Esquel: la montaña y su gente, 20 años de pie

Esquel: la montaña y su gente, 20 años de pie
23 marzo, 2023 por Jazmín Iphar

El 23 de marzo, se celebra en Esquel, provincia de Chubut, el Día de la Dignidad del Pueblo. Un homenaje al plebiscito del año 2003, que logró echar a la empresa minera extranjera que pretendía instalarse en la ciudad. Así nació la Asamblea No a la Mina, que celebra su 20° aniversario con una serie de actividades durante toda la semana, recuperando el mismo espíritu de los comienzos: tomar la calle, encontrarse, decir sí a la vida. Conversamos con dos vecinas autoconvocadas para saber cómo sienten y recuerdan estas dos décadas de lucha.

Fui a la primera marcha en mi vida cuando tenía unos nueve años. Con mi mamá y una amiga, viajamos 100 kilómetros -desde Corcovado, nuestro pueblo- hasta la ciudad de Esquel. Recuerdo que caminamos por las calles con mucha gente y mi mamá saludaba a todo el mundo. Aprendimos canciones que seguimos cantando durante el viaje de vuelta. Con mi amiga, nos alucinamos de esa pequeña libertad de poder decir malas palabras sin problemas. ¿Qué había hecho ese gobierno para que tantas personas, todas juntas, acordaran en insultarlo a viva voz?

A mediados de 2002, la comunidad de Esquel, en Chubut, confirmó una noticia que cambiaría su historia: la empresa Meridian Gold, de Canadá, pretendía instalar un proyecto de explotación minera en el llamado “Cordón Esquel”, un yacimiento de oro y plata ubicado a 6,5 kilómetros de la ciudad. Hacía unos años, la localidad de 40 mil habitantes era visitada por especialistas que realizaban exploraciones y prometían progreso, trabajo y riquezas.

El primer aviso sobre las intenciones mineras fue realizado por el Lof mapuche Huisca Antieco: la empresa había intentado meterse en su territorio un año antes. Sin dudarlo, la comunidad los echó. Ante esa alerta, más vecinxs de la zona empezaron a averiguar sobre el tipo de explotación que se pretendía instalar. La palabra cianuro apareció en nuestros vocabularios y empezó a repetirse y colarse en charlas, clases e investigaciones. En mi mente, la aprendí como sinónimo de veneno.

Hace 20 años, el futuro minero aparecía como un horizonte oscuro, atravesado por posibles accidentes por derrames/filtraciones tóxicas, contaminación del agua y la tierra por drenajes ácidos de las minas y metales pesados, e impactos negativos en el plano socio-económico en las localidades. Todo esto dentro de un marco legal que otorgaba (y otorga) enormes ventajas jurídicas y fiscales a las inversiones privadas.

Ante ese panorama, lxs vecinxs comenzaron a realizar reuniones sistemáticas y, en el mes de octubre, confluyeron en una gran convocatoria entre diferentes grupos que coincidían en un único objetivo: decir NO a la mina. Así, muchas personas, al mismo tiempo, conocimos la palabra asamblea.

El movimiento empezó su tránsito con acciones concretas y variadas. El primer triunfo llegó cuando se logró prorrogar una audiencia pública no vinculante, que la Legislatura tenía planificada para el 4 de diciembre de 2002. Ese día quedaría grabado en la memoria colectiva.

Ya en febrero de 2003, el Concejo Deliberante resolvió tres ordenanzas en respuesta a la movilización del pueblo: prohibir la utilización del cianuro en el ejido municipal; derogar la adhesión a las leyes n.° 24.196 de Inversión Minera y n.° 24.224 de Reordenamiento Minero; y habilitar al Ejecutivo a convocar una consulta popular no vinculante, que fue establecida para el siguiente 23 de marzo. Así, escuché por primera vez la palabra plebiscito.

Imagen: Nicolás Palacios

Nilda Bulzomi es docente jubilada, integrante del No a la Mina y de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de Esquel. En 2002, se incorporó al movimiento que venía gestándose después de conversar sobre el tema con sus compañerxs de trabajo, en los largos viajes por la meseta hasta llegar a las escuelas. Una imagen bien patagónica. El boca en boca y el correo electrónico fueron canales de comunicación indispensables en ese momento. “La Asamblea y el movimiento en sí mismo fue, desde los inicios, un espacio de encuentro”, dice Nilda en diálogo con La tinta.

