Bicha Amuletos: mística y arte, un sólo corazón
La producción de pequeños objetos llenos de magia es posible. Cielo Ogando es una creativa jujeña afincada en Córdoba que crea amuletos que cuidan, sanan y acompañan, con la mirada puesta en el arte como motor de encuentros.
Por Fernanda Albornoz y Soledad Sgarella para La tinta
Si cerramos los ojos y pensamos en un amuleto, los sentidos y la memoria construyen un refugio donde sabemos que, pase lo que pase, estaremos a salvo. Muchas veces, la mente y el corazón nos llevan derechito a un objeto.
¿Qué es un amuleto? Es ese pedacito de albergue hecho cosa. Es eso tangible y mágico que, regalado, encontrado o adquirido por propia voluntad, podemos tener cerca, mirar y tocar tantas veces como necesitemos salvarnos. El concepto “amuleto” proviene del vocablo latino amulētum, que, a su vez, deriva de amoliri (apartar, alejar): un amuleto es un elemento que una persona atesora y que lleva consigo, con la idea de que el objeto le brinda protección o buena suerte.
Cielo Ogando es una artista plástica que, desde hace unos meses, volcó mucha de su creatividad expresiva en una serie de pequeños objetos a los que bautizó Bicha Amuletos. La creativa cuenta a La tinta que todo empezó cuando falleció su abuela a distancia, en contexto de cuarentena. Cielo es de Jujuy y toda su familia está allá. Con la cuarentena marcando el pulso de nuestras vidas y definiendo qué cosas podemos hacer, dónde y con quiénes, el mundo del arte y la creatividad se potenció como un hogar en sí mismo, donde muchas reglas del afuera no existen, donde es posible resignificar y construir otra realidad.
“Empecé a hacer: tenía material a mano y, un día, empecé a hacer cosas chiquititas, siempre muy fanática de las miniaturas, y me acordé de algo que está escrito en la página, que es que mi abuela, en un momento de mucho malestar mío, me regaló un objeto y me enseñó que cualquier objeto puede convertirse en un amuleto que tenga los poderes que vos le des. En ese caso, era para ayudarme con el miedo y a manejarme con la angustia, y que las únicas condiciones eran que vos creas mucho en eso y que sea un objeto que tuvieras cerca. A partir de eso, empecé a hacer todos estos objetitos y a pensarlos también, a darle un poco de forma no sólo de objeto tipo fetiche, o sea, un objetito que sea solamente eso. Quizás, si tuviera un poco más de funcionalidad, fuera algo que se pudiera tener un poco más cerca. Entonces, la idea de que hayan aros, pines y colgantitos, pero que sigan siendo elementos únicos”, cuenta la artista.
La primera tanda de amuletos fue creada con una mini amatista de regalo para potenciar su poder: “La amatista es una piedra con muchas propiedades, se la relaciona a la dignidad y el poder mental. Puede relajar, alejar malas energías y ayudar al sueño; las limpiás a la luz de la luna y las recargás al sol”, aclara la artista en sus redes.
Ogando hace hincapié en que cada objeto está hecho a mano, pintado artesanalmente y ninguno es exactamente igual a otro. Dice que cada cosita está intencionada para eso, cada obrita está pensada para que quien se la lleve tenga -o regale- su nuevo amuleto con el deseo de generar nuestros propios rituales, hacer que pasen cosas que no siempre tenemos tan conscientes.
“Quizás, hacer pequeños amuletos tenga que ver con generar un nuevo ritual. Vengo de una familia de mujeres jujeñas, donde hay una cuestión mística muy fuerte, una impronta andina que no se borró del todo”, relata a La tinta.
Y agrega: “Tenemos muy arraigado esto de sahumarnos la una a la otra o a todos nuestros seres queridos para cuidarlos, darle de comer a la Pachamama; como que son cosas primordiales que se sostienen y realmente se sostienen en ese accionar. Todas mis mujeres de la familia tienen relatos muy intensos de una percepción muy particular y cómo se relacionan con todo eso, y creo que eso también tiene que ver con todo lo que se genera en Bicha”.
Para Cielo, el arte es un motor y herramienta para muchas cosas. Según sus palabras, funciona para vincularnos, generar encuentros y alianzas: con amigas y con espacios. El arte funciona para circular desde otro lugar y disfrutar -el arte- desde otro lugar.
Después de salir de la “academia”, pudo ver que la búsqueda artística puede ser muy amplia. “Yo genero obra por un lado y genero espacios que quiero habitar. Ahí también me encontré con la docencia que me parece que, en lo vincular, es súper potente, con el arte como intermediario. Me encontré con lo audiovisual y la posibilidad de formar parte de eso con la productora Cuarto de Música y aprender, todo el tiempo, aprender desde ahí. Y aparejado a todo eso, viene el hecho de poder sacar unos mangos y poder vivir. Pero no es algo que priorice, si tengo que trabajar de otra cosa y sostener el placer de generar vínculos y espacios donde generar y disfrutar el arte”.
Los amuletos llegan a nuestras vidas de casualidad, o no, elegidos o regalados. Con la mística que los caracteriza, cada une de nosotres debería tener algunos para mantener vivas nuestras espiritualidades y contemplar pequeños mundos -deseados y posibles- en nuestras manos, colgando de nuestros aros o guardaditos en nuestros bolsillos, mucho más en cuarentena.
*Por Fernanda Albornoz y Soledad Sgarella para La tinta. Fotos: Julián Buede.