Champaquí en riesgo: territorio desordenado, efluentes sin control y una visita estatal
Por Adrián Camerano para La tinta
Desde varias provincias argentinas, pero muy especialmente la vecina Santa Fe, son miles los visitantes que, cada año, encaran el desafío de trepar el cerro Champaquí. Sus 2.790 metros sobre el nivel del mar son bien modestos para los Andes argentinos, pero significativos en una Córdoba tan serrana como de abundantes llanuras en su vasta extensión. Como hongos después de una lluvia copiosa, en esa zona de las Altas Cumbres cordobesas, despuntan al sol los ya famosos refugios serranos, algunos de ellos viejos puestos camperos, otros meros emprendimientos turísticos a caballo del crecimiento exponencial pospandemia del trekking y el senderismo.
En la base del cerro más alto de Córdoba, suman una veintena que funciona sin controles fiscales, de seguridad e higiene, y ambientales, y, en muchos casos, ajenos a la más elemental normativa asociada a la actividad turística. Con más o menos conciencia ecológica, y mejores o peores servicios brindados al visitante, este estado de situación da cuenta tanto del modo emprendedurista de la zona como de la ausencia de un Estado que lleva años mirando para otro lado, al punto que el sector tiene riesgo de colapso.
Cuidar el destino para que no fenezca
Un somero repaso por la marcada huella ambiental que presenta la zona no puede obviar los múltiples senderos horadados, las cárcavas detonadas por el paso de motos enduro y cuadris, el vertido de efluentes a los cursos de agua ―vía directa o vía napas freáticas―, el sobrepastoreo, los recurrentes incendios intencionales y el deficiente tratamiento de residuos sólidos.
La zona es muy sensible: denominada “el tanque de agua de Córdoba”, esa Pampa de Achala que ha inspirado a poetas y cantores es, desde 1999, Reserva Hídrica Provincial. Son unas 155 mil hectáreas de pastizales, mogotes, desniveles y pampas de alturas, en las que viven la ranita de Achala, sapos, serpientes, zorros, pumas, aves variopintas, peces nativos e introducidos, y lagartos. En ese entorno de postal, crecen los famosos tabaquillos, cerca de ríos y arroyos serranos que presentan lechos rocosos y erosivos, y que hacen las delicias de visitantes con sus saltos, rápidos y ollas refrescantes. Verdaderos ecosistemas de ensueño que reciben no solo los residuos que arrojan los desaprensivos visitantes, sino el descarte corporal que suponen las más de 1.200 plazas hoteleras del lugar. Una situación que la Provincia pretende ordenar primero, para comenzar a regularizar luego.
Agua (sucia) va
Pablo Riveros es el director de ordenamiento territorial de la provincia, referente del Movimiento Verde y exintendente de Villa Ciudad Parque. Hace un par de semanas, junto a otros funcionarios del Ministerio de Ambiente, subieron en camionetas a la zona, relevaron el estado de situación y sembraron la semilla de un plan de ordenamiento que atienda estas y otras variables. Manifestaron que es la primera vez que suben funcionarios públicos.
Atento a la multiplicidad de variables, el funcionario señaló que, en la reunión con los empresarios-refugieros, se habló sobre “el cambio de uso de suelo muy abrupto que hubo en los últimos 10 o 15 años, de uso rural a turístico. Ha cambiado no solo el uso de suelo, sino los hábitos y la cultura: la gente del lugar se dedicó siempre a la cría del ganado ovino, caprino y vacuno, con una carga importante, sobrepastoreo, y esto ha cambiado hacia el turismo, lo que implica menor carga de ganado, pero alta carga de personas y un circuito que antes no había en el lugar. Esta ha traído también disputas de tierras, porque todo se pone en valor con el negocio inmobiliario”.