De cara al plebiscito, el trabajo de lxs vecinxs se fundamentó en multiplicar la información y, así, enfrentar a un aparato descomunal, desplegado por la empresa con apoyo de los gobiernos municipal y provincial. “Armamos mesas informativas en la calle, folletería, visitas a las radios, al canal local, charlas en las escuelas, en los centros barriales, hasta se pasaban videos en los domicilios y armábamos charlas con dos o tres familias”, detalla Nilda. Este trabajo intenso y minucioso se sostiene hasta la actualidad, sistematizado en el sitio www.noalamina.org, un espacio de consulta indispensable.


El 23 de marzo de 2003, en una jornada sin precedentes en Argentina, tuvo lugar el plebiscito. El resultado fue inesperado para todxs: un 81% de la población de Esquel dijo NO. Ese día, conocí la palabra dignidad. El triunfo histórico no quedó sólo ahí: 20 años después, ninguna minera pudo instalarse en la provincia de Chubut.


Después del resultado avasallante, Meridian Gold reconoció la derrota y se adjudicó “un error en la comunicación del emprendimiento”, anunciando que se iban a retirar de la ciudad. A esa altura, gran parte de la gente pensó que, con la victoria, la cosa se terminaba. “Utilizamos una herramienta democrática, se ganó de manera contundente y rotunda, o sea, era bastante lógico pensar que de ninguna manera se podía explotar el yacimiento. Pero el oro y la plata siguen allí, y la ambición de las empresas existe y va a persistir. Como bien dijimos en el inicio de la lucha: sabíamos cuándo empezaba, pero no cuándo se iba a terminar”, detalla Nilda.

“La defensa del territorio se hace de manera permanente, en la calle y con información”

El No a la Mina tuvo, desde sus comienzos, una fuerte presencia en la calle. Las primeras actividades tomaron el espacio público como punto para multiplicar la información, con acciones como murales, festivales artísticos, movilizaciones y escraches a las oficinas de medios de comunicación, empresarios y políticos. Esa presencia se hizo sistemática, se volvió tradición y bandera. Recordando aquel 4 de diciembre, la comunidad de Esquel se movilizó el cuarto día de cada mes, durante 20 años consecutivos (y contando). Ya saben: cada vez que vean el 4 en el calendario, en la Patagonia, habrá un pueblo marchando para mantener a raya a las mineras.

Tanto las movilizaciones como las asambleas, se construyeron como un espacio abierto, entre personas de todos los sectores sociales. Doña Natu, vecina esquelense autoconvocada, nos cuenta cómo era salir a la calle por aquellos años, siendo una niña: “Las primeras marchas me marcaron muchísimo, porque veía todo lo que pasaba desde una perspectiva bastante inocente. Ahí me di cuenta que había que pelear por lo que una quería y no tener miedo. Tener precaución, pero no tener miedo, no dejarse intimidar, que no somos menos que nadie y que, si estamos todos de acuerdo, podemos tener más fuerza que una empresa minera extranjera”.

Allá por 2002, esa presencia de la niñez se hizo notar. “En su momento, se decía que las marchas estaban llenas de nenes, porque los llevaban los papás, no porque tuvieran un pensamiento propio. Todos los menores de 12 años empezamos a llamar al canal de televisión y a la radio diciendo que nosotros estábamos en contra de la megaminería, que sabíamos lo que estaba pasando. Entonces, se organizó una marcha de niños en la que participamos todas infancias, haciéndonos escuchar”, agrega Natu.

A partir del plebiscito, nació la Ley Provincial n.° 5.001 que, en su primer artículo, prohíbe la actividad minera metalífera a cielo abierto y la utilización de cianuro. Sin embargo, en palabras de Nilda, tenía su trampa incorporada en el segundo apartado, donde estableció un plazo de 120 días para delimitar las zonas en que la minería sí estaría permitida. Y aunque el término venció hace mucho tiempo, cada gobierno de turno intentó respaldarse en ese artículo para ejecutar nuevos embates e intentos ecocidas, principalmente, en la región central de la provincia. En Esquel, rápidamente, se tomó conciencia sobre los yacimientos de uranio, de plomo y de plata en la meseta chubutense, y las operaciones políticas a su alrededor. De esta manera, se ampliaron las alertas y, con ellas, el horizonte de lucha.

