Una ordenanza pretende dar vía libre al negocio inmobiliario en la Reserva San Martín
Una vez más, los negocios inmobiliarios buscan arrasar con la preservación de los espacios verdes, el bosque nativo y la biodiversidad de Córdoba. Una ordenanza municipal habilitaría la construcción de edificios y comercios frente a la única reserva natural urbana que tenemos en la ciudad. Organizaciones, habitantes de la zona y la Asociación de Amigos de la Reserva San Martín alertan sobre las graves consecuencias ambientales que tendría su aprobación.
La Reserva Natural Urbana General San Martín, otra vez, en jaque. Esta vez, se trata de un proyecto de ordenanza que habilitaría la construcción de edificios de departamentos y comerciales en la costa del río Suquía frente a la reserva. La ordenanza será tratada hoy, jueves 13, en el Concejo Deliberante de Córdoba. Vecinos y organizaciones convocan a una concentración en frente del edificio de Pje. Comercio 447 para expresar repudio a la medida.
Ubicada al noroeste de la ciudad, la reserva de 114 hectáreas es el patrimonio urbano ambiental más importante de Córdoba capital y no solo ofrece servicios ambientales esenciales para la población, sino que también es una gran fuente de biodiversidad.
Adriana Moyano es bióloga e integra la Asociación Amigos de la Reserva San Martín desde su formación, en 2009, cuando lograron que el antes parque fuera nombrado Patrimonio Ambiental de la ciudad y elevado a la categoría de reserva. Explica que, desde entonces, han afrontado dificultades por sucesivos proyectos del gobierno municipal o provincial, como atravesar el área protegida con obras viales, que no tienen en cuenta la conservación ambiental ni la preservación de las especies. “Ahora, con el argumento de ‘densificar y ordenar el crecimiento de la ciudad’, se pretende habilitar la construcción de edificios de departamentos y la actividad comercial en Villa Belgrano, Argüello y, sobre todo, en la costa del río”.
“La reserva está ubicada en un sector de alto valor inmobiliario, muy atractivo por las inversiones que se pueden obtener. Los desarrollistas tienen su mirada puesta allí porque es muy buen negocio construir edificios de departamentos en la costa del río frente a la reserva. Densificar el área construyendo edificios de departamentos, con 50 familias donde antes vivía sólo una, implica deforestar la costa, eliminar desechos cloacales al río, contaminación lumínica y sonora que es muy perjudicial para la fauna del área… Y lo peor es que, si también habilitan la posibilidad de poner comercios y servicios, el sector se va a transformar en un símil Carlos Paz donde el ruido, el desorden, la contaminación y la destrucción de fauna son terribles”, explica Moyano.
Desde 2017, la Asociación y una treintena de organizaciones nucleadas en la “Mesa para proteger y ampliar la Reserva” insisten en la necesidad de extender este patrimonio. Piden incorporar las costas del río Suquía a la reserva y anexar terrenos que la comunicarían con la Reserva Natural de La Calera, afianzando así el corredor biológico. Sin embargo, los intereses del gobierno parecen ir en sentido contrario: en vez de aprobar su ampliación, dan lugar a una ordenanza que arrasaría con la única reserva natural urbana de la ciudad.
Cuidar el poco equilibrio ambiental que nos queda
La Reserva San Martín y el río Suquía ofrecen servicios ambientales importantísimos para la ciudad. El río es un corredor de vientos que ayuda a amortiguar las temperaturas extremas y a prevenir inundaciones, explica Moyano, «porque su ribera ralentiza el paso del agua y permite que se absorba mejor en las costas, y hace que disminuya la velocidad de las crecidas e inundaciones. Además, ofrece captación de dióxido de carbono, que es lo que está provocando calentamiento global, y produce el oxígeno que necesitamos para respirar”.
“Si se impermeabiliza toda la costa del río con edificios de departamentos, el terreno ya no tiene posibilidad de absorción del agua y las lluvias severas van a inundar los barrios que están en sus costas. Además, el río es muy importante para la Reserva porque es su corredor biológico, es donde la fauna y la flora tienen salida para otros espacios verdes y posibilidad de contactar e intercambiar genéticamente con otras especies. Si uno corta esa posibilidad y aísla a la reserva del río, destruye ese corredor biológico dejando sin futuro a la reserva y a las especies que la habitan”.
En la reserva urbana, existen bosques nativos de quebracho blanco, algarrobos, talas, chañares y espinillos, y sus especies vegetales son más de 400. Entre la fauna que la habita, hay zorros, iguanas, yararás, coipos, más de 40 especies de mariposas y más de 200 de aves, lo que convierte a la reserva en un punto turístico de avistamiento que recibe a personas de todo el país.
Tiene también un gran valor educativo. Más de 5.000 estudiantes visitan la reserva cada año y es un centro de investigación para estudiantes universitarios de biología, turismo, guardaparques y otras carreras. La especialista sostiene que “es un aula abierta a nuestra naturaleza donde los estudiantes aprenden sobre flora y fauna autóctona, además de las funciones de un ecosistema natural y cómo beneficia la Reserva a la ciudad”.
“El intendente y sus funcionarios ponen mucho maquillaje verde a sus acciones, hablan de ecología y de la economía circular, pero descuidan la Reserva y el río que tienen una gran incidencia en la calidad ambiental de Córdoba”, reflexiona Moyano.
Comunidades en lucha
Además de la Asociación de Amigos de la Reserva, las comunidades de Villa Belgrano y Argüello han expresado a los funcionarios su desacuerdo con las políticas que habilitan estas construcciones en favor del negocio inmobiliario y en detrimento de la calidad de vida de les habitantes, de las costas del río, del río mismo y de la reserva.
“Los vecinos han sido muy claros con los funcionarios de desarrollo urbano en su negativa de seguir edificando en la zona. Esto es un negocio de unos pocos que van a construir edificios de departamentos de lujo ―cotizados en 400 mil y 600 mil dólares―, destinados también a unos pocos privilegiados. Los concejales y funcionarios municipales que han sido elegidos por la gente favorecen a este puñado de empresarios y le dan la espalda a las personas que están representando”, apunta la bióloga.
Muchas de las personas que habitan la zona participan activamente en la preservación del río. Desde la pandemia y hasta hoy, se organizan en grupos para realizar tareas de limpieza y han logrado recuperar gran parte de sus costas, sobre todo, en la parte norte de la ciudad.
Adriana comenta que “mientras la población en general viene evolucionando en cuanto a concientización ambiental, sus representantes están haciendo el camino contrario, a pesar de tener en sus narices los efectos del cambio climático. El río es un paisaje natural con vegetación y fauna silvestre del que se puede disfrutar y al que se puede acceder sin necesidad de llenarlo de cemento, jueguitos, caminos e infraestructura. Eso es lo que estamos exigiendo vecinos y Asociación en este momento”.
*Por Julieta Pollo para La tinta / Imagen de portada: Municipalidad de Córdoba.