Del derecho y del deber, o por qué la caída en la vacunación nos afecta a todos

Del derecho y del deber, o por qué la caída en la vacunación nos afecta a todos
20 mayo, 2025 por Soledad Sgarella

En Argentina, los brotes de enfermedades que habían sido controladas ―e, incluso, eliminadas― como el sarampión, la tos convulsa o coqueluche volvieron a encender las alertas sanitarias. El sarampión, una enfermedad viral muy contagiosa, está reapareciendo en diversas regiones del país. La tinta conversó con Daniela Hozbor, científica argentina nacida en Mar del Plata. La especialista en vacunología, inmunología y microbiología aporta una mirada sobre el contexto actual, marcado por la desinformación, la caída de las coberturas y la falta de políticas públicas sostenidas.

Durante décadas, las vacunas nos permitieron olvidar el miedo a enfermedades mortales. Pero, hoy, la desinformación y el abandono estatal abren la puerta a un retroceso sanitario súbito. La actual situación sanitaria tiene un punto de quiebre claro: la pandemia de COVID-19. “Después del 2020, las coberturas de vacunación cayeron en muchos países. Argentina no fue la excepción y ya estamos viendo las consecuencias, como los brotes de enfermedades prevenibles como la tos convulsa, coqueluche o sarampión”, explica Daniela Hozbor, doctora en Ciencias Bioquímicas, investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Aunque durante la emergencia sanitaria se reconoció globalmente la importancia de las vacunas, la continuidad del esquema tradicional se debilitó. “En la catástrofe sanitaria que vivimos, las vacunas hicieron un antes y un después. Y existen datos que lo sostienen. No es una opinión, sino información que dice que, durante el primer año de uso de las vacunas, se salvaron entre 14 a 20 millones de vidas en el mundo”. Además de los datos pandémicos, añade la investigadora, sabemos que, al cumplirse en el mundo los 50 años del uso sistemático de las vacunas en la población, se salvaron 154 millones de vidas humanas en el planeta: 6 vidas por minuto.

Uno de los ejemplos más contundentes es el sarampión, una enfermedad que llegó a eliminarse de la región, pero que ahora vuelve a circular. “Para tener protección contra esta enfermedad, que es terriblemente contagiosa, necesitamos un esquema de dos dosis que se dan a los 12 meses y a los 5 años. Y se requiere que la cobertura de vacunación de la primera dosis sea del 95%. En 2023, esta cobertura era del 80% y la segunda, del 54%. En 2024, bajaron aún más: 76% y 47% respectivamente. Estamos muy lejos de tener la cobertura óptima para el efecto individual y comunitario que tienen las vacunas”, indica Hozbor.

El nivel de contagiosidad del sarampión es altísimo. Como explica la especialista, esto se mide con un parámetro que es el R0, que es la cantidad de personas que puede infectar un contagiado. En el caso de la de SARS-CoV-2, en líneas generales, este parámetro era de 3-3,5. En el caso del sarampión, está entre 12 y 17 personas las que pueden infectarse a partir de un infectado.

La importancia del calendario nacional de vacunación

Argentina cuenta con un calendario de vacunación ejemplar a nivel internacional. “No solamente por la cantidad de vacunas que incluye, sino por dos características clave: es gratuito y obligatorio. La gratuidad elimina un obstáculo fundamental, el económico, y permite la equidad. La obligatoriedad, por su parte, se basa en que las vacunas no solo protegen al individuo, sino también a la comunidad”, enfatiza Daniela. La conocida inmunidad de rebaño o inmunidad colectiva de la que tanto hablamos hace unos años. “Vacunándonos contribuimos a que otras personas que no pueden vacunarse —por ejemplo, por tener un sistema inmunológico debilitado— queden protegidas porque se reduce la circulación del patógeno. La vacunación es un derecho, pero también es un deber, porque no solamente nos hacemos bien a nosotros, sino a nuestra comunidad”, dice la doctora.

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Imagen: Radio 3 Cadena Patagonia.

Desinformación y negacionismo

Durante y después de la pandemia, la proliferación de información falsa o sin sustento científico afectó gravemente la percepción pública sobre las vacunas. “Se instaló una farsa respecto a que faltaban datos de seguridad y eficacia. Y si hay algo que en este campo se hace es evaluarlas enormemente antes de que lleguen a la población. Se llegó a decir que tenían veneno, chip, que éramos conejitos de Indias. Esto, repetido muchas veces, a oídos desprevenidos, puede generar miedo y el no uso de las vacunas”.

Hozbor advierte que esta ola de desinformación no es un fenómeno aislado: “Desde el inicio de la actual gestión nacional, el escenario se volvió mucho más complejo y crítico. Hay recortes presupuestarios en el Ministerio de Salud, paralización de programas, despidos de personal, falta de nombramientos, escasas e ineficientes campañas”.

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Imagen: Universidad Nacional de Rosario.

La situación en Argentina se replica en otras regiones del mundo, pero con el agravante de que nuestro país, hoy, adopta una postura alineada con sectores antivacunas. “Argentina tiene esta nueva ideología y, cuando otros países hacen algo en contra de las vacunas, como ocurre en Estados Unidos, nuestro país se siente habilitado para continuar con políticas de no inversión, de no acción y de no tomar a la salud pública como un eje prioritario”. 


Las vacunas son un pilar para el desarrollo social. “Tenemos sostén para decir que salvan vidas, que son seguras, que son efectivas, que son un derecho, que son un deber, que son un pilar para la salud pública, que esto implica que las enfermedades no nos bloqueen, que no nos dejen secuelas, que nos podamos desarrollar: desarrollarnos individualmente, desarrollarnos como comunidad, desarrollarnos como país, desarrollarnos como región”, sintetiza la especialista en vacunología, inmunología y microbiología.


Y concluye con una de las historias más importantes: “La viruela humana era devastadora. A tal punto que no se le ponía nombre a los hijos hasta que sobrevivieran. Las campañas de vacunación no solo lograron eliminarla, sino erradicarla de la faz de la tierra. Ya no circula más. Por eso, ya no nos vacunamos contra la viruela. Ese es el poder de las vacunas. Y ese es el camino que tenemos que defender”.

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Divergentes medio.

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Palabras claves: antivacunas, Daniela Hozbor, Vacunación

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