La sobrecarga de personas en un área tan sensible en términos ambientales es un tema del que se habla poco y nada, pero que, más temprano que tarde, se deberá abordar. El montañista Martín Salas, expresidente del Club Andino Córdoba y habitué de la zona, reconoce la multiplicidad de factores, pero destaca que allí hay un elemento clave. “Todos los años, con el final de la época seca, coincide que, en contingentes grandes provenientes de lugares como Rosario, se registran muchos descompuestos que, incluso, a veces tienen que ser evacuados”, apunta.
Agosto, septiembre y octubre son meses críticos, de agua escasa y mala. Este año, hubo al menos cuatro evacuaciones, con hasta 35 descompuestos en un solo refugio. “La casuística marca que tenés mucha cantidad de gente metida en lugares donde no tenés agua buena. No tengo un análisis en mano, pero, en febrero, el agua está buena y, en la medida en que van decreciendo, los arroyos se van poniendo brillantes y llenando de algas. A la larga, eso te implica un malestar si tomás esa agua y el cuerpo no está acostumbrado”, señaló. El ingeniero civil explicó que “los refugios están todos muy cerca de los cursos de agua y ahí, sí o sí, hay carga orgánica”, y apuntó que “los incendios y la pérdida de la capa vegetal también influyen. Lo mismo en cuestiones de higiene, tanto de los depósitos de agua como en la manipulación de alimentos”.
Para Nelio Escalante, empresario histórico de la zona, con un establecimiento en Villa Alpina y otro en la base del Champaquí, en, al menos, algunas de las últimas evacuaciones, el problema fue otro. “Mi opinión personal es que la gente viene incubando el virus desde Rosario; yo tenía un grupo en Alpina que me llegaba esa semana y se me bajó gente porque tenían el problema de diarrea. Ahora, ¿qué pasa si los síntomas te salen acá arriba?”, señaló y criticó versiones periodísticas que referían una cantidad de internados superior a lo oficialmente informado. “Fueron siete pacientes internados, tres con traumatismo de tobillo y cuatro con gastroenteritis y deshidratación leve. En otro puesto, había 35 enfermos”, reveló.
Ordenar, proteger, regular
Riveros reconoce que, en la zona, “hay una falta de presencia del Estado muy grande desde hace muchos años”, y que, desde el área a su cargo, vienen trabajando en el ordenamiento de la cuenca. En los próximos meses, se realizaría un taller participativo de ordenamiento territorial con los refugieros como actores principales y, para el tratamiento de efluentes, el Ministerio prevé una prueba piloto.
“Será una acción de ecosaneamiento mediante un sistema de fitodepuración para el tratamiento primario y secundario de aguas residuales, que aplicamos en Villa Ciudad Parque y recientemente validamos con la Administración Provincial de Recursos Hídricos. Estamos llevando arriba ese sistema copiado de la naturaleza, en principio, para trabajarlo en la escuela y ahí generar un proceso de capacitación y formación que sirva para después trabajarlo en cada uno de los puestos. Hay una necesidad de presencia del Estado no solo en control y fiscalización, sino también en el acompañamiento a la comunidad”, completó.
Escalante consideró promisorio el encuentro: “Por fin, tuvieron en cuenta a los actores principales, que es la gente que vive en las sierras”, aunque le quedó cierto sabor a poco. “Pensé que iba a ser una reunión todavía más profunda, fue de presentación más que todo. Esperemos que la próxima sea más intensiva y más precisa, es un gran paso que una parte de los agentes que tienen que estar evaluando la reserva hídrica se presenten arriba y pongan los puntos donde corresponde, porque, desde que se creó la reserva hídrica, yo participé en talleres del plan de manejo y después no se cumplió nada”, señaló.
Y añadió: “Yo estoy siempre a favor de la reserva hídrica, pongo en prioridad el agua. Esperemos que saquen el tema de los vehículos, motos; los chanchos y los incendios de los lugareños. Que se hagan las cosas bien y no compren espejitos de colores: la vez anterior, se pusieron un montón de reglas, como no edificar más, no poner mimbres, no recibir motos, y pasaron más de 20 años y no se respetó nada”.
*Por Adrián Camerano para La tinta / Imagen de portada: Adrián Camerano.