los pañuelitos gratis, era más violento, tenías miedo, las personas te escupían en la cara”, expresó una de las jóvenes de Salta, de 21 años. En palabras de otra piba de Santiago del Estero, “ha habido muchísimas diferencias y repudio de mi familia, de la gente de mi pueblo y lo sigue habiendo. La gente de mi pueblo me tiene como condenada, pero bueno, no me importa”. Estos relatos, en parte, dan cuenta de las múltiples violencias y agresiones que lxs jóvenes deben resistir y enfrentar, sobre todo en ciudades o pueblos no capitalinos, en los cuales el ataque por parte de sectores fundamentalistas y conservadores es moneda corriente. Frente a ello, la organización y las redes feministas son, sin dudas, las trincheras de defensa, contención, acompañamiento y sostén cotidiano desde las cuales lxs pibxs eligen y construyen en sus territorios, sus vínculos con otrxs.
Identificamos que la diversidad de formas, estrategias y posiciones asumidas por lxs jóvenes en distintas provincias propició una configuración política novedosa, que tuvo la capacidad de atravesar idiosincrasias culturales y eclesiásticas fuertemente arraigadas. Generó procesos de contagio entre jóvenes para sumarse a ese movimiento en ebullición que puso el objetivo en difundir y promover el reconocimiento por el derecho a vivir sexualidades libres, plenas y desprejuiciadas.
Estos nuevos y diversos modos de multiplicar la lucha feminista son asumidos por lxs jóvenes con enorme convicción y responsabilidad política. Ellxs reconocen ser parte y protagonistas de un momento histórico del cual se sienten profundamente orgullosxs. Y saben que este proceso no sólo cambiará sus vidas, sino, fundamentalmente, la de las generaciones venideras. Y allí radica el compromiso: el disponerse individualmente a un proyecto político profundamente colectivo que les contiene y trasciende. El horizonte es claro: “América Latina va a ser toda feminista”.
Breve recorrido de la Marea Verde
La llamada Marea Verde es un proceso político de construcción de sentidos y disputas que, enmarcado en el heterogéneo movimiento feminista argentino, se propone particularmente la conquista del derecho al aborto legal, seguro y gratuito. En los últimos años, comienza a cobrar una enorme masividad, entre los Encuentros Nacionales -hoy plurinacionales- y el fuerte impulso con las marchas del “Ni una menos”, iniciada el 3 de junio del 2015. Esta consigna que toma visibilidad pública, tornándose convocante para gran parte de la sociedad, representaba un clamor colectivo frente a los femicidios y la cultura machista, así como la exigencia de políticas públicas de prevención de esos crímenes. Las redes sociales posibilitaron potenciar las múltiples movilizaciones que se sucedieron en distintos puntos del país. Así fue que se sumó a la agenda anual del 8 de marzo y del 25 de noviembre de cada año, cuyas manifestaciones también se vieron fuertemente amplificadas en las calles.
A partir de febrero de 2018, el Congreso de la Nación, por primera vez, se dispone a tratar el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). El movimiento feminista irrumpe con diversas acciones callejeras en torno al 13 de junio y al 8 de agosto de 2018, fechas en las cuales se produjo la discusión y votación del Proyecto de Ley en Cámara de Diputados y de Senadores, respectivamente. Dichas acciones se constituyeron en hechos políticos, mediante la instalación del debate en todos los ámbitos cotidianos e institucionales: movilizaciones, vigilias, pañuelazos, festivales, debates en universidades, escuelas, hospitales, sindicatos, organizaciones barriales, plazas, instituciones judiciales y medios masivos de comunicación, logrando interpelar al Estado y la sociedad toda.
En ese marco, lxs jóvenes irrumpen en la escena pública, desde una gran diversidad de identidades e inquietudes, configurando un ritmo político y de publificación de las demandas, que propició un proceso de sensibilización y reflexión social a nivel nacional. Sin embargo, esto no quedó únicamente en el plano de la macropolítica, sino que las juventudes feministas lograron protagonizar las luchas por el reconocimiento de sus derechos y la efectiva implementación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en sus territorios más próximos: las instituciones educativas secundarias y universitarias. Disputas dirigidas hacia la misma estructura de poder que, bajo la presión adultocéntrica de las congregaciones eclesiásticas -tanto católicas como evangélicas-, se oponen y obstaculizan estas discusiones dentro de los ámbitos educativos.
Nace una nueva Ética Feminista….
