Cada vez menos personas acceden al transporte público en Córdoba
La Encuesta de Movilidad de la Ciudad de Córdoba pone en evidencia que las personas acceden cada vez menos al sistema de transporte público. Mientras, aumenta la motorización particular y se agudiza la contaminación en la ciudad. ¿Responde el transporte público a las necesidades y los recorridos de todas las personas usuarias? ¿Cómo promover la movilidad peatonal y ciclista? ¿Cómo afecta a nuestra calidad de vida no poder acceder al transporte público? Lucila Martinazzo, especialista en el tema, nos brinda algunas claves para comprender la problemática y avanzar en alternativas sustentables.
Entre 2021 y 2022, el Instituto de Estadística y Demografía de la Universidad Nacional de Córdoba realizó una Encuesta de Movilidad Origen-Destino para conocer los hábitos de desplazamiento de los habitantes de 2.500 hogares de la ciudad de Córdoba y 15 municipios aledaños. Los datos que arrojó la encuesta pusieron en evidencia algunas tendencias preocupantes. Se ha incrementado el número de viajes cotidianos por la expansión del tejido urbano y el crecimiento poblacional en el territorio metropolitano, donde las redes de movilidad presentan un desequilibrio que incentiva el uso del vehículo privado y desincentiva el uso de modos de transporte sustentables.
El transporte público está perdiendo pasajeros de manera alarmante, mientras que el vehículo privado absorbe todos los viajes que antes eran realizados de manera más sustentable a través de medios de transporte masivos. La movilidad en vehículo privado es una de las principales fuentes de contaminantes atmosféricas en el cotidiano de Córdoba. Y en cuanto a los recorridos, se observa que más de la mitad de los flujos de movilidad son locales (dentro del mismo barrio), seguidos por los intercambios entre municipios, lo cual deja al descubierto que el centro no es el único destino, aunque el trazado de líneas responda mayoritariamente a esto, evidenciando una falta de respuesta a una gran parte de las necesidades de movilidad de las personas.
A raíz de estos datos, desde La tinta, conversamos con Lucila Martinazzo, especialista en temas de movilidad urbana, género y transporte sustentable. La ingeniera civil, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UNC caracteriza la importancia del transporte en términos de acceso y oportunidades de la población: «El transporte es un insumo fundamental para acceder a otras oportunidades urbanas, sin el cual se restringe la posibilidad de acceder porque me queda muy lejos o porque no puedo pagar el boleto. Afecta directamente la calidad de vida de las personas”.
—¿Cuáles son los beneficios de promover el transporte público en la sociedad?
Además de posibilitar el acceso a muchas otras oportunidades urbanas, el transporte público masivo tiene un componente social fundamental desde el punto de vista de eficiencia social, económica y ambiental. Permite que la gran mayoría de los movimientos en una ciudad se puedan resolver en unos corredores abastecidos por vehículos en los que puedan moverse muchas personas. Esto presenta muchos beneficios, es más eficiente en términos económicos, energéticos, de misiones, de uso del espacio público.
Si el transporte público se encarece y menos gente lo usa, las personas van a restringir su acceso a las oportunidades urbanas o van a buscar otras alternativas para moverse, modos que no son tan eficientes y que generan un problema peor a la larga para toda la sociedad.
—¿Cuáles son los principales problemas que presenta la red de transporte público hoy en Córdoba?
En la presentación del Plan de Movilidad de la Municipalidad, las personas que trabajaron sobre eso hablaron sobre cómo la red de transporte sí satisface algunos tipos de movimientos como son los movimientos centro-periferia, básicamente por la constitución de las líneas que casi todas van desde los barrios hacia el centro. Eso no responde a las demandas de viaje interbarrial o incluso entre las periferias, que es un porcentaje no menor de los viajes, según este mismo estudio. Sin embargo, no son resueltos por el sistema de transporte público actual.
Muchas veces, son recorridos que las personas no pueden reemplazar por movilidad activa por no tener la infraestructura segura y adecuada para que las personas puedan elegir moverse caminando o en bicicleta en esos movimientos entre barrios. Se torna peligroso desde la seguridad vial y muchas veces también desde la seguridad ciudadana, que también es un condicionante para moverse por las ciudades, especialmente para las mujeres y disidencias.
—¿Cómo se ha transformado el transporte en Córdoba en los últimos años?
El sistema de transporte en particular no ha sufrido grandes cambios en los últimos años: siempre fue esa su constitución de líneas que responden más a los viajes centro-periferia, pero sí ha cambiado la forma en que las personas se están moviendo. Según la Encuesta de Movilidad, ha caído a la mitad la proporción de los viajes en transporte público y ha aumentado considerablemente el número de viajes en automóvil.
