Un micro-mundo asombroso: insectos urbanos y su valor ecológico


En las ciudades, los insectos suelen ser percibidos como molestos o peligrosos, pero, detrás de esa imagen, se ocultan funciones ecológicas esenciales. Desde la polinización de plantas hasta el control de plagas, estos pequeños habitantes urbanos son indispensables para el bienestar de nuestros ecosistemas. Sin embargo, el crecimiento de las ciudades amenaza su diversidad. En esta nota, una breve introducción a algunos insectos que merecen ser conocidos y reconocidos por su valor ecológico, por su belleza o por el simple hecho de ser cohabitantes de un espacio dominado por nosotros, los humanos.
Por María Silvina Fenoglio para La tinta
Cuando se piensa en insectos urbanos, suele haber una connotación negativa en la percepción que tienen las personas hacia ellos. Y esto es porque lo primero que se les viene a la cabeza son aquellas especies problemáticas que causan daños en términos sanitarios o económicos.
Esta percepción negativa puede escalar aún más y transformarse en lo que se conoce como “biofobia” ―el miedo a los seres vivos, aversión y alienación a la naturaleza―. La biofobia es un fenómeno recurrente en las ciudades, donde las experiencias de contacto con la naturaleza son generalmente reducidas. Recientemente, un estudio demostró que la urbanización aumenta las chances de ver insectos en el interior de las viviendas y eso induce una aversión más fuerte hacia los mismos que verlos al aire libre. Cucarachas, mosquitos, moscas, hormigas y gorgojos son algunos de los visitantes frecuentes, pero indeseados de nuestros hogares. Sin embargo, en los espacios verdes urbanos, existen muchísimas especies de insectos no tan famosas como las mencionadas, pero que sí merecen la pena que sean conocidas y reconocidas por su valor ecológico, por su belleza o por el simple hecho de ser cohabitantes de un espacio dominado por nosotros, los humanos.
Justamente, para revertir la “extinción de la experiencia» ―como se conoce a la pérdida de interacciones directas entre las personas y la naturaleza―, hacen falta muchos condimentos, pero uno de los principales es abrir la ventana al conocimiento. Hablar de insectos urbanos es una oportunidad para acercarles un micro-mundo asombroso e invitarles a descubrirlo en su día a día.
Insectos en ciudades: ¿están todos o falta alguien?
Si bien los insectos constituyen un grupo hiperabundante y megadiverso, muchas de sus poblaciones se encuentran amenazadas. Se estima que un 10% de los insectos están en peligro de extinción. Esto parece poco en comparación con otros grupos, pero es muy importante porque más del 50% de las especies conocidas del planeta son insectos que cumplen funciones ecológicas esenciales en el ambiente. Una de las amenazas que sufren está relacionada con el cambio en el uso de la tierra debido a actividades antrópicas y en este contexto, particularmente, por el proceso de urbanización, es decir, el crecimiento de las ciudades y todo lo que eso conlleva, por ejemplo, la reducción de áreas verdes. Se sabe que la urbanización tiene efectos negativos sobre la diversidad y abundancia de insectos y otros artrópodos, especialmente, mariposas y escarabajos. Es por eso que el conjunto de especies que habitan los espacios urbanos suelen ser comunidades empobrecidas y homogéneas, es decir que están representadas principalmente por ciertas especies capaces de soportar los disturbios propios de las ciudades (altas temperaturas, contaminación, vegetación fragmentada, entre otros). Muchas veces, esas especies son exóticas y tienen potencial de ser invasoras, lo cual presupone un riesgo para las comunidades de especies nativas. Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que estos efectos negativos pueden revertirse y/o mitigarse cuando se aplica un diseño urbano sostenible que involucra el manejo, restauración y rehabilitación ecológica de los espacios verdes urbanos.


Importancia de los insectos en las ciudades y algunos ejemplos de Córdoba
Ahora bien, ¿por qué es importante que las ciudades tengan hábitats apropiados para los insectos? ¿Y por qué sería relevante propiciar su biodiversidad en estos espacios? Los insectos son indispensables para asegurar el funcionamiento del ecosistema urbano, tal como ocurre en sistemas naturales o agrícolas.
Los insectos polinizadores son fundamentales para la existencia de la mayoría de los cultivos que tenemos en nuestras huertas urbanas, plantas ornamentales de nuestros patios y jardines, e, incluso, para las plantas silvestres que se encuentran en parques y baldíos. Sin el accionar de estos pequeños organismos, como las abejas, abejorros y mariposas, el proceso de polinización no sería posible, ya que se encargan de llevar el polen de una flor a la otra y permiten que se produzcan los frutos. Como ejemplo típico, tenemos a la “abeja de la miel” que, si bien es una especie emblemática, es bueno saber que es introducida e invasora en regiones como Latinoamérica. Esta especie, de hábitos muy generalistas y que se adapta bien a numerosos ambientes, puede competir con las especies de abejas nativas, que son igual o más importantes en el proceso de polinización. Por eso, es bueno saber que, en las ciudades, hay, además de la «abeja de la miel», numerosas especies de abejas nativas tales como ciertas especies de abejas sin aguijón (meliponas) o abejas metalizadas (halíctidos).


