¿Cuánto cuesta equipar a cada brigadista forestal?
Se vienen los peores meses. Córdoba afronta la época de mayor riesgo de incendios, sequías y vientos. Las brigadas forestales ―la comunidad organizada que se pone en la línea de fuego a la par de los bomberos― trabajan voluntariamente y ad honorem, sin recibir ningún tipo de sueldo ni aporte económico del Estado. ¿Sabés cuánto cuesta equipar a cada brigadista forestal? ¿Sabés cómo se sostienen?
Según la Infraestructura de Datos Espaciales de la Provincia de Córdoba ―IDECOR―, en el segundo trimestre del año (abril a junio), se registraron 93 incendios forestales que afectaron un total de 1.116 hectáreas. Pero julio, que aún no termina, acumula 8.000 hectáreas incendiadas, el triple de toda la suma de los seis meses anteriores. Unas 7.600 hectáreas de pastizales naturales se quemaron en la zona más alta de las Sierras Grandes, al sur del cerro Champaquí, afectando los valles de Traslasierra y de Calamuchita. Además, la semana pasada, hubo dos incendios más: uno entre La Calera y Saldán, en Sierras Chicas, que afectó unas 180 hectáreas, y otro en el departamento Totoral, en el norte provincial.
A pesar de las alarmantes cifras, sabemos que la época más peligrosa es la que viene y combatir incendios tiene un costo muy alto, en todos los sentidos. Como informó la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), el año pasado, se incendiaron 40.803 hectáreas en Córdoba y los siniestros se concentraron principalmente entre los meses de agosto y noviembre, en coincidencia con la época de mayor sequía, que fue la más alta de las últimas seis décadas.
Las brigadas forestales son, junto a los bomberos, las organizaciones que combaten el fuego. “Como ustedes saben, somos una asociacion autogestionada y, en época de incendios, tenemos mayores gastos”, dicen a La tinta desde la Brigada Chavascate de Agua de Oro, colectivo sin fines de lucro que se sostiene desde el 2018, generando campañas de donaciones, venta de rifas, ferias de productos, festivales, etc.
“Cada una de las personas que la conformamos ponemos nuestro tiempo, saber y hasta bienes materiales como nuestros vehículos, computadoras y celulares para el total funcionamiento de las tareas de la brigada. El trabajo es voluntario y ad honorem, no recibimos ningún tipo de sueldo ni aporte económico del Estado”, enfatizan desde Sierras Chicas y agregan: «Nos organizamos, nos capacitamos y prestamos colaboración en el combate de incendios forestales de manera desinteresada. Es nuestra misión proteger el lugar donde vivimos, el monte, nuestro entorno, nuestra comunidad”.
Les preguntamos qué es imprescindible para cuidar la integridad física. Lo mínimo ―dicen― es, en primer lugar, tener formación, capacitación, estar en buenas condiciones físicas y emocionales.
«Sabemos que es una actividad extrema, por eso, hacemos todo lo posible para disminuir los peligros. En primer lugar, nos capacitamos y entrenamos en Conductas Seguras en Incendios Forestales, conocemos las normas de seguridad, las situaciones de peligro y cómo minimizar los riesgos. También el reconocimiento de nuestro territorio nos permite extremar los recaudos. El trabajo en equipo de la brigada como el trabajo coordinado con el resto de las fuerzas vivas en un incidente siempre es una prioridad para lograr una acción eficiente y segura ante la catástrofe que nos enfrentamos. Para cuidar la integridad física, además del entrenamiento, nos sometemos a análisis y consultas médicas con el propósito de tener un apto físico y también psicológico, ya que enfrentarse al fuego genera un impacto emocional que es tan importante como el cuidado corporal”.
Otro aspecto en el que hacen hincapié es en la alimentación: «Durante el trabajo en el campo y posterior al repliegue, cuando se culmina la tarea. Si bien es una elección muy personal, hay una norma donde todos convergemos en el mismo consumo de algunos alimentos que son nutritivos y aportan energía para el desgaste que implica el esfuerzo físico, entendiendo que, cuando surge una alerta roja para acudir a un incidente, muchos estamos en otras actividades diarias, como nuestros trabajos cotidianos, y nos encuentra a veces sin haber tenido el momento de alimentarnos”, expresan los brigadistas.
Cada combatiente tiene su equipo de protección personal (EPP), que les protege en cierto grado, tanto de la radiación calórica como de golpes y todo tipo de agresiones físicas que puede generar el entorno, y que consta de: casco, monjita, antiparras, guantes, linterna, chaqueta, pantalón, borcegos, mochila táctica y handy.
El equipamiento tiene un costo muy alto, de, aproximadamente, 1.000 dólares por cada brigadista. “Los elementos ideales suelen ser inalcanzables porque son importados o elaborados con materiales de alto costo que solo los organismos estatales pueden pagar. Es así que solemos manejarnos con los elementos de calidad mínima y aceptables para nuestra seguridad. Eso implica que nos protegen igual, pero tienen menor vida útil y no son tan cómodos para soportar 8 o 10 horas de trabajo continuo”, explican.
¿Para qué sirve cada elemento del EPP?
Casco: protege el cráneo de posibles golpes.
Monjita: es una capucha de tela de algodón que protege la cara del vapor, la radiación calórica y el humo.
Guantes: de cuero de descarne, protegen las manos de muchas lesiones que se pueden sufrir en el combate.
Antiparras: brinda protección a la vista ante la variedad de peligros con la que nos podemos encontrar, como partículas, calor, humo y objetos que pueden golpear el ojo.
Linterna: nos ayuda a la visual en el trabajo nocturno, desplazamiento, orientación, etc.
Chaqueta: protección del torso ante la radiación calórica, espinas o elementos que puedan dañarnos.
Pantalón: también brinda protección ante la radiación calórica, espinas o elementos que puedan dañarnos en la parte baja del cuerpo.
Borcegos: nos protege los pies del calor, brasas, espinas.
Mochila: aquí, llevamos una muda de ropa, botiquín personal, vianda e hidratación, y todo elemento necesario para una autonomía de supervivencia de 48 horas.
Handy: es indispensable para la comunicación, aspecto central en la seguridad y trabajo coordinado.
Como la Chavascate, en nuestra provincia, hay decenas de brigadas y cientos de combatientes. Cada una de ellas tiene habilitadas maneras de colaborar para sostener el trabajo que hacen todo el año y que, en estos meses, es aún más arduo. En un escenario crítico como el que vivimos, tanto por la cuestión climática como socioeconómica, bien vale conocer y colaborar ―en la medida que podamos― con el esfuerzo enorme que realizan, asumiendo riesgos y costos.
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Brigada Chavascate.