Tuitear como forma de gobernar 

Tuitear como forma de gobernar 
13 marzo, 2024 por Gonzalo Fiore Viani

No es ninguna novedad el modo en que Javier Milei usa sus redes sociales. En su campaña, fue uno de los lugares predilectos donde consiguió seguidores. Y ahora, en la función pública, parece que redobló la apuesta. Ha llevado el ejercicio político a una red social, la de su amigo Elon Musk, y desde ahí dice y mucho, tanto que hay hasta un contador del tiempo que el presidente pasa en las redes. 

¿Cómo debería entenderse el uso que hace el presidente de sus redes sociales cuando está en ejercicio público? Y, sobre todo, cuando su mayor actividad pública se da en ese entorno. Una página web oficial con un contador de las horas que Milei pasa en redes arroja diariamente el promedio de tiempo que anda por la calle online, como dicen ahora. Cientos de likes a posteos que, en su mayoría, son de cuentas de libertarios. Hay quienes dicen que es un adicto a las redes y circulan las teorías sobre los ejércitos de trolls y el algoritmo de Yrigoyen, lo concreto es que el presidente dice y mucho fundamentalmente en la red X. Ya vimos a Trump hacer esto, pero ese paralelismo requiere de muchas salvedades en comparación con el fenómeno local ―o barrial―. 

Favs y retuits a notas que hablan positivamente sobre él, o que usan la inteligencia artificial para hacerlo ver como un musculoso y esculpido varón o como un león. Contenido adulterado en estadísticas, teorías y explicaciones sin ninguna rigurosidad, baits y fake news sobre contenido de actualidad y noticias, que luego rápidamente son desmentidas ―pero ya hicieron el efecto esperado―. Hate y ataques a personas de la cultura o la música ―siempre mujeres―, y hasta amenazas a periodistas, gobernadores, funcionarixs de su gestión e integrantes del Congreso Nacional. 

El reciente cruce con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner tuvo un llamado de atención por parte de la misma por el horario en que le respondió: 3 a. m. Particularmente, el viernes 8 de marzo del Paro Feminista, puso 339 likes y 177 retuits. En esta nota de La Nación, hacen un análisis desde que asumió hasta mediados de febrero. 

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Imagen: La Nación

Estrategia online, ¿qué palabra es la que circula? 

El marcamiento de la agenda de lo que el presidente instala y discute en X monopoliza la conversación pública virtual y social, solapando los temas centrales que tocan las medidas concretas y, entonces, se observa un modus operandi. Por ejemplo, con el eje Lali Espósito, ninguna de las graves medidas que se tomaron esos días quedó enunciada en los debates virtuales. 

Dice Martín Kohan que «en las redes sociales, nos encontramos con gestos de denigración que ya no están en disonancia con la circulación media de la palabra. Milei ha captado eso». Y ahora es una política de Estado. Hay un in crescendo de agresividad y violencia que se fue condensando en los medios tradicionales y en las redes sociales, y escaló rápidamente. Quedamos insertados en esas lógicas, estemos o no en ese juego que naturaliza la violencia y el fascismo que circula, incluidos algunos sectores progres de la comunicación vía los consumos irónicos. Así, la circulación de esos discursos se vuelven un mecanismo dentro de un poderoso dispositivo político que regula prácticas y conductas. No hay discusión, debate o argumentación, sino reacciones y retuits.

Las redes sociales, como modalidad de conexión, generan espacios de pertenencia en entornos cerrados donde circulan mensajes. Algunas investigaciones sobre la relación entre las redes sociales y la política revelan que las juventudes de 15 a 30 años son particularmente adeptas a posturas críticas al statu quo y neoconservadoras. Manifiestan un grado notable de insatisfacción política, especialmente debido a las problemáticas económicas, tanto el desempleo como el empleo precario y, sobre todo, la inflación. A la vez, con un desconocimiento del pasado y la memoria histórica que permite comprender los procesos sociales. 

