José de la Quintana y el dilema eterno de dejar de ser una “zona gris”

José de la Quintana y el dilema eterno de dejar de ser una “zona gris”
26 junio, 2023 por Adrián Camerano

Vecinos y vecinas se ilusionan con promesas añejas reverdecidas al calor de la campaña. En esta nota, una genealogía de una lucha por derechos comunales no exenta de intereses personales.

Por Adrián Camerano para La tinta

“La lucha de un pueblo que sobrevive sin gobierno desde hace cuatro siglos”, tituló Clarín 17 años atrás. Como otras veces, el autodenominado “gran diario argentino” exageraba la desgracia: José de la Quintana apenas va por la centuria. Pero vale decir que el problema sigue intacto; de aquella publicación de junio de 2006 a esta parte, todo sigue (casi) igual y en la localidad serrana falta tanta institucionalidad como sobran necesidades.

“Ningún ente se ocupa de trazar y arreglar los caminos, tender alumbrado, recoger la basura, reglamentar que vacas, cabras y caballos no anden sueltos por la calle o se metan en propiedades ajenas, o de que se instalen industrias y grandes conejeros lindantes con casas de familia”, señalaba el medio en aquella época, algo que con matices podría escribirse hoy, caminando el pueblo.

En el poblado donde conviven nativos y  quienes llegaron en distintas oleadas, comuna nunca hubo. Promesas, muchas, algunas reverdecidas al calor de la pasada campaña electoral en la vecina San Isidro, donde la mayoría de los quintanerxs no votó. Mientras vecinos y vecinas reactivan pasadas experiencias de organización y reclamo, conviven en el pueblo posturas que van del desinterés o el descrédito a (una vez más) la esperanza de un futuro que se imagina mejor.

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Deudas pendientes

Tierra y ripio reinan en las calles quintaneras, cicatrices en el monte nativo que surcan el pueblo formado alrededor de la estancia San José y que tuvo un hito en el loteo Buteler trazado a mediados del siglo pasado. De historia ligada al trabajo minero y un presente que brinda pocas oportunidades, el anhelado perfil turístico no termina de despegar, pese a que la zona cuenta con sierras, monte y un lago precioso para la práctica de deportes acuáticos y la pesca deportiva.

En este contexto de “zona gris”, en José de la Quintana, la presencia estatal es bien poca: prestaciones médicas muy acotadas, una posta policial que se revela insuficiente y la Escuela de Minería como institución insignia, la cual tiene pendiente la imposición del nombre de Luis Agustín Carnevale, senador amenazado por la Triple A y asesinado a poco del golpe de Estado genocida. En 2009, hubo hasta un acto-homenaje, pero trece años después, “para mucha gente de la misma escuela decir el nombre de Carnevale es como decir una mala palabra”, confió a La tinta una docente de la casa que cifra esperanzas en la renovación a cuentagotas que se va dando al interior del plantel docente.

En aquella nota de 2006, también se destacaba otro hito de la institucionalidad quintanera, la cooperativa local. “A falta de comuna, la Cooperativa Hidroeléctrica San José —fundada en 1950 y con 600 socios— funciona no sólo como proveedora de energía eléctrica y agua corriente, sino como el núcleo organizacional del pueblo”, señalaba Clarín. El mismo importante rol cumple hoy.

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Movilizados para “salir del gris”

Quienes viven en La Quintana no tienen posibilidad de elegir autoridades locales, en los últimos meses, la campaña electoral agitó la región, unos pocos quintaneros empadronados en Villa San Isidro sufragaron y hubo hasta quien pudo integrar alguna de las ¡cinco! listas que se disputaron la comuna vecina.

En simultáneo al fragor preelectoral, reeditaron la movida de años atrás, ya no para lograr una comuna propia, sino para obtener la anexión a la comuna existente, que nació como loteo de la minera Quintana y al calor del Grupo de Artillería 141, hoy recuperado como Refugio Libertad. Reuniones semanales, juntada de firmas y el involucramiento de dos actores locales de importancia, como el club de fútbol y la feria de emprendedores (no sin polémicas internas), cimientan un pedido que se propone lograr avances concretos antes de fin de año. Ya no quieren depender de la Comunidad Regional Santa María -un ente siempre cuestionado y al que nadie le conoce la cara- remarcan que “se nos niegan los derechos que tienen los ciudadanos y ciudadanas de Córdoba y Argentina”, y señalan que “no podemos resolver problemas como la basura, las calles destruidas, inseguridad, acceso a la salud, desmontes ilegales, entre muchos otros”. “Esto sucede hace más de 30 años, a pesar de todos los esfuerzos de la gente de La Quintana”, se lamentan.

