Juana Aguirre en Córdoba: «La música cumple la función del encuentro»
Este viernes, la artista bonaerense, que ha visitado Córdoba en varias ocasiones como cantante de la banda Churupaca, se presenta por primera vez como solista en Sala Formosa. Desde las 19 horas, podemos disfrutar la puesta en vivo de su disco Clarøscuro y los adelantos del segundo material que publicará en 2025.
Luz y oscuridad
saben ser
la misma cosa.
Clarøscuro, Juana Aguirre.
Circular. Así define la música de Juana Aguirre una persona que no sabe de música ―pero no vive sin ella― y justo es quien escribe esta nota. Por suerte, podemos disfrutar incluso lo que no entendemos y el universo artístico de Juana es amplio y abarca tantos lenguajes que siempre vamos a encontrar alguno en común.
Clarøscuro es el primer álbum de la artista, compositora y productora bonaerense, publicado en 2021, integrado por once canciones y creado durante una temporada pandémica en la ciudad de Bariloche, Río Negro. Fue compuesto y producido por Juana junto con Juan Stewart, Matías Cella, Ezequiel Kronenberg y Cruz. El disco cuenta con colaboraciones de Santiago Motorizado y Lola Parda ―hermana de Juana e integrante de Perotá Chingó―. La obra de la artista argentina, de acuerdo con la gacetilla de prensa que anuncia el show, “representa una intersección entre la música experimental, el folk, el indie, la canción popular latinoamericana y lo alternativo”. lo_divino, la noche y los ausentes ―publicada hace apenas diez días― son algunas de las nuevas canciones que adelantan su próximo álbum. En diálogo con La tinta, Juana nos cuenta que el show en Sala Formosa se da en un momento bisagra, entre las últimas presentaciones de Clarøscuro y antes del lanzamiento del segundo material.
“Estoy todavía en ese proceso muy largo, de muchos años, donde estuve escribiendo y produciendo este disco que va a salir el año que viene. Ahora me entusiasma mucho esta fecha que se va a dar en Córdoba porque es un momento medio bisagra, entre el disco Clarøscuro y el disco nuevo. Mi set para tocar en vivo cambió mucho, pensando en estas canciones nuevas que van a ser parte del segundo álbum, ya estoy adaptándome a todo lo que propone este disco nuevo. Entonces, me da como vértigo, también me entusiasma, me da nostalgia, tengo una mezcla de emociones. Pero también muy ansiosa de empezar a hacer esa fusión, aunque todavía no comprendo mucho qué es lo que va a pasar entre Clarøscuro y el disco que va a salir el año que viene”.
Juana Aguirre se relaciona con la música desde la infancia, pero también es diseñadora gráfica. “Pienso mucho la música en imágenes, espacios, contextos”, decía en una nota de Revista Zibilia. Su obra compone un mundo que une la palabra, el sonido y también las artes visuales y gráficas, como podemos apreciar en la producción de imágenes y videoclips que se fusionan y acompañan su obra musical. En esta entrevista, le preguntamos sobre esos cruces entre diferentes lenguajes, su proceso creativo y las urgencias del contexto actual.
―Pensar en imágenes es otra forma también de traducir la música y abrir un poco esos mundos a otros lenguajes, me encanta. Además, vengo colaborando con Fede Maks, quien hace la mayoría de mis tapas y los vídeos, y algo que pasa cuando trabajamos juntos o pensamos un vídeo es que se pierde ese límite entre dónde está la canción y dónde está el vídeo. Una cosa se vuelve medio dependiente de la otra, por más que capaz se dan como en tiempos distintos, porque casi siempre escribo las canciones, las produzco, las grabo y después pienso en las imágenes. Pero mientras estoy haciendo las canciones, ya hay imágenes que se me empiezan como a presentar, ideas que empiezo a hilar y a construir como para desarrollar alguna otra cosa. Me pasó con lo_divino que, trabajando en el vídeo mientras yo producía la canción, de repente que esas dos aristas se volvían muy inseparables y, hoy en día, si escucho sola la canción, pienso en el vídeo porque hay algo muy complementario ahí. Cuando, de alguna manera, las imágenes profundizan o construyen ese significado, siento que se vuelve algo súper poderoso, pero también son peligrosas, porque muchas veces siento que pueden romper ese misterio y revelar demasiado. Entonces, me gusta mucho pensar en la imagen y que realmente acompañe el sentido de la obra.
―¿Y después llevar eso al vivo también es otro proceso distinto, preparar el set que nombrabas antes, es otra forma de traducción?
―Sí, totalmente. Cada proceso es bien distinto. A mí, personalmente, me pasa que escribir, producir y componer lo suelo hacer en casa o a veces me tomo como mis retiros y me voy. Viví un tiempo en el sur, entonces, tengo un lugar ahí para poder llegar, que está muy alejado de la ciudad, y me instalo en una cabañita a producir y a pensar. Son procesos muy introvertidos para mí, medio en modo ermitaño. Entonces, de repente, cuando llega el momento de salir a tocar, colaboro con Cruz, que trabaja conmigo y toca conmigo ―con quien voy a ir el 15 a Córdoba―, nos sentamos a pensar cómo traducir esa música al vivo y es un proceso completamente distinto. Porque, además, es colaborativo, a él se le ocurren un montón de ideas que vamos desarrollando y vamos moldeando cómo podría ser. Es un proceso mucho más colectivo, más colaborativo y me encanta, porque es otra energía. Si no, como soy yo, me hundo en esa cabaña y me quedo ahí solitaria. Entonces, un poco me rescata de ese estado más de soledad.
