En nuestras bocas de lobxs: nombrar el abuso en manada
Por Julieta Pollo para La tinta
«En esa mesa dos lenguas sueltas, que sabían más del silencio y los secretos, hicieron la revuelta de las palabras. Esos días venía pensando en cómo reparar mi cuerpo herido, en las heridas de mis amigxs, de mis ancestrxs; pensando sin hablar, pensando en libros y cuadernos. Era en esa mesa que encontré la potencia del habla y la hermandad; entendí que lo primero era hablar, el primer paso de nuestra revolución».
En nuestras bocas de lobxs comenzó a gestarse en 2018 a partir de que alguien pudo pronunciar su propio abuso, mirar a otra persona y compartir lo que dejó la violencia. Pero también fue comenzar a sanar. La ronda creció y cada vez fueron más escuchando, recordando, volviendo a pasar por el cuerpo. El proyecto tomó forma al descubrir la potencia de esa manada y su ferocidad intacta.
Inicialmente pensada como una instalación audiovisual -que la pandemia postergó indefinidamente-, la serie fue lanzada en formato web: cada uno de los cinco videos muestra a una persona que narra una situación de abuso y, al nombrarlo, describe una experiencia tan personal como colectiva, con los matices que imprime su propia identidad y sus recorridos. «Fue un año entero a dedicar que una experiencia mía no sea solo mía: usar este relato en singular para hablar de muchos otros abusos», dice Cairo, director de En nuestras bocas de lobxs. El cineasta y fotógrafo está convencido de que las imágenes construyen realidad y decidió retratar el abuso desde la posibilidad de enfrentar esa experiencia sin caernos, sosteniéndonos entre nosotrxs, recuperar nuestros cuerpos y reinventar nuestro deseo y nuestra sexualidad.
Candel, Simón, Maka, Neko y Peperina/Lola Menta, lxs intérpretes de cada video, hablan con el tono de quien está en confianza; sencillez en la postura, un mate que se enfría y toda la gestualidad que exprimen los recuerdos. Las miradas resbalan en el intento de ordenar las ideas y, cada tanto, se incrustan en los ojos del espectadorx. Al otro lado de la pantalla, más de unx pensará: «A mí también».
La tinta conversó con Cairo acerca de los procesos creativos, justicia erótica, identidad no binarie, la construcción de relatos que trasciendan la victimización y la importancia de nombrar en manada los abusos sobre nuestros cuerpos.
—¿Cuándo empezó a gestarse «En nuestras bocas de lobxs»?
—Surge en 2018 a partir de que empecé a nombrar mi propio abuso. El proyecto está construido colectivamente y el aporte de cada una de sus integrantes es fundamental. Es un relato autobiográfico, pero quería que alguien que no fuera yo lo cuente. Fue súper importante para mí descubrir algo en mi vida íntima que, en realidad, es compartido. Y es importante que eso se nombre.
Me pareció que era importante que todas esas identidades que, yo creía, eran avasalladas por la violencia patriarcal, nombren este relato. Creo que porque hay pequeñas y grandes diferencias si quien cuenta su abuso es una mujer cis, una mujer trans, una marica… y también se escucha distinto: socialmente, no es lo mismo que una trabajadora sexual nombre un abuso, que lo nombre una marica o que sea una piba blanca, con un apoyo familiar.
Creo que En nuestras bocas de lobxs pone en jaque pequeños gestos que son gigantes, que pueden estar rompiendo un límite con la otra persona, un límite del respeto y de la integridad del otrx. Es el momento en que me olvido que es unx sujetx y empiezo a tratarlx como un objeto.
—¿Por qué elegiste nombrarlo así?
—Nuestras bocas de lobxs hace una referencia clarísima a meterse a ese territorio desconocido y peligroso. Y sentía que hablar de “nuestras” bocas de lobxs era apropiarse de eso que estaba afuera y volvernos nosotrxs mismxs ese gruñido, esa ferocidad al hablar. Tiene que ver con La teoría King Kong y la teoría del superviviente, parar de ser víctima y pararse como unx sujetx. Recibimos esa violencia, pero seguimos siendo feroces y, ahora, más.
—¿Por qué elegiste hablar del abuso desde este enfoque?
—Muchas veces, se habla del abuso desde lugares tan lejanos… y desde un lugar que ni a palos querés reconocerte como alguien abusado, es terrible. Yo realmente creo que las imágenes construyen realidad y, si el relato del abusado es siempre una mujer llorando en su cama y que no puede ser tocada nunca más en su vida, entonces, esa va a ser la forma de entender lo que sentimos. Entiendo que es una, pero no es la única.