Los 20 años se caracterizaron por un fuerte camino de afianzamiento y multiplicación. Se conformó la Unión de Asambleas Ciudadanas del Chubut (UACCH) y participaron en la Unión de Asambleas de Comunidades (UAC), a nivel nacional. Las asambleas en defensa del agua, de la tierra y de la vida se replicaron en decenas de localidades, hasta las más pequeñas, a lo largo y ancho de toda la provincia. Desde este entramado, se promovieron acciones y se enfrentaron a las nuevas estrategias del gobierno para avanzar en su afán destructivo. “Toda esta trayectoria ha servido mucho para unir a la provincia y le debemos todo a las mujeres de la Asamblea que han ido comunidad por comunidad hablando con la gente, han recorrido la provincia completa y han escuchado la voz de todos los que viven acá”, explica doña Natu.

Imagen: Nicolás Palacios

En 2013, la UACCH presentó una Iniciativa Popular (IP), herramienta democrática para que el Poder Legislativo trate una ley presentada desde la comunidad. Mediante una vergonzosa maniobra, la Legislatura tomó el proyecto, lo modificó y aprobó una versión totalmente alejada de su espíritu inicial. En 2021, se presentó una segunda IP, con más de 30 mil firmas, que fue desechada inmediatamente. En diciembre de ese año, en una sesión sorpresiva y extraordinaria, 14 diputados aprobaron la Ley de Zonificación, habilitando la minería en la región de la meseta central. Meridian Gold ya no existía y el nuevo proyecto privado era presionado por Panamerican Silver. La gestión del gobernador Mariano Arcioni, que había llegado al poder con una promesa anti-minera, se enfrentó al Chubutazo y perdió.

Natu recuerda lo que significó dar vuelta una ley en cinco días: “Yo nunca había cortado una ruta y agarré y fui. Salí a marchar todas las noches y, cada vez que terminaba la marcha, me miraba con gente desconocida y les decía: ‘Bueno, hasta mañana’, porque sabía que nos íbamos a ver al otro día en la plaza”.

La Legislatura tuvo que dar marcha atrás el 20 de diciembre, después de cinco jornadas continuas de intensa movilización, a las que el Estado provincial respondió con balas, golpes y persecuciones que aún continúan. Nada nuevo para un aparato represivo que, desde 2002, sostuvo amenazas, espionajes y amedrentamientos contra lxs militantes populares.

Imagen: Nicolás Palacios

No es no

Cada 23 de marzo, Día de la Dignidad del Pueblo de Esquel, Chubut recuerda el voto popular que levantó al NO como bandera y triunfó en la disputa de sentido sobre lo que significa vivir, progresar, defendernos. A muchxs nos enseñó palabras nuevas y, con eso, abrió un mundo de posibilidades para imaginar y decidir nuestras vidas. “El 20° aniversario me genera mucha emoción, mucho orgullo y, a la vez, es decir: ‘Chicos, ¿en serio? Hace 20 años que estamos peleando por esto. ¿Pueden, de una vez, escucharnos y dejarnos de insistir con la megaminería?’. En parte, es orgullo de tu pueblo y, en parte, cansancio, decir basta, no es no”, concluye Natu.

La memoria aparece como un refugio, una compañera dispuesta a convidarnos ese mundo donde vencer es posible y donde sólo queda renovar la fuerza si nuestras vidas y nuestros territorios están en riesgo. El No a la Mina continúa hoy en día con su trabajo intenso de investigación, difusión y organización. Como explica Nilda, “esto va a seguir, va a seguir hasta tanto se comprenda a nivel provincial, nacional e, incluso, internacional que este modelo extractivo no se condice con la vida, es contrario al Buen Vivir, es contrario a la salud, es contrario a las actividades genuinas y que el paradigma del desarrollo, por más que le agreguen la palabra sostenible, está caduco y a lo único que nos puede llevar es al colapso total”.

En la década del 2000, cada vez que iba a Esquel, me quedaba mirando los carteles que preguntaban cómo sería la vida con una minera. Hoy, con alivio, puedo decir que no convivimos con esa respuesta. No pasaron, no pasarán.

Feliz día de la dignidad.

*Por Jazmín Iphar para La tinta / Foto de portada: Nicolás Palacios.

Palabras claves: Asamblea de Vecinos Autoconvocados por el No a la Mina, Chubut, Esquel

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