La Marea Verde ha sido vanguardia y constructora de una militancia que constantemente se interpela sobre sus propias prácticas, las discute y reformula. Cuando lxs adultxs dicen que las juventudes se radicalizan, en realidad, lo que más sorprende es su opuesta férrea a la coherencia y la profundidad de sus debates. A lo largo de la investigación, una pregunta clave fue: ¿cómo llevás esta discusión del aborto a tu ámbito familiar y con tus pares?, y si bien cada respuesta fue singular, siempre resonó con fuerza la palabra coherencia. A su modo, nos explicaron que, con paciencia, coraje y amorosidad, intentan convertir y transformar su entorno y los lugares que habitan -no siempre cómodos- en lugares de reflexión.
Sin embargo, existen estructuras patriarcales que permanecen inermes ante la potencia de las juventudes feministas. En una discusión acalorada en el Centro de Estudiantes acerca de la inclusión de las personas trans en el debate por el aborto, una entrevistada de tan solo 17 años dijo: “Me parece fundamental que, a las personas que han excluido tanto como a nosotras, en todas las luchas, ¡¿por qué sacar a las mujeres trans que han construido este espacio con nosotras?! Y ahí se dio un quiebre fundamental en la coordinadora de estudiantes secundarios y empezamos a militar un feminismo que es más interseccional, ¿no?, de entender que somos un montón de opresiones”.
¿Qué expresan estas juventudes? Lxs jóvenes de la marea verde construyeron y construyen su militancia e identidad desde su propia experiencia feminista y desde las múltiples posiciones que ocupan, y lo hacen intergeneracionalmente y cuestionando las formas adultocéntricas. Esta perspectiva política, que entendemos como parte de una “nueva ética feminista”, es una ética que tiene como horizonte un proceso de despatriarcalización en el marco del cuestionamiento profundo del mundo y los modos de vincularnos, como punto indispensable para cambiarlo todo. Este camino implica, según lxs jóvenes, hacer verdaderamente cuerpo las consignas y habitar las contradicciones, desde la politización de las afectaciones y afectividades.
En palabras de una joven: “La verdad, fueron una figura muy como de, ay, no sé cómo explicar… como de padres prácticamente. Pero en el sentido de que nos enseñaron mucho, pero también aprendieron mucho de nosotras. Y eso fue súper importante. Y que no solamente te hablen, que te escuchen también. Porque nos pasa mucho a nosotros. De que los grandes, típica, que ‘yo sé todo’, que ‘es así’, que esto, que el otro. Y nosotros recién entrando a la política en esto en particular era como que, claro, les pibis tenían que decir sus opiniones; entonces, estaba buenísimo, porque hablábamos con las señoras que la tenían re clara y que militaban hace 30 años el feminismo, y las señoras te escuchaban, te decían ‘si, tenés razón’ y, después, te daban el numero de celular y empezamos a militar juntas. La verdad fue mágico”.
La nueva “ética feminista” implica una nueva forma de entender el hacer cuerpo y experiencia vivida aquellos marcos ideológicos desde los cuales militan, recuperando en su accionar cotidiano parte de la lucha histórica de los feminismos en Argentina y Latinoamérica. Es decir, eso que aparece como parte de ese diálogo intergeneracional que el feminismo supo construir y que la marea verde puso claramente en evidencia, como parte de una ética dialéctica que constantemente atraviesa el conflicto, asumiendo tensiones y contradicciones, haciendo nuevas síntesis. Es una marea verde que no nace en la orilla, sino que ha venido recorriendo kilómetros para desatar el oleaje que el 29 de diciembre próximo hará -una vez más- ebullición en las calles.
Porque la cuestión radica en vivir plenamente y, para las juventudes feministas, vivir plenamente es tener memoria de las experiencias pasadas para convertirlas en un presente de lucha, habilitando nuevos horizontes de lo posible y lo deseable. Haciendo posible nuevos futuros más justos y vivibles.
A dos años del primer esplendor de la Marea Verde, con la fuerza del movimiento feminista organizado, masivo, diverso y en unidad, con un gobierno que se comprometió públicamente a retomar la discusión iniciada en 2018, este 29 de diciembre, tenemos el desafío de que se logre el tan esperado reconocimiento legal del derecho que tienen todas las personas con capacidad de gestar a decidir sobre sus cuerpos. No obstante, las feministas y, sobre todo, las juventudes, sabemos que esta larga e histórica lucha no acaba acá y que seguirán siendo las calles, las casas y las camas las trincheras de batallas por la defensa y construcción de proyectos de vida, individuales y colectivos, desde el deseo, el goce, el placer y la verdadera autonomía. ¡ES AHORA! ¡ES URGENTE!
*Por Gabriela Artazo, Agustina Ramia y Sofía Menoyo para La tinta / Imagen de portada: Eloísa Molina para La tinta.
*Investigadoras del proceso de indagación en curso financiado por el fondo Global de Mujeres y Católica por el derecho a decidir.
**Investigación realizada con el apoyo y financiación de la organización Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), miembra activa de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, con el apoyo del Fondo Global de Mujeres.