Embrujo
Agustina Chora es profe de psicología y becada en investigación. Escribe para no pensar tanto, piensa mucho y no sabe de que escribir. La comedía le salvó la vida y nadie sabe muy bien cuando cumple años.
Por Agustina Demelchori
Embrujo
Hace un tiempo me olvidé de mi. No me busques, estoy rota. Sano de a ratos, cada vez menos.
Es un sacrilegio arrepentirse cuando se vive con pasión.
No me permito que la tranquilidad me alcance, si me alcanza me duele el cuerpo.
Se dice de mí que yo antes era «otro»
Se dice de mí que yo ahora «soy»
Se dice de mí que «nací para esto».
Que sabrán de mi, siempre fui “la otra”.
Sin comillas, soy otra.
Soy intensa, caprichosa, bonita, puta, presumida; segundera, siempre primera.
Siempre perdiendo, siempre monedas a la fuente con algo más que nada.
Dicen de mí que eso no lo dije antes.
Tendré ese complejo de que no me basta con la grandeza.
Se dice que estoy rota.
Yo diría: parchada, soldada, quemada, cicatrizada, ardida. Ni miel, ni cereales, ni trigo, ni pan.
Sin calma pero sin prisa.
Prisa quienes buscan morderse la cola.
Calma para quienes traicionan por miedo.
Buchones, alcahuetes, sabuesos sin hueso.
Pichones que buscan aprender a volar pero que solo llegan a ser carroña.
Mudos y mudas se quedan cuando me ven pasar coqueteando las benditas caderas.
Sé quienes me miran el culo, no hace falta tener ojos en la espalda.
¿Para qué saber de mí, si ya se dice mí?
Embustera, buena amante, sincera y abatida.
Si hasta dicen que yo escribo sobre cosas que me pasan.
Cómo hacerlo cuando tengo tantas historias por inventar.
La más linda de las tontas, la que sabe cosas. La que coge por placer y por amor.
La que hace magia con la lengua y engatusa con las palabras.
Eso también dicen de mí.
*Por Agustina Demelchori / Imagen de portada: Agus Melillán.
Conocida como la negra, Agus Melillan, nacida en la Patagonia bajo la Luna de géminis. Una arquitecta de profesión e ilustradora de corazón que se mueve por el mundo rezándole a Gilda y bailándole cumbia a sus ancestras mapuche. Dice que si le concedieran un deseo, sería ser de Gryffindor para refregárselo a sus hermanos.