Entre las mariposas, que también son polinizadores, es frecuente ver en nuestros jardines a la “mariposa de los espejitos”, cuyas orugas se alimentan de la especie nativa pasionaria o mburucuyá. Sin embargo, esta especie no es la que poliniza a la pasionaria, sino que son los abejorros del género Xylocopa los que hacen ese trabajo. Por lo tanto, si tenemos una pasionaria en nuestros patios, colaboramos para conservar ambos grupos de polinizadores.
También, hay otros insectos que se encargan de controlar las plagas que atacan a las plantas de nuestros jardines o huertas, tal es el caso de los llamados enemigos naturales. Entre ellos, encontramos a las famosas “vaquitas de San Antonio” que, al contrario de la imagen idílica que a veces tenemos de ellas, son unas depredadoras voraces de pulgones, por ejemplo. Una de las especies comunes en las ciudades de Argentina es la “vaquita asiática multicolor”, quien es muy invasora y altamente voraz, alimentándose no solo de pulgones y cochinillas, sino también de otras vaquitas nativas que vale la pena conocer para poder preservarlas. También hay otros grupos de depredadores que antes se solían ver mucho más por las ciudades, como «mantis» o «juanitas», que hoy no son tan frecuentes.
Además, existen otros insectos que viven en el suelo y participan en funciones como el ciclado de nutrientes a través de la degradación de la hojarasca, carroña o excrementos. Muchos de ellos aparecen también en el compost que solemos tener en nuestras viviendas, como los «escarabajos vagabundos» (estafilínidos) o las larvas de la «mosca soldado negro». Por otro lado, es invaluable el rol de los insectos en las cadenas alimenticias, ya que otros organismos dependen de ellos para vivir, tales como anfibios y aves. Nuestro hermoso benteveo es un claro ejemplo de ello.


¿Cómo acercarnos a los insectos urbanos?
Por todo lo antes dicho, creo que es fundamental comenzar a promover la empatía por la biodiversidad urbana de insectos. Un interesante trabajo en Japón realizado con infancias demostró que el nivel de biofobia de los niños y niñas disminuyó cuando la frecuencia de experiencias en la naturaleza y el nivel de conocimiento de los invertebrados eran mayores.
Existe literatura infantil dedicada a insectos que puede acercar ese mundo a nuestros pequeños. En Córdoba, recientemente, se publicó el libro En el patio de mi abuela Rita. Descubriendo juntas la biodiversidad, de María Laura Perasso, Cecilia Giovanola y Julieta Badini, que ofrece una oportunidad hermosa para ir conociendo las plantas e insectos que nos rodean. En tanto que el libro de figuritas Orugas y Mariposas de Argentina, de Matías Buratti, es una propuesta lúdica que da a conocer la diversidad de especies de mariposas de nuestro país. Así mismo, en 2019 y también local, se publicó el libro Insectos. Guía completa para conocer su mundo ―de las editoras Graciela Valladares, Adriana Salvo y María Teresa Defagó―, una obra completa y rica en contenidos sobre la biología y ecología de este grupo de organismos. Este libro puede ser un referente muy útil no solamente para estudiantes universitarios e investigadores en la temática, sino también para docentes de nivel medio o personas que tengan particular afición por los insectos.
Ya sea a través de la lectura o el relato de sorprendentes anécdotas sobre los insectos, todo suma para adentrarnos en su mundo. Si queremos ir más allá, podemos realizar actividades de exploración en nuestro propio jardín o en los parques de la ciudad, para observarlos en su hábitat y tomar fotografías de los mismos. Solo de esta forma podremos ir, de a poco, tomando conciencia de su importancia y de lo valioso que es conservarlos. Tal como Sir David Attenborough, uno de los pioneros en documentales sobre la naturaleza, dijo: «Nadie va a cuidar lo que no conoce y a nadie le va a importar lo que nunca experimentó».


Y en relación con esto, hace poquito, una amiga querida me comentó una de las tantas fotos de insectos que suelo postear en mi Instagram, diciéndome que, a través de mis historias, su aversión a los insectos había ido cediendo y que hasta le parecían hermosos ahora. Gracias, Pauli. Ojalá, después de leer esta nota, haya más “Paulis” en Córdoba descubriendo este fascinante mundo.
*Por María Silvina Fenoglio para La tinta / Imagen de portada: Proyecto Panambí.
*Investigadora independiente del Conicet / Dra. en Ciencias Biológicas / Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal dependiente del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba.
