Las falsas denuncias avanzan
La agrupación política La Libertad Avanza denuncia fraude electoral en Argentina, alegando manipulación de resultados por parte de la Gendarmería Nacional, generando preocupaciones de posibles disturbios similares a eventos pasados en Estados Unidos y Brasil.
A menos de cinco días para la segunda vuelta entre Sergio Massa y Javier Milei, La Libertad Avanza ha presentado una denuncia de fraude electoral, solicitando una custodia especial para las urnas el próximo domingo 19 de noviembre. En este contexto, la jueza María Servini, con jurisdicción electoral, ha permitido que los fiscales de La Libertad Avanza participen en el seguimiento de las urnas.
La presentación judicial fue realizada por Karina Milei y Santiago Viola, quienes alegan que hubo manipulación y fraude, involucrando a la Gendarmería Nacional para alterar los resultados en las actas, en complicidad con jefes regionales y a cambio de dinero. Según su relato, la Gendarmería se llevó las urnas en varios distritos, descartó el acta firmada por las autoridades de mesa y los fiscales de todas las fuerzas, y sustituyó esas actas por otras en las que supuestamente se perjudicó a Javier Milei.
Sin embargo, esta afirmación carece de respaldo probatorio. Los representantes de La Libertad Avanza sostienen que las irregularidades ocurrieron en mesas de la Ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires, Chaco, Tucumán, identificándolas como «las provincias más beneficiadas por los planes sociales», junto con Santiago del Estero, La Rioja, Jujuy, Santa Cruz, Formosa y posiblemente en otras dos provincias.
Lo que está sucediendo en Argentina no es un incidente aislado, sino que tiene sus precedentes en los últimos procesos electorales presidenciales de Donald Trump en Estados Unidos (2020) y Jair Bolsonaro en Brasil (2022). Ambos eventos electorales estuvieron marcados por la presencia de noticias falsas, teorías conspirativas y acusaciones de fraude, todo dentro de un escenario de estrecha competencia.
Ni Trump ni Bolsonaro reconocieron la victoria de sus respectivos oponentes, Joe Biden y Lula. En ambos casos, la situación culminó en eventos desfavorables. El primero resultó en el asalto al Capitolio llevado a cabo por seguidores de Trump el 6 de enero de 2021. En el segundo, se produjo un intento de golpe de Estado contra Lula, cuando, el 8 de enero de 2023, grupos de extrema derecha bolsonarista tomaron la Plaza de los Tres Poderes en Brasilia.
Existe una clara conexión entre lo ocurrido en el Capitolio, el intento de tomar el Palacio de Planalto y todas las acusaciones de fraude planteadas por Milei. Trump promovió denuncias de fraude antes de las elecciones y, una vez que perdió, continuó impulsando la idea del fraude, nunca reconoció los resultados e incluso afirmaba que le habían robado la elección. A través de tuits, expresaba: «The elections are rigged» (las elecciones están arregladas). Nunca condenó los eventos en el Capitolio, lo que llevó a la suspensión de su cuenta de Twitter. Incitaba a los manifestantes, calificándolos como grandes patriotas. Si bien no se demostró que la toma del Capitolio fue organizada por el Estado, al menos fue fomentada por él.
Hay claras similitudes con la actual estrategia de Milei, quien está generando agitación en torno a posibles fraudes electorales. Aunque aún queda por verse cómo se desarrollarán las elecciones, si pierde por un margen estrecho, según indican las encuestas, existe la preocupación de que sus seguidores puedan protestar contra los estamentos del Estado. El aumento de cuentas en redes sociales que intentan sembrar dudas sobre el proceso electoral, las declaraciones de líderes libertarios y macristas que admiten carecer de pruebas, pero insisten en hablar de fraude, la convocatoria a manifestaciones, la circulación de videos manipulados mediante inteligencia artificial que muestran a Massa en aparente estado de embriaguez y la propagación de otras noticias falsas similares parecen ser acciones coordinadas desde algún lugar específico. Todas estas actividades coinciden temporalmente con la aparición de un personaje político oscuro de Estados Unidos llamado Roger Stone.
Roger Stone es un destacado y poderoso estratega político que ha estado involucrado en campañas para candidatos del Partido Republicano desde la década de 1970. Figura destacada en la derecha conservadora, lleva tatuada en su espalda la imagen de Richard Nixon y se atribuye haber sido uno de los ideólogos detrás de la candidatura de Trump, a la cual ha brindado su apoyo desde la década de 1980. A lo largo de su carrera, Stone ha enfrentado varios procesos legales en Estados Unidos. Incluso, en 2020, fue condenado a 40 meses de prisión por proporcionar información falsa al Congreso y obstruir una investigación en la Cámara de Representantes sobre la presunta interferencia de Rusia en las elecciones de 2016. Sin embargo, fue finalmente indultado por su amigo Trump.
También es notorio cómo ciertos periodistas propulsan a diario la desinformación y dudas sobre los procesos eleccionarios, como el caso de Pablo Rossi, Luis Majul y Jonathan Viale.
Lo cierto es que, en Argentina, el Partido Justicialista (PJ) perdió elecciones nacionales en: 1983 (presidenciales), 1985 (legislativas), 1997 (legislativas), 1999 (presidenciales), 2009 (legislativas), 2013 (legislativas), 2015 (presidenciales), 2017 (legislativas), 2021(legislativas). En ninguno de esos casos, el peronismo denunció fraude. Cuando la Unión Cívica Radical (UCR) o distintos terceros partidos opositores circunstanciales perdieron elecciones presidenciales en 1989, 2003, 2007, 2011 y 2019, sumado a las legislativas de 1987, 1991, 1993, 1995, 2001 y 2005 frente al peronismo, tampoco denunciaron ningún tipo de maniobra ilegal tendiente a manipular los resultados electorales.
*Por Gonzalo Fiore Viana para La tinta / Imagen de portada: Ezequiel Luque para La tinta.