Eso genera, por un lado, el degradamiento de la calidad del servicio de transporte público y una espiral involutiva o un círculo vicioso porque, al ser financiado a través de subsidios y tarifas, si cada vez menos gente lo usa, es una carga cada vez más importante la que tiene el sistema para mover a menos gente. Si el transporte se desfinancia a través de tarifas, baja la calidad del servicio, baja la cantidad de ómnibus que circulan, lo que hace que aumente el intervalo entre servicios, entonces la gente tiene que esperar más tiempo en las paradas, por lo que sus tiempos de viajes son mayores. Se va deteriorando la calidad del servicio porque, si una persona tiene otra opción para moverse, es mucho más fácil que se baje del transporte público y mucho más difícil después que vuelva a elegirlo.
El aumento de la motorización individual degrada la calidad urbana general de nuestras ciudades: aumenta la congestión, aumentan los tiempos de viaje, es un uso mucho más ineficiente del espacio público, aumenta la contaminación ambiental en términos de emisiones y la contaminación sonora. Es seguro decir que tenemos un promedio de 1.2 o 1.3 personas por vehículo, lo cual quiere decir que en la mayoría de los autos va una sola persona, entonces el uso del espacio es absolutamente ineficiente. Lo mejor siempre es promover una prioridad para la movilidad activa, peatonal y ciclista, y potenciar los modos masivos de transporte de una calidad tal que las personas lo puedan elegir a diario y que sea confiable, seguro y con una tarifa que puedan pagar. Actualmente, la forma en la que nos movemos no es sostenible.
—¿Qué tipo de políticas y medidas es necesario implementar para mejorar la movilidad urbana?
En una situación económica como la que estamos atravesando, es difícil pensar en grandes inversiones públicas, pero hay muchas soluciones de bajo costo para mejorar la infraestructura peatonal y ciclista, y así mejorar significativamente la calidad de movilidad de las personas.
Cuando las personas ocupamos más los espacios de las calles, el control social mismo hace que sean un poco más seguras. Si tenemos unas condiciones de infraestructura y seguridad vial que prioricen estos modos activos de movilidad, y más personas estamos ocupando la calle, caminando o andando en bicicleta, de alguna forma, se va mejorando la seguridad ciudadana para todas las personas.
Otras medidas interesantes serían algunas que restrinjan el uso del auto (restricciones de velocidad, de estacionamiento, incluso de peajes urbanos) y sobre todo las que mejoren el transporte público. Incluso el costo que tiene el estacionamiento en el espacio público, se podrían derivar estas recaudaciones a los modos de transporte masivo, en una forma de financiamiento de subsidio cruzado. Si yo tengo menos autos en las calles, puedo mejorar el transporte público en cuanto a los tiempos de viaje y la frecuencia. También es necesario que sea confiable: tengo que saber a qué hora va a venir el ómnibus y, si se me pasa, cuánto tarda el próximo. Eso le da seguridad a las personas respecto a sus tiempos de viaje.
Además, hay otras cosas adicionales relacionadas a la accesibilidad y el confort: aire acondicionado, ómnibus de piso bajo para que puedan acceder todas las personas independientemente de sus capacidades y sus habilidades, parada con buen mantenimiento y condiciones de accesibilidad universal para que todas las personas puedan acceder sin problemas, sistemas de información claros -cómo me subo al colectivo, cómo pago el colectivo, dónde puedo obtener información sobre el recorrido y sobre paradas- que tienen que estar disponibles no solo en el teléfono, sino también en la vía pública. Hay mucha diferencia entre las paradas que están en el centro y las de los barrios, donde por ahí solo hay un 32 pintado con aerosol en un árbol. El mantenimiento de las paradas y la disponibilidad de información clara es muy dispar según dónde estemos. Entonces, hay muchísimas medidas que se pueden tomar que no representan una gran inversión económica y que pueden mejorar significativamente la calidad del servicio.
—Recién mencionabas los recorridos de las mujeres y me pregunto si el trazado del sistema de transporte público actual satisface sus necesidades específicas de movilidad, considerando, por ejemplo, las tareas de cuidados.
El sistema de transporte público está pensado para adultos trabajadores. Moverse caminando, en bicicleta o en transporte público no es amable ni accesible para un niño, una niña o una persona mayor. Además, ha sido pensado para adultos que realizan el recorrido de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, no considera otros recorridos que muchas veces son los que hacen las mujeres: varios viajes encadenados, muchas veces más cortos, con varias paradas. Es bastante más común en los recorridos de las mujeres que salgan de su casa con otras personas a cargo, las deje en un lugar, vaya a hacer otras actividades relacionadas al cuidado de la familia y el cuidado del hogar. Además de viajar con personas a cargo, viajan con carga por ser mayormente las que realizan las compras del hogar.
Ni las veredas ni las paradas ni el sistema de transporte público están preparados para que una mujer que lleva un cochecito o una silla de ruedas se mueva de manera segura y cómoda.
Según la Encuesta de Movilidad, puntualmente en Córdoba, las mujeres se mueven mucho más caminando y en transporte público. Las mujeres tienen menor tenencia de licencias de conducir y, si bien no se indagó respecto a quiénes son los titulares de los vehículos en aquellas casas que presentan tenencia de moto o auto, por lo general, las mujeres viajan más como acompañantes.
*Por Julieta Pollo para La tinta. Imagen de portada: CISCSA Ciudades feministas.