Un concepto que me gusta mucho es la justicia erótica que es el derecho a ejercer el propio deseo y a no ser violentado. Puedo seguir ejerciendo mi deseo y mi sexualidad aunque me hayan violentado en mi pasado. Eso no me deja nulo, sino que yo puedo seguir reinventando y descubriendo, incluso, cosas que me gustan mucho más que las que me gustaban antes. En Eroticidades precarias, otro de los libros que acompañaron el proceso, Beto escribe que, en la situación de violación, es como si tu cuerpo no te perteneciera, como si se separara el cuerpo de tus sentimientos y ese corrimiento es lo tremendo… entonces, el ejercicio de retomar el cuerpo es el ejercicio de recuperarnos a nosotrxs mismxs.
—¿Cuál es la importancia de poder nombrar los abusos sobre nuestros cuerpos y de poder nombrarlos con otrxs?
—Creo que poder decirlo es algo muy fuerte. Hay algo que a mí me daba un poco de miedo al compartir esta obra, que era herir a las personas que sí lo hayan vivido. Que alguien que no puede nombrarlo lo vea y se le venga su propio abuso encima. Pero, al mismo tiempo, me parece súper importante que se pueda nombrar y que, tal vez, verlo, para algunas personas, pueda ser una forma de nombrar, ¿no?
Creo que no cualquier forma de nombrarlo nos va a hacer bien: es poder nombrarlo sin deshacernos en eso, que no nos lleve a sentirnos completamente minúsculxs, sino hacer el ejercicio de nombrar sin desarmarnos. Creo que la invitación en Nuestras bocas de lobxs es poder nombrar sin caernos en el camino, agarrarnos entre todes y hacerle frente a esa experiencia.
—Esta obra iba a formar parte de una instalación audiovisual, pero, con la pandemia y el aislamiento social, tuviste que compartirlo en formato web. ¿Cómo era la idea inicial?
Claro, lo estábamos preparando para presentarlo. La idea inicial era una instalación audiovisual que lo que tiene es que es cuerpo a cuerpo y para mí era muy importante estar junto a otras personas viendo la obra, para poder hablar. Eso me daba un poco de miedo del formato web, porque creo que tiene que acompañarse con diálogo. La instalación son cinco pantallas en círculo, con auriculares, cada una reproduciendo en loop los cinco relatos. Tal vez, si se puede hacer El Deleite de los Cuerpos, se estrene ahí.
—¿Cuál es la importancia de que existan espacios como El Deleite de los Cuerpos, que generan encuentro y proponen otros relatos y experiencias?
—El Deleite es hermoso. Pensándolo desde Butler y «cuáles son las vidas dignas de ser vividas y cuáles no», lo que hace El deleite es darle refugio y existencia a esas vidas que se suponían no dignas o placenteras. Es, justamente, el “deleite”: está enfocado al placer, al buen vivir y a nombrar de esa forma a las identidades que son siempre nombradas desde lo trágico.
—El 14 de julio fue el Día Internacional de la Visibilidad No Binarie y volvió a hablarse de la imposibilidad de identificarse como tal en el Documento Nacional de Identidad. ¿Qué pensás de esto?
—El año pasado, era parte de la Resistencia No Binarie, de hecho, fui parte de su fundación, y uno de los grandes temas que tratábamos era esto del DNI. Sucedió que se empezaron a emitir partidas de nacimiento no binarias, pero eso generó que esas personas, que ya viven en un margen y dentro del riesgo, estén en mayor riesgo, porque su identidad del DNI no coincide con la identidad de la partida de nacimiento. Entonces, quedan como en un limbo del registro y me parece tremendo. Quedás como a medio camino, no podés salir del país, no podés hacer muchísimas cosas porque tu identidad está en jaque, no coincide una cosa con la otra.
En “El pensamiento heterosexual”, Monique Wittig dice que había un momento de la historia en que, en el documento, decía si eras negro o blanco, y que, a partir de las luchas, eso fue borrado. Ella habla de que, a partir de la lucha feminista, debería ser borrada la categoría de género dentro de los documentos. No de nuestras vidas, pero sí del DNI.
En nuestras bocas de lobxs. Dirección: Cairo | Postproducción de sonido: Ornella Taricco | Preproducción y asistente de rodaje: Dolo | Diseño web: Anni | Intérpretes: Candel, Simón, Maka, Neko y Peperina/Lola Menta.
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*Por Julieta Pollo para La tinta.