Milei tuvo su foto en un pacto que no fue tal ni se firmó en mayo
Que atrase más, no se consigue: 18 gobernadores y el presidente, todos hombres de negro, firmando con la derecha y con «La dama de las camelias» de cierre, marcha militar por antonomasia. El autopercibido Pacto de Mayo lejos estuvo de ser un acuerdo y se firmó en los primeros minutos de este 9 de julio patrio, con ínfulas de refundación nacional y un dato irrefutable: sigue siendo el Gobierno quien tiene la iniciativa política en la Argentina.
En rigor, se trata de diez puntos con buenas intenciones, ya hartamente repasados y legislados a lo largo de nuestra historia, pero que le sirvieron a Javier Milei para montar una escena apta para la TV y redes. Si hasta dress code pusieron: todos de negro, como en un velorio cualquiera. Uno de los que rompió ese molde fue el salteño Gustavo Sáenz, que a la postre fue capturado por las cámaras durmiendo a la intemperie de los 4 grados que azotaban Tucumán mientras el presidente arengaba sobre una libertad cada vez más recortada.
Ausencias relevantes marcaron la firma de un documento con diez puntos que no atacan los problemas fundamentales del país. Por cadena nacional, la puesta en escena comenzó este lunes 8 a las 23:50 en la casita de Tucumán, donde hace 208 años se firmó la independencia argentina. El converso Osvaldo Jaldo fue el anfitrión de un evento que iba a ser en mayo y en Córdoba, pero que debió esperar a que el Congreso sancionara la denominada Ley Bases.
Milei llegó a la provincia para firmar la serie de diez puntos, dio su discurso y se fue, presto a participar hoy del Tedeum porteño y a encabezar luego un desfile militar que no se realiza desde la turbia etapa anterior, el macrismo.
Antes de la firma, se les vio sonrientes a los 18 gobernadores presentes, en una puesta en escena montada en el exacto mismo lugar y presidida por la misma mesa que, en 1816, recepcionó aquella acta independentista y en la que, en 2016, Macri y gobernadores firmaron el Acta del Bicentenario. Chanzas entre sí, abrazo, medalla y beso fue la tónica de ese momento, en el que descolló Sáenz no sólo por el poncho rojo, sino por la efusividad con que saludó al presidente y a su hermana, a quienes de seguro conoce del massista Frente Renovador. El cordobés Martín Llaryora también fue de los efusivos y toda la escena tuvo algo de cumpleaños de 15 guionado, hasta cerrar con la autodenominada “foto de familia”.
Tras ello, en un discurso de una media hora, pronunciado en el exterior de la construcción histórica y bajo un frío inclemente, Milei desandó los famosos diez puntos que firmó junto a los mandatarios “dialoguistas”, que no tuvieron oportunidad de debatir nada en verdad, sino que apenas se esperanzaron con que el poder central largue algunas de las partidas que cortó apenas asumió. Los ítems mal leídos por el presidente fueron:
-«La inviolabilidad de la propiedad privada».
-«Que el equilibrio fiscal sea innegociable».
-«La reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno».
-«Una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida de los argentinos y promueva el comercio».
-“La rediscusión de la coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual que padecen las provincias».
-“Un compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país».
-«Una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal».
-«Una reforma previsional que le dé sustentabilidad al sistema, respete a quienes aportaron».
-«Una educación inicial, primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar».
-«La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser una protagonista del mercado global».
A la vez, el mandatario nacional anunció la conformación de un Consejo de Mayo, para “rediscutir la refundación de la patria” y tanto agradeció a los firmantes como fustigó a los ausentes, entre los que descolló el bonaerense Axel Kicillof. La lista de ausencias la encabezó nada menos que la engripada vicepresidenta Victoria Villarruel, junto a un puñado de gobernadores, la Corte Suprema y los sectores sociales, sindicales y de derechos humanos. De hecho, de los expresidentes constitucionales, hasta el conservador Eduardo Duhalde dijo no y solo asistieron Mauricio Macri, que se sacudió el vértigo de Wimbledon en la escalerilla del avión, y el efímero Adolfo Rodríguez Saá.
Milei habló de “cambio de época”, criticó a ausentes por “anteojeras ideológicas”, denunció “conspiración” y anunció “un nuevo orden para nuestro país”. Como a confesión de partes, relevo de pruebas, aseguró que lo suscripto era “un pacto de caballeros”, en rigor, más una capitulación que un acuerdo. En su tono de desastre heredado que viene a reparar, rescató a “Alberdi y las ideas liberales” y fustigó al ambientalismo, “minorías ruidosas financiadas por millonarios extranjeros”.
Antes de cerrar con su arenga, más extemporánea que nunca, Milei culminó su lectura trabada con la certeza de que los diez puntos expuestos “son los diez pilares sobre los que vamos a reconstruir el edificio de la nación”, y que cada punto tendrá un correlato legislativo. Post Ley Bases, ahí hay una clave: Milei se aseguró en Tucumán no solo darle una pátina épica a la política expoliadora del país, sino la foto-compromiso de que los mandatorios darán vía libre a las normas necesarias para consumar el plan.
Para pasarlo en limpio: el peronismo se divide ahora entre quienes se esmeran entre “darle herramientas” a la gestión libertaria y quienes plantan bandera e insisten en que “la patria no se vende”. En realidad, el cartel de oferta ya está hace rato y, en los últimos días, trascendieron ofertas por una de las empresas estatales que ni siquiera estaba en el amplio paquete oficial de firmas a ser privatizadas.
Con una ciudad altamente militarizada, la previa del acto tuvo represión, detenciones injustificadas y la obvia imposibilidad de que el pueblo se acerque a ver de qué se trata. Empero, la cadena nacional fue clara: se trata de la más larga noche que nos haya tocado vivir en los últimos 39 años.
*Por Adrián Camerano para La tinta / Imagen de portada: Emmanuel Fernández.