―Yo soy de la Patagonia, de un pueblo muy pequeño, entonces, también he vivido en esa situación de retiro o de más lejanía de lo social, y, escuchando el disco, siento que ahí se nota algo patagónico, ¿puede ser?
―Sí, 100% es que, además ―volvemos a la conversación de las imágenes―, hay un paisaje. Para mí, es un paisaje de allá, del sur, hay algo de la amplitud de las montañas, de todo ese espacio que, para mí, está re plasmado en el disco o, por lo menos, inspirado en eso.
Si el mundo baila afuera de mi casa
mientras yo
me quemo en la hoguera
¿quién va a avivar mi fuego?
Violeta, Juana Aguirre.
―En una de las entrevistas que leí, hablabas de tu relación con cantautoras latinoamericanas, nombrándolas como «mujeres que hacían música para sobrevivir», y decías que te gusta la música donde se transmite esa urgencia. ¿Creés que ahora también se hace música para sobrevivir? ¿Reconocés algo de urgencia también en tu trabajo?
―Sí, yo creo que sí. Siento que igual estamos viviendo una época donde hay tanto sobreestímulo que, parece un cliché decirlo, pero hay tanta gente haciendo cosas que también es difícil encontrar la necesidad de enlazar. A veces entro en la contradicción de pensar si realmente tiene sentido seguir generando materiales, haciendo música, en un mundo que está sobreinformado, lleno de data por todos lados, ¿no? Y me parece que sí, que siempre es importante hacer, siempre llego a esa conclusión. Pero también, en estos contextos que nos está tocando atravesar, creo que la música cumple una función muy hermosa y muy importante hoy en día, que es el encuentro. Poder hacer música con otros me parece que es una forma de compartir, no solo la música, sino también el pensamiento y el debate. Para mí, por lo menos en estos días, es donde más estoy encontrando sentido al hacer. Poder viajar y encontrarse uno en otro contexto, en otros lugares, eso, para mí, es enriquecedor.
Hay tanta gente haciendo música, hay tanta información, que es bueno ver cómo hacer, qué hacer. También hay un montón de cosas que elijo no hacer dentro de mi música. Es una pregunta que no siempre tiene una respuesta, la verdad es que a veces atravieso algunas crisis. Obviamente, a veces la urgencia pasa por otros lugares y uno pierde la respuesta al por qué hacerlo. No sé si estoy siendo un poco abstracta, pero siempre tengo una respuesta distinta para eso, por lo menos ahora, me encanta esto del encuentro, me parece súper interesante, es una forma de organización también, encontrarse, ensayar, tocar.
―¿Tenés algún ejemplo de esas cosas que decidís no hacer?
―Haciendo música hace tantos años, es como que mis ambiciones cambiaron. Quizás soy más selectiva en las cosas que realmente me gusta hacer o de qué forma, me parece que tiene que ver más que nada con eso. También tomarme el tiempo para ir pensando en hacer una obra que tenga sentido, no dejarse presionar por ciertos esquemas o fórmulas que existen también para, de alguna manera, entrar en la rueda de la productividad, de estar activo. Me parece que la forma es muy importante y la forma también hace a la obra, entonces, hay que ser muy pillos con eso.
Todas las fuerzas
ocupan un lugar
entre vos y el miedo
¿quién será el gigante?
El Gigante, Juana Aguirre.
―Tengo un recuerdo de 2020, en plena pandemia, cuando hiciste una transmisión en vivo junto a Sof Tot donde hablaban del ejercicio de escribir. Invitaban a trabajar con algunas consignas y una era imaginar qué podrían decir de nosotrxs diferentes espacios y objetos de nuestras casas. Si tuvieras que hacer ese juego, ¿qué pensás que podría decir de vos el escenario?
―Yo creo que tantas cosas… que es un vínculo que cambia constantemente, que siempre se va modificando, que también siempre hay algo que se revela. Es un vínculo que está constantemente mutando y que siempre tiene algo nuevo para descubrir, para mí, por lo menos. Y que siempre se atraviesan momentos más de búsqueda, quizás son más incómodos, y momentos de mucho placer y mucha libertad, y es como un camino en espiral, cada momento de la vida es distinto.
Circular. Así definía la música de Juana Aguirre una persona que no sabe de música y justo es quien escribió esta nota. Ahora, en cambio, cree que la obra de Juana tiene una forma espiral, porque es profunda y está impregnada con la inmensidad de un paisaje. Mientras nos movemos entre luces y oscuridades, descubrimos nuestras urgencias y sobrevivimos a las crisis, la música vuelve a rescatarnos de la soledad y proponernos el encuentro. Este viernes 15 de noviembre, a las 19 h, en Achával Rodríguez 349, Güemes. Entradas a $12.000 en AlPogo.
*Por Jazmín Iphar para La tinta / Imagen de portada: Macs Abente.