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Las interacciones electrónicas generan discursos que vehiculizan racionalidades y horizontes de sentido en clave neoliberal y conservadora, denominados discursos de intolerancia. En su mayoría, buscan promover, incitar o legitimar la discriminación, deshumanización y/o violencia hacia personas o grupos basándose en su pertenencia a categorías religiosas, étnicas, nacionales, políticas, raciales, de género u otras identidades sociales. ¿Les suena? 


Investigadorxs señalan que estos discursos generan con frecuencia un clima cultural de intolerancia, pudiendo, en ciertos contextos, incitar prácticas agresivas, segregacionistas o genocidas. La forma afectiva del odio es parte de la agenda neoliberal hace tiempo y lleva al desgarro de los tejidos sociales, las segregaciones y el individualismo que obstaculizan las instancias de acuerdo y consenso. Estas expresiones, en su brutalidad, reflejan el avance de una lógica social que no ha buscado o no ha querido explorar alternativas políticas para disputar las representaciones y las formas de acción social democrática.

El actuar se manifiesta en el decir, que da voz y acción a los demonios encerrados en nuestra historia social y particular. Y si bien el odio ha sido inherente a la humanidad, las figuras actuales se construyen a través de retransmisiones viralizadas que circulan mediante clics, posteos, foros y cadenas en el universo táctil o háptico de la escritura electrónica, generando subjetivizaciones e imaginarios en la esfera pública, que luego tocan el punto de la irritabilidad y que impactan en el cuerpo. 

De acuerdo con distintos sondeos, quienes actualmente respaldan la propuesta de Milei como solución a la crisis son varones que, en mayor medida, difunden discursos racistas (con un 41% de sus votantes menores de 25 años y un 80% de los votantes entre 25 y 40 años) y discursos que incluyen discriminación hacia las disidencias sexuales (con un 58% de los votantes menores de 25 años y un 48% de los votantes entre 25 y 40 años). Asimismo, se destaca que existe un respaldo significativo a la pena de muerte, con un 50% de los votantes menores de 25 años y un 70% de los votantes entre 25 y 40 años expresando su apoyo a esta medida.


Los discursos de intolerancia tienen una intencionalidad política y son articulados como dispositivos por diversos actores para alcanzar metas y objetivos. Esta administración de lo social no busca superar el conflicto, sino gestionarlo de manera constante, apuntando a la disolución de los pactos democráticos. En sintonía con el sentido de los discursos antipolíticos, estos buscan la división eterna, la cólera social y la exacerbación del miedo. 


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En contraste con las derechas liberales tradicionales, la nueva derecha encabezada por Milei se presenta como más plebeya y disruptiva. No hay una verdadera aristocracia u oligarquía en el mileismo, tampoco en el trumpismo o bolsonarismo las había. Se observa una aspiración hacia un estatus de nuevo rico a la par de una búsqueda más básica, centrada en cubrir necesidades fundamentales como alimentación, vivienda y actividades recreativas. Este movimiento rechaza la obediencia a referentes barriales o punteros, rompiendo con prácticas políticas tradicionales. Estas características cobran sentido en un país fracturado y polarizado, con un ejercicio político que ha desatendido las necesidades de sus bases.

El voto a Milei surgió del enojo, nihilismo y, paradójicamente, de una cierta esperanza. La nueva representación surgió con un nuevo subsuelo dispuesto a hacerse oír, representando una patria devaluada que merece y exige atención política.

¿Cómo se disputa el terreno virtual en las redes sociales y cómo dicha contienda tiene repercusiones más allá del ámbito digital? El fenómeno mileista y su éxito electoral revelan un cambio significativo en la dinámica política argentina, marcado por la desconfianza en las estructuras establecidas y la búsqueda de representación en un nuevo subsuelo social. El papel de las redes sociales en la difusión de discursos de intolerancia plantea desafíos importantes para la construcción de una sociedad democrática y plural. La comprensión de estas dinámicas es esencial para abordar los desafíos actuales y reconstruir el vínculo entre los actores políticos y la sociedad.

*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta / Imagen de portada: C5N.

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Palabras claves: Javier Milei, Twitter

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