El pasado el miércoles 21, se firmó una carta con la Provincia en la que se ratifica la intención de desfrizar el expediente presentado en 2008. Bajo el sticker N° 0423-03225/2008, los papeles ya cumplieron quince años y más que de fiesta, la necesidad es de respuestas: “O se continúa con promesas incumplidas y exclusión de derechos, o se soluciona un problema histórico mediante la integración de los pueblos”, apuntan en Quintana.

Según trascendió, el presidente comunal de San Isidro, Claudio Peña (vecinalista alineado a Hacemos Unidos por Córdoba), “en varias reuniones recientes se comprometió a resolver esta injusticia histórica antes de terminar su mandato, en diciembre del 2023”. Las firmas para que Peña impulse el expediente ingresado en su momento por su antecesora radical y archienemiga, Claudia Cuffa, suman unas 400. Si la movida surte efecto, luego, la Legislatura tendrá la última palabra.

Es presión vecinal y es esperanza también, pese a que en campaña Peña fue sinuoso: a medios zonales, dijo desconocer por qué los papeles de la anexión no avanzaron, aunque destacó las “buenas intenciones” quintaneras. Su sucesor, Nelson Roque Basualdo, serpenteó aún más: en la previa de la elección, señaló que “por la idiosincrasia de lo que es La Quintana, creo que sería mejor que ellos tengan su propio gobierno”, aunque tras el contundente triunfo en las urnas, alertó que “es difícil la concreción de un comuna nueva, pero estamos hablando de la ampliación del radio”. En resumen, algo saldrá.

Signados por denuncias de irregularidades flagrantes, en los comicios del pasado 4 de junio, ganó el oficialismo que en tres años y medio negó respuestas al reclamo. Pese a ello, allí y en el Gobierno provincial están puestas las mayores esperanzas de muchos vecinos quintaneros. La firma de la carta de intención es leída en la zona como un avance, aunque no falta quien lleva décadas esperando y prefiere realidades.

En ambas localidades, es vox populi que el histórico desinterés de la política sanisidrense por abrir el juego al poblado vecino radica en la dificultad de sostener la hegemonía política en un radio ampliado que además, en los últimos años, experimentó una explosión demográfica al amparo de la autovía 5 y la pandemia más recientemente.

Del otro lado, juegan algunas ambiciones personales: no falta quien se imagina presidente comunal. El tema es que no hay comuna, al menos, por ahora.

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Luchas pasadas y por venir

De zona gris a zona de sacrificio puede haber un paso. En el último quinquenio, el pueblo ha rechazado varios proyectos extractivistas, todos de orden foráneo y con apoyatura local. También, loteos en pleno monte nativo que en Córdoba pierde por goleada ante el “desarrollismo” inmobiliario. A la vez, en los últimos años, los precios de los terrenos se multiplicaron por diez y lo que viene, comentan en la zona, es el asfaltado del viejo camino que une La Quintana con Villa Ciudad de América. La sola perspectiva de una arteria de tránsito turístico y transportista de circulación sinfín se da de patadas con el proyecto de vida que imaginaron muchos de los vecinos oriundos de grandes ciudades, algunos de los cuales están pensando en mudarse.

Quienes defienden la anexión a la comuna de Villa San Isidro señalan que es la única opción (“no hay otra”, blanden) y sostienen que una mayor institucionalidad daría mejores condiciones para enfrentar estos y otros problemas del presente y el futuro de la localidad.

Es difícil cuantificar el apoyo real, pero esa parece ser la postura con más adeptos hoy. Aunque lejos está de ser la única: no falta quienes insisten en el reclamo histórico de comuna propia y quienes eligen no involucrarse, por mero desinterés o porque sostener que mayor presencia estatal implica regulaciones que impactarán de lleno en algunos de los modos tradicionales de la zona.

Como en todos lados, lejos de la postal bucólica idealizada, en José de la Quintana se cuecen habas. Lo que la perspectiva autonomista tributaria del Argentinazo del 2001 podría considerar un estadio ideal, se ha demostrado con más oscuros que claros y patente la dificultad de los pueblos para establecer acuerdos y criterios de organización básicos y perdurables al margen del Estado.

Por ahora, el río revuelto no dejó ganancias (al menos visibles) para ningún pescador, la esperanza está puesta en que cobre volumen el reclamo vecinal y se hagan realidad añejas promesas reverdecidas en el contexto preelectoral.

*Por Adrián Camerano para La tinta.

Palabras claves: Adrián Camerano, Comuna, José de la Quintana

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