Gracias por tanto, I.Sat

Gracias por tanto, I.Sat
29 febrero, 2024 por Jazmín Iphar

Con casi 31 años de vida, el canal de televisión I.Sat deja de transmitirse hoy, junto a Glitz y MuchMusic (dolor en aumento). Ícono de una forma de consumo cultural, I.Sat permitió el acceso a un espectro de productos audiovisuales alternativos y provocadores, diferentes a otros canales de películas y a las habituales programaciones en los de aire.

La noticia del cierre de I.Sat, hace aproximadamente dos meses, golpeó fuerte nuestros corazones amantes de los subtítulos amarillos.

Hoy, 29 de febrero, es la despedida del underground del cable, un canal que nos enseñó de cine y abrió un mundo de sensaciones y posibilidades estéticas, visuales y narrativas. Este pequeño homenaje/saludo surge de repasos por intercambios en redes sociales y conversaciones con personas queridas que compartieron la misma devoción por el placer visual que nos propuso esa señal televisiva nacida en 1993.

I.Sat, mi buen amigo

Recuerdo mis épocas más telemaníacas como una forma de consumo que ya no existe. Quienes pudimos tener en casa un televisor con cable —o antena, pues patagónica— y atravesamos en nuestra vida el paso del mundo analógico al digital, cambiamos velozmente de hábitos. Desde buscar la guía de programación para encontrar algo atractivo —partiendo únicamente del título y, con suerte, el género— hasta prender la tele, hacer zapping y entregarme a la propuesta del momento sin saber el nombre, la duración, el género ni cuánto hacía que había empezado eso que estaba mirando. Pero esta dinámica cobró toda una nueva dimensión cuando descubrí que I.Sat no era solo un canal raro, algo así como el primo hermano de Europa Europa.

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Lars and the Real Girl (2007)

Películas isateras: no puedo pensar esa frase si no es con la icónica locución que acompañó mi adolescencia y juventud. Para una nacida en los años 90, igual que I.Sat, la imagen del logo rosa es un recuerdo muy vago al lado del naranja, blanco y negro con magnetismo, y a la posterior fascinación por los papeles traslúcidos, tipo anteojos 3D. Nunca antes le había prestado tanta atención a la estética de un canal.

La sensación de que algo siempre me podía sorprender arrancó en la variedad de formatos: películas como Being John Malkovich (1999), series como Shameless (2011), microprogramas como Proyecto Cartele, cortos y videoclips. El cine Z, las animaciones para adultxs, el cine independiente, el nacional, todos tuvieron su espacio en la grilla y su ciclo temático que ordenaba nuestras semanas. Pero la diversidad también se extendió hasta el tono de las propagandas, los guiños, los chistes, las temáticas abordadas, el origen de cada producción.

La puesta integral del combo tono-estética-programación construyó un contrato de lectura en confianza, me hizo sentir cerca de un canal de televisión. Llevé durante años la bandera de las películas en su idioma original y llegué a decir que había aprendido más inglés viendo la tele que yendo a la escuela. I.Sat fue, para muchas personas, la puerta de acceso a un mundo que acompañó y sacudió varios interrogantes sobre nuestras identidades.

Nuestra ESI

Muchos años antes de que Twitter Argentina pidiera a gritos que el sexo vuelva a ser tabú, una chica que transita los tempestuosos primeros años de la adolescencia explora sensaciones nuevas frente a la pantalla de un televisor prendido en la madrugada mientras todas las personas de su casa están durmiendo. El relato es de una amiga, pero podría ser el recuerdo de cualquiera. Si el p0rno de The Film Zone era lo mismo que el cine erótico de I.Sat es uno de los debates más repetidos en los posteos en redes que consumí compulsivamente cuando apareció esta trágica noticia. I.Sat fue la educación sexual de generaciones que no encontraron en sus escuelas más que una charla médica informativa que nada podía hacer al lado de una película como Secretary (2002) y la cantidad de preguntas que nos dejaba rondando en el cuerpo.

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Secretary (2002)

Más allá del erotismo, incluso, para una persona que vio tantas comedias románticas en Cinecanal, es fácil advertir lo particular en los romances programados por I.Sat. Finales infelices, finales inconclusos, gays, tortas, queers, triángulos, triadas, parejas, amores intermitentes, ficticios, platónicos, profundos, breves, eternos. La ternura de Submarine (2010), la ironía de Les amours imaginaires (2010), la tristeza de Blue valentine (2010) y mil ejemplos más para abordar la riqueza y amplitud del mundo vincular.

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Les Amours imaginaires (2010)

Reír para sobrevivir

Para muchas personas, el primer encuentro con The Office (2001) o Cha cha chá (1993) también tuvo lugar en nuestro canal favorito. El culto a lo bizarro, la ironía, el absurdo y la sensación de que querés reírte de algo, pero es demasiado incómodo y hasta, un poco, lo odiás. ¿Hay en estos consumos un ejercicio que nos permite sobrevivir mejor al mundo de hoy?

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Shameless US (2011)

Elige tu propio trauma

Si pensaste en un sujeto de campera amarilla cuando empezó la pandemia en 2020, te mando un abrazo. Los futuros tecnodistópicos de Black mirror (2011) y el suspenso conspirativo de Utopía (2013), las escenas delirantes de Trainspotting (1996), el final desolador de Requiem for a dream (2000) marcaron vidas y retinas. Aunque quizás ninguno le hace cosquillas a los Cuentos de Terror de Laiseca, grabados a fuego en el insomnio de la memoria isatera.

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Trainspotting (1996)

Situación más o menos recurrente en mi vida: camino por la calle y me acuerdo de pronto de ese corto animado que vi de casualidad, allá por 2012. Yo creo que se llama Rúbika, pero cada vez que lo busco en internet no aparece. Me siento un poco tonta tratando de explicarle a Google que en la trama hay unas personitas caminando como si nada y el mundo se empieza a partir. Me queda la idea dando vueltas todo el día, como cuando queremos recordar el nombre de una canción solo para ganar el juego. Me pregunto por qué algo que vi una sola vez en la vida sigue guardado en la mente de esa forma. Después, por suerte, dejo de buscarle explicaciones.

I.Sat fue una fruta noble para alimentar una joven curiosidad por el mundo y la belleza. Hoy se termina, pero aunque esa grilla no exista más, muchas personas seguiremos reconociendo y disfrutando películas isateras por la vida. Chau I.Sat, gracias por tanto.

*Por Jazmín Iphar para La tinta / Imagen de portada: Lost in translation (2003).

Palabras claves: Cine, Televisión

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