Cooperativas y redes para una alimentación saludable, soberana y con precios justos
¿Podemos elegir qué alimentos consumimos y dónde los adquirimos? ¿Cómo adaptamos nuestro presupuesto vapuleado diariamente por las especulaciones del mercado? ¿Existen lugares donde podamos acceder a productos que nos nutran y, a la vez, que hayan sido producidos de manera respetuosa con el ambiente? La respuesta es un rotundo: ¡SÍ! Y en esta nota, compartimos un pedacito del maravilloso entramado cooperativo y en red que produce, distribuye, comercializa y habilita el buen comer.
¿Nos juntamos el jueves? ¡Les espero con algo rico! ¿Tomamos unos mates? Tenés que probar la yerba ahumada que compré en la feria. El domingo sale comilona en casa: ¿vienen?
En casas y patios, plazas o calles, alimentarnos siempre conlleva ese acto vital que vincula sabores, emociones y encuentros. Nos reúne en familia, con gente querida, con compas del trabajo. Ese acto que, compartido, siempre se disfruta doble y si es con productos saludables, tanto mejor.
¿Cómo hacemos en lo cotidiano para acceder a una buena alimentación en épocas de crisis y precios cada vez más lejanos de nuestros presupuestos? ¿Qué capacidad real tenemos para elegir qué alimentos adquirimos y quiénes son proveedores de los mismos? ¿Cuáles son las estrategias y dispositivos que se construyen para posibilitar el acceso?
Desde La tinta, les invitamos a conocer proyectos cooperativos y redes de producción, distribución y comercialización que ponen a disposición una gran variedad de alimentos y que apuestan a la economía solidaria y a los precios justos.
Una apuesta real y cotidiana para el buen comer
Desde hace 8 años, en Bialet Massé, la Cooperativa de Trabajo Cultura Árbol Tierradentro se dedica a la producción de huevos, banco de semillas, plantines hortícolas y aromáticas, compostaje, hierbas y jardín nativo, licores, dulces y cosmética natural. Se organiza en redes de compras de quesos, bolsones de verduras y yerba -en la Red de Consumo Yerbatero-, y de esta manera distribuyen tanto su producción como la de otras cooperativas. Disponen de un almacén de autoconsumo, venta por catálogo y puntos de venta en su propio espacio y en ferias organizadas y agroecológicas.
«La disputa es la soberanía alimentaria no solo para enfrentar la crisis, sino como un modelo de vida más sostenible. Llegar al precio justo es compartido por el ingreso familiar y de fondo cooperativo por el cual re-invertimos en el crecimiento y sostén del espacio común. Un poco la estrategia está vinculada a poder crecer como red para sostenernos ante una crisis que se profundiza en lo social y económico», expresa con convicción Melina Dassano, integrante de este colectivo.
Definir qué es un precio justo es una construcción que implica una serie de desafíos que asume cada espacio cooperativo y que va tejiendo un entramado que disputa la lógica imperante de los grandes mercados y apuesta a las economías regionales y respetuosas de los territorios que habitan. Sorteando problemas de logística, infraestructura e inflación, la propuesta va en clave de lograr una cierta estabilidad que permita el crecimiento en la producción con el objetivo de brindar un precio accesible y popular.
Celebrando también su octavo año de vida, la Cooperativa 1936, radicada en Córdoba capital, agrupa una serie de propuestas que pueden conocer en su divinamente diseñado y organizado sitio web.
En el Almacén de Economía Social, hay conservas, alfajores artesanales de mistol, merken, productos sin TACC, frutos secos, legumbres, miel, dulces, golosinas saludables y aderezos, productos de cosmética y libros, por nombrar solo algunos.
De lunes a viernes, de 10:00 a 14:30 h, abren el local de Comida saludable para ofrecer menú diario vegetariano o con carne, ensaladas, tartas, quesadillas y minutas.
Natasha Ferraretto, una de las nueve trabajadoras de la 1936, señala que hay una gran multiplicidad de factores para hablar de comercio justo con la base de que el trabajo sea valorado para todas las partes que integran la cadena. Se pone en balanza la posibilidad de acceso al producto por parte de los consumidores y se respeta el precio de comercialización que ponen las productoras, entendiendo que si las mismas llegaron a determinarlo es porque conocen sus costos y su necesidad de generación de dinero. El objetivo no es el enriquecimiento, sino generar formas de vida que sean justas sin la explotación que propone el mercado capitalista.
«Ante todo, sabemos que la salida es colectiva. En situaciones sociales como esta, en donde el panorama es muy incierto y proliferan las angustias y miedos, nosotras tenemos la ventaja de encontrarnos abrazadas por nuestras compañeras, por esta familia cooperativa que construimos día a día para sobrellevar emocionalmente la carga de este momento histórico y proyectarnos hacia un lugar mejor», comparte Natasha.
Hacia el sur de nuestra provincia, en la localidad de Río Cuarto, nos acercamos a conocer la propuesta del Almacén Cooperativo que, con más de 10 años de vida, comercializa alimentos y artículos para el hogar, e integra redes de compra junto a organizaciones de diversas partes del país.
De los 2.500 artículos que tienen en el almacén, la mitad son de origen cooperativo o de pequeños productores de la zona que aportan principalmente dulces, mieles, quesos y lácteos, stevia, algarroba y conservas. Semanalmente, hacen también una compra de frutas y verduras.
En diálogo con José Badellino, integrante y trabajador del espacio, nos informa que son 350 los socios que se acercan regularmente para adquirir alimentos saludables y que hay familias que compran dos o tres veces al mes, generando un volumen de 1.500 ventas mensuales. Los asociados cuentan con el beneficio de un descuento del 12,5% y de servicio de entrega a domicilio gratuito.
Retomando el concepto de precio justo, José aclara que es un punto medio entre quien produce y quien consume con la intención de que ambas partes salgan beneficiadas y que el precio final sea accesible.
«Nuestra estrategia para enfrentar la crisis es la integración: asociarnos y comprar en conjunto con supermercados cooperativos o proveedurías mutuales para bajar el precio de los productos; fortalecer los lazos con organizaciones sindicales y sociales para que los asociados y afiliados utilicen la cooperativa como un medio para proveerse», concluyó.
Transitando los últimos días de agosto, en un contexto inflacionario terrible de cara a octubre y con muchas incertidumbres, tenemos también algunas certezas.
Comprar nuestros alimentos a cooperativas, fortalecer las redes y ser parte de ese maravilloso entramado.
Sentarnos a compartir la mesa con productos saludables y adquiridos a precios justos es apuesta, refugio y resistencia.
*Por Fernanda Albornoz para La tinta / Imagen de portada: Cooperativa 1936.